Vuelve al Teatro Real Idomeneo, donde la habíamos escuchado escenificada en 2008 y 2018. Es una de las óperas menos populares entre las grandes de Mozart, a pesar de poseer una partitura novedosa, brillante, arias bellísimas y melodías inolvidables. Aun así, para mí sus desmesurados recitativos y un libreto bastante convencional la alejan de las composiciones cimeras del compositor. Lo que no supone ningún desdoro, ya que Mozart siempre es un gigante toque lo que toque.
Jacobs dirige Idomeneo de manera exquisita, no se le escapa ni un matiz, ni su lirismo, ni su brillantez, ni su violencia, en ocasiones, mostrando un conocimiento profundo de la partitura, sin apresuramientos innecesarios ni lentitudes soporíferas, al estilo Harnoncourt. Con él la orquesta y los coros de la Zürcher Sing- Akademie, nos bridaron un sonido impecable, la una, y una fuerza y dramatismo en sus diversas intervenciones, el segundo, que logró, dado su estupendo empaste y su interpretación a niveles dramáticos, convertirse en un personaje más de la obra.
Jacobs merced a su pasado como contratenor, sabe, lo que es cantar, por eso se ha permitido formar una compañía, no sé si solo para esta ocasión, de cantantes, para mí desconocidos, que han obtenido unos notables resultados. El americano Ian Koziara, con su voz de tintes barítonales, fue un Idomeneo verdaderamente heroico, sin por ello perjudicar el canto más belcantista del personaje. El papel de Elettra, lo encarnó Kateryna Kasper, y tanto en sus arias más espectaculares, en cuanto a dificultad vocal Tutte nel cor vi sento y la peliaguda Oh smania! oh furie como en la más lírica Idol mio, tuvo una intervenciones irreprochables. Olivia Vermeulen como Idamante fue muy musical, pero a mi gusto su timbre de mezzo demasiado lirico, perjudicó sus intervenciones, sobre todo con Ilia, una Polina Pastirchak, correcta, que delineó con acierto la inocencia desvalida y enamorada de la huérfana del rey Priamo. Como Arbace, Mark Milhofer, no posee una voz atractiva pero, para compensarlo, tiene una gran técnica y su capacidad para conferir al personaje una fuerza dramática de la mejor ley hace que se pase por alto cualquier reparo. Kresimir Spicer, como Gran Sacerdote de Neptuno y La voz, redondeó un reparto notable en su conjunto
Qué gusto poder disfrutar de tal joya, sin tener que soportar las dramaturgias de tantos descerebrados que abundan en los escenarios de ópera de nuestros días.
Francisco Villalba
Teatro Real, Madrid
Dirección musical: René Jacobs
Coro y Orquesta: Zürcher Sing-Akademie y Freiburger Barockorchester
Idomeneo: Ian Koziara; Elettra: Kateryna Kasper; Idamante: Olivia Vermeulen; Ilia: Polina Pastirchak; Arbace: Mark Milhofer; Gran sacerdote de Neptuno / La voz: Kresimir Spicer
Foto © Javier del Real / Teatro Real