La que a priori parecía extraña combinación, Un superviviente de Varsovia y la Sinfonía nº 9 beethoveniana, ha terminado siendo un acierto de la Sinfónica de Bilbao, aún más al disfrutarse de ambas obras sin solución de continuidad. Así, tras el dolor de la breve obra de Schönberg llegaba la magnificencia de una de las obras principales del compositor que va a convertirse –más si cabe- en este 2020 en protagonista absoluto de la vida musical del orbe: Ludwig van Beethoven.
Erik Nielsen se creyó el proyecto y es de agradecerle el poder disfrutar en concierto de abono de la opus 46 de Schönberg, obra cruda, subjetiva, descarnada. Y en bello contraste, tras la Europa destruida por el régimen nazi y simbolizada en una Varsovia arruinada Erik Nielsen traslada al oyente a la obra que significa, quizás más que ninguna otra, dignidad, esperanza y futuro.
Nielsen describió la primera con pericia, desentrañando sus estructuras dodecafónicas hasta hacerlas accesibles al público de abono. La Sinfonía nº 9, op. 125 de Ludwig van Beethoven tuvo como protagonista, además del director, a una Coral de Bilbao en estado de gracia, con sonido contundente pero medido, de fieros contrastes y con frases a media voz de gran belleza. Entre los solistas, mucho mejor ellas, la soprano Mirjam Mesak y la mezzo Sofia Pavone, que ellos, el tenor Richard Cox y el bajo Milan Siljanov, que también ejerció de narrador en la primera obra.
Un concierto breve pero denso, valiente en su diseño pero descriptivo de pasado y presente. Un concierto que sirve para reflexionar donde podemos terminar si hacemos oídos sordos a la realidad. En definitiva, un acierto de la Sinfónica de Bilbao.
Enrique Bert
Orquesta Sinfónica de Bilbao y Coral de Bilbao / Erik Nielsen.
Obras de Arnold Schönberg y Ludwig van Beethoven.
Palacio Euskalduna, de Bilbao.