La sexagésimo tercera edición del Concurso Internacional de Piano ‘Premio Jaén’ ha tenido el acierto de contar para su concierto inaugural con una figura del teclado como es el pianista suizo Francesco Piemontesi. Se presentaba con un programa muy atractivo en el que las obras de Bach, Busoni y Schubert reflejaban la auténtica dimensión de estas figuras de la creación musical que llegaron a ese ideal de pensamiento artístico en el que verdad, bondad y belleza se integran con absoluta unicidad.
Para afrontar tal pretensión se necesita un traductor que tenga asumida esa responsabilidad estética. Francesco Piemontesi ha hecho suyo tal compromiso desde la gran formación recibida de maestros como los grandes pianistas Ari Vardi y Alfred Brendel, y el inestimable complemento que le ha significado trabajar con figuras tan relevantes como Murray Perahia, Cécile Ousset y Alexis Weissenberg, de los que sabido extraer y aprovechar lo más destacado de su personalidad artística.
Sabiendo situar cada nota en el contexto de la obra con adecuado sonido y sentido del tempo, inició su actuación con los Seis Momentos Musicales D 780 de Franz Schubert. El Moderato que abre esta colección sirvió para que se apreciara la sensibilidad de su pulsación, de manera particular en el modo de acompasar los tresillos del fascinante trío que tocó con suma idealización. Cantó la parte central del Andantino que le sigue con tal grado de exquisitez, que se hizo un instante singular por lo sublime de su dicción, convertida en un rapto de pasión en el siguiente episodio, que expuso de modo contrastante.
El tercero, el más popular de los seis, Allegro moderato, lo hizo sonar con ese grado de evocación magiar cuyo secreto sólo conocen entrañablemente los músicos del bajo valle del Danubio. Con cierto aire de tocata afrontó la interpretación del cuarto, que contrastó con especial sentimentalidad en su parte central y con determinante tensión en su final, bien contra-cantado por su mano izquierda. Con un arrebato que rayaba en un delirio liederístico, realizó el quinto jugando con los destacables efectos dinámicos que en él pide el compositor. Terminó con una emocionante interpretación del Allegretto que cierra el conjunto de la obra, llevando al oyente a experimentar los inescrutables rincones del espíritu musical de Schubert en la constante e irresuelta interrogación que aquí plantea. La traducción que Piemontesi hizo del insigne compositor vienés generaba una gran expectativa ante su Sonata en La, D 959 con la que iba a concluir el recital.
El monumental Preludio y Fuga en mi bemol mayor BWV 552 de Juan Sebastián Bach, transcrito para piano por Ferruccio Busoni, sirvió para desatar todas las tensiones contenidas al dar rienda suelta al gran mecanismo que detenta este pianista, notándose preocupado en todo momento por la resonancia del instrumento en el recinto del teatro en su deseo de imitar al órgano, resultado que logró desde su gran técnica de pedal, lo que le permitía desarrollar una poderosa sonoridad. Ésta se convirtió en profunda y misteriosa en el coral Nun komm’ der Heiden Heiland, BWV 659 de Bach, originariamente para órgano, adaptado también por Busoni, que abría la segunda parte del programa, en el que se manifestaron los inmensos y profundos graves que puede alcanzar este intérprete.
Terminó este apartado del recital dedicado a transcripciones con la que realizó el gran pianista alemán Wilhelm Kempff de preludio coral para órgano Wachet auf, ruft uns die Stimme BWV 645 de J. S. Bach donde Piemontesi volvía a destacar en los graves en contraposición al canto, dejando una sensación de altísima evocación bachiana.
Para su conclusión, el programa volvía a Schubert en una de sus sonatas más singulares, la D 959 en La mayor, penúltima de las veintitrés que intentó completar a lo largo de su corta y fructífera existencia, y que terminó menos de dos meses antes de su muerte. La exposición del primer movimiento estuvo marcada por un realce de la tonalidad como fuente y a la vez destino del mensaje que pretende el compositor, facilitando así la escucha y comprensión de su desarrollo, que se transformó en fascinante ante la forma en que transmitió la coda.
El siempre esperado Andantino cubrió sobradamente las expectativas que genera su sugestivo balanceo inicial desde una pulsación acariciante. Llegó posteriormente a una transformadora catarsis expresiva en el pasaje central, en el que Piemontesi alcanzó uno de los momentos más trascendentes del recital, desarrollando todo el avasallador pathos que encierra este episodio. Después de la variada recapitulación, realizada con enorme sentimiento, se adentró en el saltarín staccato del tercer tiempo con una precisión técnica y gracia natural que hacían recordar al mejor estilo vienés convertido en una vivaz danza, siendo ésta contrastada por la elegante lentitud con la que interpretó su corto y esencial trío. El rondó final, como culmen de una lectura del más alto nivel, el pianista confirmaba su calidad de músico por encima de sus recursos técnicos de enorme virtuosismo, que supo poner siempre al servicio de una dicción impecable, culminando una actuación en parangón con la importancia del evento que se inauguraba.
La íntima delicadeza que empleó en el bis que ofreció, el Minueto en Sol menor, HWV 434-4 de George Friedrich Händel, en su forma original, quedará siempre en la memoria del que suscribe.
José Antonio Cantón
Francesco Pemontesi, piano
Concierto Inaugural del 63 Concurso Internacional de Piano ‘Premio Jaén’
Obras de Bach/Busoni-Kempff y Schubert
Nuevo Teatro ‘Infanta Leonor’ de Jaén / 21-IV-2022