Debemos estar muy contentos, porque en esta Semana Santa el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) ha programado como eje central de uno de sus ciclos estrella, el Ciclo ‘Universo Barroco’ que se desarrolla en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional, una de las obras maestras de la historia música con criterios historicistas, la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach (1685-1750), a cargo de unos de nuestros más solventes grupos de música históricamente informada, los catalanes Vespres D’Arnadí, junto al Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Creo firmemente que el CNDM debe apostar por las producciones españolas de música, sea propia o ajena, puesto que es una de sus señas de identidad, ya que incluso le da nombre.
Para esta destacada efeméride se encomendó la labor de la dirección musical al ya legendario tenor Christoph Prégardien, que conoce la obra de un modo extraordinario, puesto que ha interpretado el rol de Evangelista en innumerables ocasiones bajo las más prestigiosas batutas y con los conjuntos musicales internacionales más reconocidos, ofreciendo algunas de las interpretaciones del oratorio referenciales, tanto en grabación como en vivo. Este hecho y la participación de nuestros músicos como principales intérpretes, junto a una mayoría de jóvenes talentos nacionales como solistas vocales, hacían que la cita fuera especialmente ilusionante para la interpretación de esta inconmensurable y genial composición.
Omitiremos en esta ocasión cualquier explicación musicológica o que ponga en relieve la importancia o que explique la fascinante creación musical que estábamos a punto de degustar, puesto que esta es una de las obras que yanto la labor de musicología moderna como la programación de ella en concierto a lo largo y ancho del globo, permite obviar su puesta en contexto, gracias a Dios.
Vespres D’Arnadí se situó en escena con las dos orquestas que componen la pieza manifiestamente separadas, y justo detrás de ellas dos se situaron los dos coros, con un Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana claramente ampliado -puesto que su plantilla habitual es más reducida-, lo que permitió un efecto estereofónico muy agradable y clarificador de la Pasión, durante toda la interpretación. Los solistas vocales, a excepción de los roles del Evangelista y de Jesús, cantaron durante todo el concierto también desde sus respectivos coros, práctica habitual durante la época de Bach.
El primer número, Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen, marcó lo que fue la tónica general de la interpretación de los números en conjunto, que podemos calificar de tutti, en el concierto, con las dos orquestas y los dos coros interpretando su fascinante música, a la que se sumó en este fragmento el Cor Infantil de L’Orfeó Català, y que fue lo mejor del concierto. Las dos orquestas y los dos coros, en perfecto equilibrio, musicalidad, y siempre atentos a las indicaciones de Prégardien, nos brindaron los mejores momentos de la velada, imprimiendo fuerza, empaque, estilo, un buen fraseo, estilo, convicción, formidable sonoridad y compromiso emocional con la música. La bella sonoridad imprimida a cada número, así como el carácter correcto y un gran seguimiento de los afectos barrocos permitieron disfrutar en estos fragmentos de una Pasión según San mateo de gran nivel y sin desmerecer ni un ápice de cualquier versión europea considerada como ‘referencial’.
Debemos observar que el coro infantil, conformado por 28 cantores, fue de excesivo número, puesto que contrasta sobremanera con los efectivos corales de los coros adultos, constituidos por cinco cantantes por voz como promedio. Este gran número de voces infantiles hubieran sido necesarias para una versión menos camerística de la Pasión.
En el apartado solista vocal debemos destacar sobremanera la labor técnica, estilo musical y expresividad de David Fischer, quien firmó un intachable rol de Evangelista, sin que estar bajo a las órdenes de quien fuera uno de los mejores Evangelistas que la interpretación moderna de este complejo y mítico papel, Christoph Pégardien, mermara o pusiera nervioso aparentemente a Fischer. David Fischer asombró a la sala con su bello timbre que conjugó a la perfección una voz que encaja a la perfección con la escritura bachiana, que su registro vocal se sentía siempre cómodo en el agudo, y que realizó una intachable y modélica prosodia del idioma germano en todos y cada uno de sus recitativos, que fueron acompañados de un bajo continuo a la altura del solista vocal, desatacando muy especialmente al director titular y fundador de Vespres DArnadí, el siempre seguro, musical y elocuente Dani Espasa en el clave y órgano positivo, el motor estabilizador del continuo, el siempre seguro violonchelista Oriol Aymat, y con el toque de imaginativo color de Pablo FitzGerald en las realizaciones de unos exuberantes arpegios vitalistas en el archilaúd, de sonoridad siempre audible, cualidad particularmente a tener en cuenta.
En las labores solistas del resto de cantantes debemos destacar al barítono Guillem Batllori, quien fue un muy solvente intérprete de las muchas arias que debió interpretar, mostrando una buena línea vocal de bello timbre, particularmente en el registro medio y agudo, a la vez que fue muy notable su desempeño de los dos roles de Pilato y Judas que desempeñó, de un modo rotundo y expresivo, con una dicción del alemán intachable.
Completó el elenco vocal unas voces jóvenes de mucho empeño, dedicación y que pudieron ser escogidas con un criterio más exigente, teniendo en cuenta la obra que nos ocupa y el escenario en el que se iba a desarrollar la velada.
Christoph Prégardien, conocedor de hasta el más mínimo detalle de la Pasión bachiana, fue un director musical que denota su condición de Evangelista cantante, al basar su interpretación muy inteligentemente en el profundo significado del texto de la pieza, dando indicaciones de agógica y articulación basados siempre en éste. Sus indicaciones, siempre sin batuta, fueron siempre muy comedidas, de gran efectividad por ello cuando así indicaba algo más rotundo, pero siempre de una musicalidad espléndida, y además debemos destacar las particulares visiones, los tempi escogidos y los matices que escogió para interpretar los corales, de original y siempre convincente y elocuente lectura.
Vespres D’Arnadí mostró muy buenas cualidades en los ya mencionados fragmentos de conjunto, y con algunas intervenciones de sus miembros que actuaron muy destacables, como solistas muy destacables, como el solo desempeñado por la violinista Farran James en el aria siempre deliciosa Erbarme dich, mein Gott, concertino de la orquesta. Mostró un sonido realmente bello, empastado y conjuntado la sección de violines de la segunda orquesta, bajo las ordenes de la que fue su jefa de sección, la violinista Alba Roca, verdadero líder intachable de esta cuerda, e impulsora de un tactus estable y seguro de su respectivo grupo instrumental.
El público ovaciona muy cálidamente con sus vítores y aplauso esta monumental obra de arte que siempre que se representa eleva las almas yt emociona a cualquiera que escucha y disfruta de su música.
Simón Andueza
David Fischer, tenor, Pau Armengol, barítono, Mercedes Gancedo, mezzosoprano, Mireia Tarragó, soprano, Tànit Bono, Mercè Bruguera y Lara Morger, mezzosopranos, Mathew Thomson, tenor, Guillem Batllori, barítono.
Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Cor Infantil de L’Orfeó Català.
Vespres D’Arnadí. Christoph Prégardien, director.
Ciclo ‘Universo Barroco’ del CNDM.
Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música, Madrid.
24 de marzo de 2024, 18:00 h.
Foto © Elvira Megías