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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Frozen in time: Sonidos tectónicos - por Ramón García Balado

Santiago de Compostela   - 26/04/2022

Primicia anunciando en cartel de la Real Filharmonía de Galicia con Paul Daniel fue Frozen in time de Avner Dorman, a la que se añadía la Sinfonía nº 4 Op. 29 (La inextinguible), del danés Carl Nielsen. Avner Dorman es un músico israelita/norteamericano con formación en la Juilliard School, tras tres becado por la CV Starr, para recibir la docencia de John Corigliano, y seguir en la Buchmann-Mehta School of  Music, de Tel Aviv, con Josef  Bardanashvili, Recibió el ACUM Prize por la Ellef Symphony y el Premio de Cultura de Israel por el ciclo de canciones Boaz. Naxos grabó sus obras para piano, en interpretación de Eliran Avni, y el Concierto de cámara para mandolina, receptor de un Grammy, en 2010, Nigunim, un concierto para violín, también recibió una notable aceptación, una obra que procede de una sonata para violín y piano, dedicada a Gil Shaham y Orli Shaham.

Frozen in time, forma parte del capítulo de obras dedicadas a la percusión de concierto, en las que también aparecen Spices, Perfume, Toxins y Eternal Rhythm, compuestas en un período cercano, entre 2006/9. De su firma, dos óperas en la vanguardia contemporánea, Wahnfried y Der Kinder des Sultans. La obra que escuchamos, es una indagación sonora en las profundidades tectónicas, traducidas en impactos sonoros a través de sus tres tiempos, en los que los recursos percusivos marcan la pauta.

Una serie de instantáneas imaginarias que parten de las masas terrestres primordiales ancladas en aquella  Pangea informe, que se reparte desde los tres tiempos que se presentan como Indoáfrica, Eurasia  y Las Américas- en las cercanías del hard-bop-, sostenidos en lo musical por la recurrencia a las inspiraciones sonoras que proceden de raíces que van desde las variantes jazzísticas, a los modismos étnicos y otras fuentes al uso. El resultado, resulta un trabajo impactante en lo sonoro, encuadrable en una obra que se acerca a la media hora.  Paul Daniel, entusiasta anfitrión, presentó al percusionista como el top-ten de las descargas maratonianas, y a fe que lo confirmó por su portentoso poderío de recursos.

Carl Nielsen y la Sinfonía nº 4 Op. 29 (Inextinguible), definida en los parámetros de la tonalidad ampliada y que para el director, resultó una inmersión en las brumas, y por sus  cuatro tiempos sin solución de continuidad, afirma  la puesta  al día un conflicto de tonalidades o un alejamiento de ellas. Estilo más moderno y una muestra de fracturas e imágenes negativas  más provocadoras.

La puja de timbales emplazados en lugares opuestos, son protagonistas absolutos por momentos  para la configuración rítmica de los temas, algunos, como el que abre la obra, se plantean como crispadas urgencias. Detalles como las amplias secciones  en las maderas, nos descubren afinidades con Mahler, mientras que una melodía de los violines en pasajes  en fortissimo, con pizzicatti del resto de cuerdas y timbales, se cargaban de un sentido dramático, que nos acercan al sinfonismo de Shostakovich. La figuración rítmica con saturados desplazamientos de acentos, creaba estados de ambigüedad, dentro de una apabullante inventiva y poderío sonoro.

El Allegro no duda en enfrentar grupos temáticos en perceptibles contradicciones, detalle que se amplía en el desarrollo en una prevista sucesión de crescendi y fortissimi encendidos, que se caldean en el Poco Allegretto, evitando lo que pueda sugerir un Scherzo, en el  que se propone la evocación de una exuberante floración de la naturaleza, idílica por excelencia y en el que predominan las sonoridades de las maderas, y con un motivo del oboe, en la sección central, encabalgado sobre pizzicatti de cuerdas, hacia un necesario desvanecimiento en su trayecto hacia un Poco Adagio quasi andante sobre los clarinetes en actitud receptiva, antes de la entrada de violines en registro agudo, desarrollando una clara melodía profundamente expresiva, acentuada por los timbales empeñados en marcar territorio desde el comienzo de la obra.

El Allegro final, se confirmó  con una larga melodía desde los primeros violines  en su registro más agudo, que según el curso previsible, se veía  interrumpida por los insistentes timbales, una rítmica obsesiva, línea maestra de esta aventura sonora, con la mente puesta en los persistentes contrastes dinámicos. Perfecta declaración de principios estéticos, en los que la conclusión en diminuendo en la lectura de la propia orquesta, que  preparaba  el espacio de nuevo para las dramáticas tensiones auspiciadas en pleno señorío, por los timbales en un definitivo fortissimo de presumible talante épico, en esa actitud vitalista. ¿Podría tocarse con la punta de los dedos este tiempo con Indoáfrica de Frozen in time?

Ramón García Balado

 

Martin Grubinger

Real Filharmonía de Galicia / Paul Daniel

Obras de Avner Dorman y C. Nielsen

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela       

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