Humanismo y humanitarismo. Savall y su Concert des Nations impartieron una clase magistral de ambas cosas el domingo en el Auditorio (CNDM, Universo Barroco). Viendo el repertorio, centrado en barroco francés y alemán, parece que de humanismo no hay mucho. Sin embargo, la inmensa labor de análisis textual y de bucear en las fuentes es algo que Savall comparte con los intelectuales humanistas.Esta profundidad "filológica" se traduce en la sabiduría del maestro, conocedor como pocos de ánimos ancestrales y sus técnicas compositivas e interpretativas.
Humanitarismo tal vez sea un concepto muy apegado al pensamiento actual, a esta época en la que, por fin, los derechos humanos son avalados por bastantes instituciones (aunque algunos, muchos, no se hayan enterado). El humanitarismo ha planteado serias discusiones al confrontarlo al arte, más concretamente a la estética. ¿Un producto artístico tiene valor por sí mismo o requiere un aspecto social? Savall nunca ha pasado por esta confrontación. Lo tiene muy claro: el arte debe aportar algo al progreso de la humanidad. Algo más que puro esteticismo. Volcarse en este resulta lo más fácil, sobre todo cuando te vuelvas en repertorios vetustos. Un avestruz mete la cabeza en un hoyo perfumado y se queda tan contento. Pero Savall no es así. El maestro vincula su labor artística a preocupaciones sociales. Ya dio prueba de ello renunciando al Premio Nacional de Música en 2014; con ese gesto, denunció el desinterés y la incompetencia gubernamental a la hora de proteger arte y artistas.
El programa del domingo constituyó otro gesto de preocupación humanitaria. Todas las piezas se conectan por traducir musicalmente efectos naturales (tormentas, acción del agua, el fuego y la tierra, tempestades...). Savall no se conformó con presentar un repertorio curioso, interesante y efectista. Savall no se conforma. El maestro lo aprovechó para recordar la necesidad de cuidar nuestro planeta Tierra, amenazado, en primer lugar, por la degradación a la que lo somete ese animal irresponsable que es el humano. Y con semejantes actitudes humanistas y humanitarias Savall se internó en unas músicas complejas y construidas con la mayor coherencia.
Por ejemplo, la demostrada por un Rebel que establece un programa de fascinante sofisticación para representar Les éléments. En esa partitura, no existe armonía ni instrumentación que no se conecte con el agua, el aire, el fuego y la tierra. Un planteamiento así se nutre de algo que ya no es humanista, sino más bien barroco: el conceptismo (por lo que tiene de conexiones lingüísticas, más que el filosófico conceptualismo). Y funciona.
Igual que los "Aires pour les matelots et les tritons" de la Alcione de Marais, ese francés que hizo de la melancolía una potencia. En este caso, los efectos naturales se unen a los seres mitológicos, y el fresco entre lo racional y lo irracional se fusionan a la perfección.
Exactamente igual sucede con la Wassermusik de Telemann, que representa flujos y reflujos del agua a orillas de Hamburgo pero también añade su ración de Tetis, Neptuno y Náyades. La conexión con los demás compositores no se encuentra sólo en la temática, sino también en un estilo francés que asimila el músico alemán más cosmopolita. Por su parte, del más universal de los barrocos franceses, se tomaron fragmentos "medioambientales" de Les Indes galantes, Hippolyte et Aricie y Zoroastre. El resultado interpretativo de todo el concierto fue excelente, pero porque hubo excelencia en cada una de las obras. La atención a las identidades propias de los compositores se unió a los rasgos estéticos de toda una época. Esto se consiguió gracias a la inmensa labor filológica de Savall, claro, pero también a la ejecución de unos instrumentistas formidables técnicamente.
El gesto del director es siempre claro, incluso demasiado para aquellos que sólo disfrutan contemplando arabescos sobre el podio, pero que nadie se engañe: tras esas manos desnudas y limpias existe un trabajo de desentrañar lo más complejo que no aguantaría cualquier humano. Y enfrente, esa dificultad latente es recogida por unos instrumentistas en estado de gracia constante. Todos creen en lo que hacen y consiguen que el público disfrutara con música ya lejana pero que alcanzó la cercanía de un salón pequeño. Eso ocurrió en la sala sinfónica del Auditorio, no lo olvidemos, y en un espectáculo que duró hora y media sin descanso.
El público se encontró tan feliz que incluso aceptó con ganas la propuesta de palmear en la primera de las dos propinas (y palmeó con más gracia que en la Radetzky de todo Año Nuevo, las cosas como son). Y feliz Savall también, que no dudó en celebrar a todos los componentes de su formación, algo que sólo saben hacer los grandes de verdad.
Juan Gómez Espinosa
Homenaje a la tierra. Tempestades, tormentas y fiestas marinas en el Barroco europeo.
CNDM. Universo Barroco. Temporada 2022/2023.
Obras de Jean-Féry Rebel (Les éléments), Marin Marais ("Airs pour les matelots et les tritons", de Alcione), Georg Philipp Telemann (Wassermusik, Hamburger Ebb’ und Flut, TWV 55:C3) y Jean-Philippe Rameau (ORAGES ET TONNERRES de Les Indes galantes, RCT 44, Hippolyte et Aricie, RCT 43 y Zoroastre, RCT 62).
Intérpretes: Le Concert des Nations, Jordi Savall (dirección).
Fecha y lugar: 7 de mayo de 2023, Auditorio Nacional de Música de Madrid (Sala Sinfónica).
Foto © Rafa Martín