Programa en los límites de ciertas polémicas recientemente vividas en cuanto a división de opiniones y que vistos los resultados, no tendrá resolución posible entre opiniones encontradas, Baldur Brönnimann se decidió por el planteamiento previsto para la temporada y que en esta ocasión apostó por dos creadores que mantuvieron el proyecto: Itziar Viloria Céspedes-con obra de encargo de la RFG y la Euskadiko Orkestra, Oihartzun gorriak (ecos rojizos) y el compositor chino/americano Huang Ruo- The color yellow for shêng (instrumento con el que podremos familiarizarnos) y orquesta, y que interpretó Wu Wei a las que se añadió El pájaro de fuego de Igor Stravinski- versión de 1945-, programa curioso y siempre sujeto a polémicas como las seguidas con Roberto Gerhard- del que tuvimos dos conciertos-, Martinu, Miklós Rózsa o nuestros cercanos Jacobo Gaspar y Hugo Gómez-Chao Porta y hasta las propuestas de Timothy Brook, que curso a curso supo añadir el detalle sonoro para las jornada de Cineuropa; las dudas en cuanto a la pertinencia de programar barrocos, vistos los recursos que aportan formaciones con planteamientos históricamente informados y tantas otras diatribas pero a la postre, queda la definitiva urgencia de buscar el insalvable punto de equilibrio.
Itziar Viloria Céspedes, joven artista dedicada a proyectos multidisciplinares en colaboraciones con profesionales de otros ámbitos como las artes escénicas, la arquitectura y los medios pujantes en los tiempos presentes, tuvo como primeros maestros a Mauricio Sotelo, Christophe Havel y Pierre Jodlowski logrando desde los comienzos integrarse en iniciativas como Gaudeamus Muziekweek, perteneciente al IRCAM Composers Journey, el IMPULS Festival; el Ulysses Network Programe Creative; el Bernaloa Festibale; el MIXTUR Fest., la Orkestra Nacional Vasca o curiosidades como la ofrecida en el Teatre de Liceu de Barcelona en la II Convocatoria del (Ò )Pera del Liceu, supervisada por Àlex Ollé, que reunía cuatro semi-óperas de Carlos de Castellarnau; Marian Márquez y Andrey Gallen. Su obra se presentaba con el título de In the biggining everything was White, en colaboración con la soprano Adriane Arana y la dirección de Jordi Oriol; otras aportaciones suyas había sido Dialogues with de City, para el Norwegian Theatre Accademie y el Lliure y para la ABAO, Gazteam, además de Formas circulares con recursos electrónicos para el Ernst von Siemens M.Festival o Sustraiak , para cuarteto de saxofones estrenado por el Aslan Ensemble. Oiartzun gorriak (colores rojizos), obra encargo, remite a recursos electrónicos sobre registros tomados de conversaciones cedidas por el Euskal Herriko Meatzaaritzaren Museoa Fundazioa (Museo de la Minería del País Vasco) tratadas en el contexto de un tratamiento orquestal manipulado y que musicalmente se sitúa en una idea musical que para la autora, se acerca a la serie de las llamadas Difraciones, surgidas de esa mezcla en la que el factor sorpresa se confirma como determinante.
Huang Ruo- The colour Yellow for Shêng and Orchestra- estreno en España del compositor chino asentado en los Estados Unidos, formado en el Conservatorio de Shangai, y con ascendente familiar para ampliar en su salto americano a la Juilliard School of Music neoyorquina. Músico prolífico en el encuentro de tendencias diversas desde las influencias académicas a las confluencias con los estilos en boga. Obras suyas fueron dirigidas por reconocidos maestros: Wolfgand Sawallish; Michael Tilson Thomas; James Conlon, Dennis Russell Davis, Alex Liebsrich, Marion Alsop o Ed Spanjaard, por formaciones como la Seattle P. O.; la de San Francisco; la O. f. de Kiel, la de la Radio Polaca, la Philharmonic de Hong Kong o la New York Philarmonic. Grupos cameristicos también le encargaron obras: la London Sinfonietta, el Diotima Quartet, el Ethel Quartet, el Asko- Schönberg Ensemble o el REMIX Ensemble. Es autor de la ópera Paradis Interrupted, destinada al Lincoln Center y dirige el Mannis College of Music de la New York School y el Ensemble FIRE (Future in Reverse).
Para su obra, un instrumento de sonoridades que nos acercan a las posibilidades de los órganos de boca, en Shêng-secretos y registros trasmitidos por Wu Wel- ubicados en ancestrales raíces de la cultura mítica china y cuya clasificación se verá condicionada por los materiales usados en su fabricación muy cercano al Shô japonés. En su origen, una calabaza valdrá como material de uso primario primando el añadido de lengüetas metálicas y tubos vegetales de bambú y embocadura en forma de cuello de oca. Suele componerse de 16 tubos de bambú de distinta longitud de los cuales el más largo puede llegar a medir unos 50 centímetros y colocados en círculo; en principio se sitúan enfrentados dos a dos, los más pequeños pegados y los más grandes simétricamente separados. Todos ellos se juntan en la cámara de aire que es de madera labrada y lacada en su parte externa. El Shêng es el único instrumento chino afinado por semitonos que permite emitir simultáneamente-además de las notas dobles a distancia de cuarta y de quinta-, tres o cuatro notas e incluso más; la extensión abarca desde La 3, al Mi b 5, es decir, una octava y media aproximadamente, siendo utilizada la escala pentatónica (por ejemplo: La, Si, Re, Mi, Fa sost). La sonoridad es de una delicadeza extrema y el timbre suave y velado, especialmente apropiado para las orquestas de la Corte o del teatro en las que los acordes prolongados del Shêng, acompañan al canto de manera admirable. Wu Wei, acaparador del protagonismo del concierto con un rendido reconocimiento en el escalofriante bis por la variedad de perfiles sonoros, nos había descubierto una obra de difícil clasificación y que musicalmente, pretende reconocerse como un estilo clasificable como dimensionalismo, por esa recurrencia al procesamiento técnico en conjunto que usa por necesidad expresiva, el significado expresivo de la microtonalidad y el protagonismo de las emergentes técnicas extendidas.
Igor Stravinski para acomodarnos en repertorio reconocible gracias a El pájaro de fuego, destinado a las evoluciones estéticas de Fokine, con atrezo de Golovine, excepto en un par de escenas de Leon Bask y en atención a la Karsvina. Veníamos de soportar la presión del Grupo de Los Cinco, agobiantes por su intenso nacionalismo, frente a la presencia de la pujanza wagneriana, entre otros del momento. Cruce de influencias, que se desdicen por evidentes enfrentamientos, todo cambiará a partir de ahora por la conquista de nuevas expresividades, dentro de un polémico estilo aparentemente neutro, quizás en fase transitoria, momento en el que muere quien había sido su preceptor Rimski-Korsakov, siempre para mejor por esas urgencias que definirán su obra desde entonces. Una primera idea de Diaghilev, se engarzará con sugerencias de Fokine, confluyendo en esta obra apoteósica, desde un argumento asimilable al arte coreográfico que sabrá electrizarnos. El mago Katch chei, el universo seductor del pájaro sobre el enfrentamiento de Ivan Tsarevich, príncipe- héroe que logrará sobrevivir precisamente gracias al apoyo del pájaro, contextualizado en 19 números que partiendo de la escena en los jardines de Kachtei, nos llevará a espacios como el juego de las princesas con las manzanas de oro; el carrillón mágico- aparición de los monstruos guardianes; La danza del séquito; la infernal de Kachtei y sus súbditos; su muerte que cerrará con el derrumbe del Palacio de Kachtei y la pérdida de los encantamientos.
Pura fastuosidad de un relato fantástico-orientalizante, que poco tiene que ver con una revolución en lo musical que facilitaría su éxito respondiendo con su rechazo a los modelos wagnerianos o debussystas, dentro de un planteamiento armónico de ideas eficaces en un mundo luminoso. De Rimski-Korsakov mantiene ciertos orientalismos procedentes de El gallo de Oro, Sadko o el Zar Saltan. Entre diatonismo y cromatismo, se revelan los detalles orientalizantes, con aspectos como la danza infernal de Kachtei, en el plano rítmico, pudo conservar su energía por el rigor de su actitud. Es el timbre igualmente quien resuelve aspectos decorativos, y para mayor confirmación, el reconocimiento recibido por los grandes- Ravel, Manuel de Falla, Florenz Schmitt o Satie, mientras establecía buenas relaciones con Puccini; A. Casella; Sara Bernhardt, Proust, Giraudoux y P.Claudel.
El pájaro de fuego, obra tentadora, de unos tres cuartos de hora, usa en principio una gran orquesta sinfónica, (maderas a cuatro), y que llevará a nuevas suites y arreglos tomados de la obra, como la de 1911 aunque también para gran orquesta, que opta por cinco números, concluyendo con la Danza infernal, se publicará ocho años después, con maderas a dos y realizada por Morges, que pronto tuvo aceptación. La del año 1945, elegida para el concierto propuesto, se ofreció en los Estados Unidos, recibiendo el previsible nombre de Suite de ballet y recurriendo a diez de sus números en un resumen de media hora. Quedarán otros trabajos de interés camerístico: violín y piano, de la firma del propio autor y perfilada a salto de mata entre 1929 y 1933, además de Summer Moon, un slow sobre el tema del Khorovode de las princesas, con las manzanas de oro (Summer moon, you bring the end of my love story… sobre lyrics de John Klenner en arreglo de Lou Singer.
Ramón García Balado
Wu Wei. Baldur Brönnimann / Real Filharmonía de Galicia
Obras de Itziar Viloria, Huang Ruo e Igor Stravinski
Teatro Afundación, Vigo
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela