Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Gemma New y Stephen Hough, lección de estilo y musicalidad - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 26/05/2024

El 17º Programa de abono OSCyL en su sede vallisoletana, volvió a enriquecer su currículo orquestal, presentando a Gemma New (Wellington, Nueva Zelanda, 1986) como Directora invitada.  Formada en el Instituto Peabody, USA, y en la Universidad de Canterbury de su país, Directora musical de la HPO de Hamilton durante 9 años, Residente e idéntica tarea en la SLSO de San Luis y, desde 2019, invitada en la de Dallas; Premio "Sir G. Solti" de su Fundación en 2021 y desde este 2024, Directora Principal de la Sinfónica de su País. Como solista invitado, también presentación de Sir Stephen Hough, Primer Premio en el Concurso Internacional de Piano de Naumburg 1893 y, desde entonces, su lanzamiento mundial ha sido imparable, con más de 60 álbumes grabados y premiados, siendo además compositor y escritor; ocupa la Cátedra de Piano en su College Royal de Manchester y en la Juilliard School, NY. Abordó el Concierto para piano en La m., op. 16 (1868) de Grieg.

El programa se inició con el estreno en España del Divertimento para cuerdas, IGB 13 (1965) de la violinista, pianista y compositora polaca Grazyna Bacewick (Lodz, 1909-Varsovia, 1969), encargo de K. Teutsch, violinista y Director del Conjunto de Cámara de la Filarmónica de Varsovia, basado en el formato del S. XVIII y en su afán personal de que el público lo pase bien con su música, aunque su dificultad interna exija a sus intérpretes calidad técnica y musical, en particular a los violines, pues ella fue gran solista del instrumento. Tres movimientos: Allegro, Adagio y Giocoso, de carácter ligero y sencillo el 1º, pero de complicada afinación y ajuste de las distintas figuras (tritonos, staccato, glissandos, ...) que tocan las distintas secciones; el Adagio es nostálgico y reflexivo, de complejo contrapunto en el que son ocasionales y breves solistas las distintas voces, hasta que la calma inicial pasa a un expresivo tutti, que termina perdiéndose muy poco a poco. El Final muestra la fértil imaginación y riqueza de ideas de la compositora; mucha articulación desde el salto de violas, pizzicato del violín II y glissando del I, juegos variados en las cuerdas de grandes colores tonales; lo "giocoso" del movimiento está en los cómicos toques "ordinarios" y "sul ponticello" y, típico en la autora, escalas interválicas que muestran su dominio del sonido orquestal. La versión fue estupenda, ya que Gemma New, de grácil figura, demostró conocer el repertorio elegido en profundidad, atenta a todos los detalles y comunicando muy con los músicos, a los que hizo latir exactamente a su pulso marcado. Los 8 minutos aproximados de la obra se siguen bien y fueron aplaudidos con fuerza por el público, tanto para las cuerdas de la OSCyL como para la neozelandesa.

El único Concierto para piano escrito por el noruego Grieg, (nos vino al recuerdo Pedro Zuloaga, pianista vallisoletano que lo adoró siempre), revisado varias veces, tuvo una interpretación exquisita pues, tanto el solista Sir Stephen Hough, como la Directora Gemma New, conectaron con la OSCyL para darle y darse un baño de musicalidad, elegancia y finura, con un sonido de calidad siempre medido desde el pianísimo al mezzoforte, con variedad dinámica y expresión máxima, siguiendo toda la agógica que plantea el compositor fiel y delicadamente, creando ambiente y siendo vital en el Allegro de apertura, el ritmo moderado. El pianista, increíble su pureza de sonido en pianísimo, haciendo etérea la música como la atmósfera nórdica y con un rubateo de suma elegancia nota a nota, que hizo hermosa su 1ª cadencia y bello el diálogo con acertados flauta y trompa. El clarinete presentó bien el tema inicial tras el vigor y redoble del timbal de justo volumen. Adagio íntimo y onírico, todos sensibles y musicales; las tres secciones del Final con relación perfecta entre los tempi de cada una,  flautas líricas y con bonito legato y pianista  emotivo y jovial antes de volver al brío inicial con perfectos reguladores. En fin, versión sobresaliente en la que todos hicieron excelente trabajo uniforme, detallado y en estilo, que provocó entusiasmo en la Sala. Tras salidas y saludos varios, el solista hubo de añadir una muestra completa de su capacidad pianística: expresividad y canto de las melodías con ese  toque sutil en pianísimo que volvió a cautivar, dominio y serenidad absolutos y un buen gusto total, obligándose a nuevas salidas entre ovaciones.

Por los mismos cauces navegó la "Escocesa" de Mendelssohn (iniciada en 1829 y retomada para su fin en el 42). Gemma New estudió la música del compositor en Leipzig con Kurt Masur, y a fe que la asimiló y entendió a la perfección, manteniendo su estilo de primar la calidad sobre la cantidad, ropaje que a esta Sinfonía le cae estupendamente, pues las ideas que derivan del  viaje del autor por tierras escocesas, no se ciñen estrictamente a su folklore sino a la impresión que el paisaje y esa Capilla del Palacio de Holyrood destartalada, le provocan. New condujo con flexibilidad y justeza (éso tan difícil de lograr), destacando sin forzar los múltiples detalles en la obra; qué bonita la famosa "ola cromática" de las cuerdas y el tema "holyrood" tan básico en la obra y original orquestación; clarinete y cuerdas graves en el Scherzo o los vientos y cellos en el bello Adagio; se libró con acierto el peligroso tema "guerriero" de violines en el vivacissimo del final, en el que parecen flotar los kilts  de los highlanders, y qué sentido el diálogo clarinete-fagot que devuelve la serenidad para el final. El éxito acompañó a todos, cabeceras (gran papel del concertino invitado), OSCyL y Directora, abrochando el delicado y musical programa.

José Mª Morate Moyano

 

Sir Stephen Hough, piano

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Gemma New

Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid

198
Anterior Crítica / Cenerentola en casa de Olympia - por Juan Carlos Moreno
Siguiente Crítica / Rachmaninov frente a Stravinsky, los polos opuestos se enriquecen - por Luis Suárez