Noche vibrante para celebrar el 250ª aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven con dos obras muy especiales. Tuvimos la suerte de disfrutar de las intervención de dos grandes ejecutantes, como eran el pianista británico Steven Osborne, uno de los más laureados a nivel internacional tanto por sus premios y reconocimientos como por sus actuaciones en orquestas de todo el mundo, y el director francosuizo Joseph Bastian, que realizaba con este homenaje su debut en España, para después seguir de gira por Europa con numerosas orquestas.
Abría el Concierto para piano y orquesta nº4 en Sol mayor, op.58. Al contrario que su desastroso estreno en el Theater-an-der-Wien en diciembre 1808, como indican varias fuentes, la interpretación que realizó al OCG en el Auditorio Manuel de Falla fue fulgurante. Osborne demostró también su maestría con el instrumento solista, ya que la pieza requiere de unas exigencias idiosincráticas del sordo de Bonn. Desnudaba así la primera frase al piano y sorprendiendo por anticiparse a la orquesta, donde primó un intenso lirismo y magnífico empaste sonoro para conseguir un equilibrio de las voces que consiguieron la atención del público.
El Andante con moto, aunque corto, fue muy penetrante. Consiguieron un diálogo delicado y delicioso entre cuerdas y solista, donde las primeras comenzaban a irrumpir pero el segundo siempre se mantenía en su templanza, para finalmente ganar la batalla transmitiendo esa idea de ligereza y armonía.
De aires marciales con la incorporación de las trompetas y timbales, aunque también con carácter amable, fue el Rondó (Vivace) llena de materiales tímbricos y armónicos; gran registro y juego de las voces en las que tubo presencia esa viril célula rítmica. Beethoven inauguraba así el concierto moderno.
Como muchos sabrán, las oberturas de Beethoven provienen de composiciones más extensas destinadas a diversas formas teatrales, aunque con frecuencia se interpretan como piezas independientes en los conciertos. Coriolano, obertura, op.62 anticipa y presenta el drama escrito por Heinrich Joseph con Collin (1771-1811), basado en las Vidas paralelas (96-117 d.C.) de Plutarco (46-127 d.C). Escrita en forma sonata, fue la primera obra dentro de este campo de la música incidental a la que se enfrentó el maestro.
Escuchamos la contraposición de dos temas, representando al propio héroe romano Coriolano, con un potencial nerviosismo e inestable, y a su madre, de forma delicada y lírica. Un choque y fascinante juego del que deriva un pathos trágico que pudo recordarnos dignamente a la Quinta sinfonía.
Cerraba la obra de un director con un fuerte temperamento como Beethoven, al cual homenajeó en varias ocasiones durante su carrera, la Sínfonía de cámara, op. 81ª (del Cuarteto de cuerdas núm. 4 en Re mayor, 1949; arreglos de Rudolf Barshái, 1990) de Dmitri Shostakóvich fue compuesta en secreta señal de solidaridad con los judíos; como con muchas otras de sus obras, esperó a tiempos propicios para poder estrenarla, por lo que se pudo comenzar a escuchar poco después la muerte del dictador por el cuarteto Beethoven en Moscú.
La instrumentación de Barshái incluía percusión, dos trompas, trompeta y celesta. Pudimos escuchar elementos de procedencia judía como en el primer movimiento Allegro, breve, donde las voces se superponían gradualmente dándonos la impresión de un número progresivo de instrumentos. El Andantino destacaba por su simpleza y expresividad, prescindiendo del drama y relatando ese sentimiento de sufrimiento y lamento que sufrieron no sólo en la Alemania Nazi, sino también en la Rusia Zarista y en la propia Unión Soviética del que Shostakóvich era consciente. Escalas modales y el ostinato dominaron el tercer movimiento Allegreto de impulso constante, quizás el más rimbombante de todos. Enlazaba sin darnos cuenta con el Allegreto final con una nota ligada por el chelo y el pizzicato de las demás cuerdas. Temas típicos de la música Klezmer con aire dancístico aparecían para terminar de forma misteriosa y parecida al principio, pero esta vez con el contrabajo manteniéndose.
Gran selección para conmemorar el año Beethoven en el que nos encontramos, un homenaje que no escapa a las orquestas de todo el mundo, ya que le debemos ese espíritu moderno y revolucionario. Un genio fuera de serie, auténtico titán de la historia de la música.
Antonio Madueño Madueño
Steven Osborne, piano. Joseph Batian, director.
Repertorio: I parte Ludwing van Beethoven. Concierto para piano núm.4 en Sol mayor, op.58. II parte Ludwing van Beethoven. Coriolano, obertura, op.62. Dmitri Shostakóvich/Rudolf Barshái. Sinfonía de cámara, op. 83ª.
Auditorio “Manuel de Falla” de Granada.
Foto © Orquesta Ciudad de Granada