Con una excelente actuación, el maestro Josep Vicent, al frente de su orquesta ADDA-Simfònica, ha protagonizado la clausura del Festival Contemporáneo de Alicante, que ha contado con ocho jornadas, en las que se ha querido potenciar a los músicos alicantinos, como ejemplo de una intención que se ha de regularizar, sustanciar y consolidar en futuras ediciones, según las palabras del director de festival, y que debe dar la importancia que merece a la creación contemporánea de gran cantidad de buenos músicos de esta provincia levantina.
El concierto, que llevaba por título “Músiques de Llum” sirvió para recordar la figura del Jesús Mula, recientemente fallecido, gran impulsor de la significativa potencialidad artística que desde hace años es para Alicante y su provincia la orquesta ADDA-Simfònica, como complemento necesario de la infraestructura cultural que ha significado el Auditorio de la Diputación Provincial, el último gran proyecto artístico-musical materializado en España con tal magnitud.
La luz como fenómeno físico que permite esclarecer la realidad, ha servido para que cuatro composiciones, tres de ellas estrenos absolutos, se interpreten en esta ocasión, determinando un ejercicio por parte del director y orquesta de absoluta convicción en su calidad estética y verdadera entrega en su ejecución, valores esenciales de conjunto a destacar en esta velada sinfónica.
Así fue, cargada de emoción, la interpretación de la obra póstuma, Etnacila (Por la paz), de Jesús Mula.
Haciendo referencia a un novelado nombre de Alicante, el músico de Rafal quiso sustanciar sus dotes creativas recreando motivos de inspiración popular que se van abstrayendo de su origen para entrar en un significado musical en el que los instrumentos de viento-madera tienen un protagonismo especial, antes de llegar a un evocador pasaje central en el que aquellos se unen al punteado de la cuerda generando un tejido sonoro que permite que se destaque un exquisito diálogo entre el corno inglés y el violonchelo.
A partir de ese instante, el compositor se aproxima a la conclusión de su obra empezando por un contrapunto general bien estructurado con destellos de la trompa, que va preparando la eclosión de los metales a modo de coral en una extensa coda triunfal que resume el pensamiento musical del autor, respetuoso con las líneas tradicionales de finalización compositiva. De su escucha, se deprende la maestría de este compositor, respetuoso siempre en esta pieza con la tímbrica natural de los instrumentos sin perder en momento alguno la esencialidad luminosa que animaba el contenido del programa.
Éste se inició con la obra Litha (Solsticio de verano) del compositor nacido en la localidad alicantina de Cocentaina, Josep Vicent Egea, dedicada al director Josep Vicent. En ella ha plasmado su dominio de la rítmica y la dinámica, reflejándose una atmósfera de evocadores sones de marcha. Los contrastes de intensidad sonora se han dado como una consecuente línea de las diferentes secciones de su lumínico discurso, dejando la constante sensación de unas bien estructuradas tensiones y distensiones que favorecían su escucha hasta llegar a la graduada serenidad que propone en su final, donde demuestra su dominio del sonido en oportunidad instrumental al servicio siempre de una sonorización de la luz.
La orquesta se convertía en un verdadero crisol técnico-sonante, respondiendo con absoluta eficacia al ejercicio analítico de su titular, Josep Vicent, que desentrañaba la propuesta creativa con un entendimiento conceptual y un ejercicio gestual convertidos en convincente transmisión.
Esta capacidad recreativa se engrandeció con la segunda obra del programa: Dies de Clar, del compositor también alicantino (La Nucia), Ximo Cano. Como su propio nombre indica, es una obra en la que la natural claridad que conlleva su luminosidad, se impone sonoramente de manera gradual lo largo de su desarrollo.
Iluminado el escenario en celeste, que hacía recordar una escucha “scriabiniana”, así como con un más que agradable y persistente planteamiento cromático discurrió esta obra en un progresivo crecimiento de transparencia tímbrica en todas las secciones instrumentales, destacando momentos de acuosa sonoridad implementados por el arpa al que sucedían ciertos estilemas que recordaban a Sibelius, que favorecían una de las últimas progresiones rítmicas que desembocaban en las coloreadas tensiones que caracterizan el final de esta obra, compleja en su análisis y escucha producto de la amplia capacidad como científico y esteta musical del autor, lo que representaba todo un reto de matices para director y orquesta, hecho que fue superado con conocimiento y gran profesionalidad.
La velada se cerró con una sensacional interpretación de la suite para orquesta del ballet Petrushka de Ígor Stravinski, que supuso experimentar para el oyente cómo el maestro Josep Vicent y la orquesta ADDA-Simfònica avanzan en la interpretación del músico ruso, dejando una sensación de plenitud difícil de disfrutar en vivo.
Toda la densa complejidad de la obra fue clarificándose, haciendo honor al título del concierto, en cada uno de sus cuatro episodios, propiciando que la imaginación del espectador se adentrada en el argumento del ballet de una manera naturalmente sensitiva.
La orquesta, liderada por el concertino venezolano, Alejandro Carreño, se veía convertida en un sonante cuerpo de baile que traducía la genialidad creativa que aquí ofrece Stravinski, siguiendo las indicaciones de Josep Vicent que, con contundente por eficaz agilización de gesto, hacía emerger la plasticidad de la obra de forma natural, convirtiendo al conjunto orquestal en una unívoca máquina de hacer música.
Un solo instrumento como resultado fenomenológico. Se experimentaba así el constante crecimiento artístico de ADDA-Simfònica y la claridad de ideas de su titular. Como ejemplo de la excelencia alcanzada, es obligado mencionar la intervención Marita Primo, llevando el piano simultáneamente a ese sentido polifónico y percusivo contrastante que quiso dar Stravinski a su incursión en los recursos orquestales empleados. Nunca he escuchado ese efecto con tanta claridad en directo.
Ante la respuesta de un público absolutamente entregado, el director quiso obsequiar con una breve adaptación del popular Danzón nº 2 del mejicano Arturo Márquez, con el que se volvía a manifestar el esplendor de la orquesta, que levantó prácticamente de sus asientos a la totalidad de los presentes en un entusiasta delirio.
José Antonio Cantón
Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 25-IX-2021.
Festival Contemporáneo de Alicante 2021.
ADDA-Simfònica. Director: Josep Vicent.
Obras de Ximo Cano, Josep Vicent Egea, Jesús Mula e Igor Stravinski.
Foto © ADDA