DEL CONCIERTO AL ESPECTACULO
No vamos a descubrir ahora las grandes cualidades de Juan Diego Flórez que confirmó en el programa previsto que cantó en Peralada. El tenor ha realizado una larga carrera y mantiene la calidad de sus interpretaciones, en un periodo que su voz tiene la lógica evolución, que le lleva a buscar nuevos caminos. El instrumento se va ensanchando, mantiene la brillantez en el registro agudo y su calidad de intérprete, pero determinadas obras exigen una mayor intensidad.
Uno de los repertorios que más se avienen con la evolución de Flórez es sin duda el francés y dio una impecable muestra en el aria de Roméo et Juliette, de Gounod, cantada con un fraseo preciso, claro, sutil, al igual que el dúo de la misma obra, donde contrastó las dos situaciones del momento, el amor y la despedida. Los mismos resultados surgieron en el aria de Faust, con un depurado estilo, una dicción impecable y un brillante registro agudo, al igual que en Manon, de Massenet expresado con un gran impulso juvenil y con la ilusión de un gran sentimiento.
Las obras italianas estuvieron representadas por Lucia di Lammermoor, el dúo y la escena final, donde volvió a surgir su musicalidad, su capacidad expresiva desde el fragmento amoroso, expresando la evolución de su sentir, hasta en “Fra poco a me ricovero” donde destacó el dolor por la separación de Lucia y la desesperación por su muerte. Puccini es el nuevo repertorio que Florez asume, aquí se cambió el orden cronológico de las arias, para acabar con el dúo final del primer acto de La bohème, donde su inteligencia superó las dificultades de está pagina, con una dicción de alta calidad, aunque este obra pide algo más de rotundidad.
Le acompañó la soprano de Armenia Ruzan Mantashyan, finalista del Concurso Viñas, con una primera parte más ligera, de buen fraseo, pero con una cierta dificultad en el registro agudo, interpretando el aria y los dúos de Roméo et Juliette y Lucia di Lammermoor, y estuvo mejor en las obras más afines a su repertorio, como la escena de las joyas, de Faust, el dúo de Manon, de Massenet y los dos fragmentos que cierran el acto primero de La bohème.
A la hora de los bises estos fueron generosos, pero Flórez quiso, como ya hizo en el concierto del Palau de esta temporada, dar un carácter más de fin de fiesta, con un aire desenfadado que a veces quedaba un poco forzado. Las interpretaciones incluían arias y canciones, como siempre ya han hecho los cantantes desde hace muchos años, o canciones acompañándose a la guitarra, como también hacia Victoria de los Ángeles. Las propinas empezaron con un delicado “O mio babbino caro”, bien cantado por la soprano, entusiasmó Flórez en Granada, de Lara y ambos interpretaron el pegadizo dúo de El gato montés, de Penella, Ante un publico entusiasmado cantó, acompañándose a la guitarra, tres canciones, entre ellas el famoso “Currucucú, paloma”, y acabó ante el fervor de un público entregado de antemano, con el manido “Nessun dorma”, de Turandot.
El concierto estuvo acompañado por la Orquestra Simfònica del Vallès, dirigida por Guillermo García Calvo, que supieron apoyar a los cantantes, con versiones contrastadas, destacando en sus intervenciones individuales como la obertura, poco programada e interesante, de Mignon, de Thomas, La Favorita, de Donizetti y el inspirado “Intermezzo” de L’Amico Fritz, de Mascagni, piezas poco habituales, lo que es de agradecer.
Juan Diego Flórez, Ruzan Mantashyan. Orquestra Simfònica del Vallès / Guillermo García Calvo.
Obras de Thomas, Gounod, Donizetti, Massenet, Mascagni y Puccini.
Auditori Parc del Castell, Peralada.
CANTO EXTROVERTIDO
El Festival de Peralada prepara cada año una programación más lírica al inicio del mes de Agosto, este año ha sido programado la presencia del tenor maltés Joseph Calleja que está haciendo una interesante carrera, después de su lanzamiento discográfico por parte de DECCA, por diferentes teatros europeos y también en América, especialmente en Nueva York. Se trata de un cantante con una voz bella, varonil, clara, potente, que posee una técnica que le permite afrontar un amplio repertorio.
En este recital hubo dos partes bien diferenciadas: la primera dedicada a arias de ópera y la segunda al mundo de la canción. Empezó con “Quanto è bella”, de L’elisir d’amore, de Donizetti , que sin ser el fragmento más popular de la obra, es el que define el carácter de Nemorino, Calleja cantó con musicalidad, aunque le faltó resaltar más la inocencia del personaje. Siguió con la escena de la flor, de Carmen, de Bizet, a la que dio pasión y seguridad, para continuar con el repertorio francés con Werther, de Massenet, remarcando con un buen fraseo el dolor del poeta de forma homogénea, acabando la primera parte con repertorio italiano, “Ah, la paterna mano” del Macbeth de Verdi, donde expresó el dolor por la muerte de los seres queridos y “E lucevan le stelle”, de Tosca, de Puccini, que desde la contención dio vida a la desesperación del pintor, con una zona alta muy brillante y un buen sentido dramático.
La segunda parte empezó con Niet, toldo tot kto zhnal, de Tchaikovsky, en una interpretación muy contrastada, a la que siguieron dos canciones de Tosti, Ideale y A vuchella a las que aportó su buena línea y, a continuación, recordando la música de su país cantó Kebbies tal Fanali, de su compatriota Joseph Vella (1942-2018), partitura de sentido melódico e inspiración, donde el cantante evidenció sus cualidades y su sólido registro agudo. Acabó el recital programado con dos inspiradas piezas Vaghissimma sembianza de Donaudy y Mattinata de Leoncavallo, bien cantadas que mejorarían con mayor contraste. En el turno de “bises” interpretó la romanza de La tabernera del puerto, de Sorozábal, con un estilo expansivo, un buen castellano y brillantes efectos, La vie en rose, algo apagada, O Sole mio, versión musical pero necesitada de mayores matices, para acabar con una interesante versión de la canción Because.
Estuvo acompañado por el excelente pianista Vincenzo Scalera, que a sus 80 años dio una prueba de vitalidad y sentido musical, acompañando y apoyando al tenor, y luego, como solista en dos páginas tan inspiradas como la “Méditation” de Thais y 3 Preludes de Gershwin.
Joseph Calleja, Vincenzo Scalera.
Obras de Donizetti, Bizet, Massenet, Verdi, Puccini, Tchaikovsky, Tosti, Gershwin, Vella, Donaudy y Leoncavallo.
Església del Carme. Festival de Peralada.
LA MUSICALIDAD COMO EJEMPLO
En el apartado dedicado a la música barroca, asistimos a un concierto de alta calidad con la presencia de la barcelonesa Núria Rial y el sevillano Juan Sancho, que dieron una lección de cómo se interpreta Händel y los resultados que se consiguen por calidad, profundización y amor a la música, unidos con el estímulo y la presencia de un conjunto tan profesional como la Capella Cracoviensis, dirigidos por Jan Tomasz Adamus, profundo conocedor de la obra del compositor.
El programa estaba muy bien pensado, con arias y dúos de Rodelinda, Alcina, Ariodante, Hercules, Judas Maccabaeus, Samson, Theodora, Il pastor Fido, Esther, Jephta y Acis and Galatea, asi como otras páginas, las Cantatas Cecilia y Aminta e Fillide, entre otros, donde se desarrollaban una serie de sentimientos de amor, emociones, religiosidad, afectos, etc., con total transparencia.
Núria Rial es una soprano con una voz muy bella, timbrada y muy bien proyectada con un canto de una exquisita musicalidad, un fraseo sutil y delicado, que profundizaba en cada palabra, una emisión segura y compacta dándole su verdadero sentido, con transparencia en la coloratura, llegando a su punto más álgido cen su versión de la Ode for Queen Anne.
Juan Sancho, tenor que estudió en Esmuc de Barcelona, tiene una voz de calidad, no excesivamente proyectada, pero su forma de interpretar penetra en el oyente porqué recrea sentimientos destacando su Alcina y formando en los dúos con Nuria Rial una pareja de total compenetración musical, en especial en Hércules.
La versión de la Capella Cracoviensis, dirigida por Jan Tomasz Adamus, mostró un estilo profundo, refinado, recreando la música bellísima del compositor, tanto desde el punto de vista de conjunto, homogéneo, bello y profundo, como los solistas, entre los que destacaremos los de trompeta, fagot y oboe.
Núria Rial, Juan Sancho. Capella Cracoviensis/Jan Tomasz Adamus.
Human Love, Love Divine. El Händel más divino.
Església del Carme. Festival de Peralada.
MERECIDO HOMENAJE CON UN RECITAL DE GRAN ALTURA
La clausura del Festival de Peralada estuvo dedicado a una gran “diva” Montserrat Caballé, figura fundamental en la vida del festival y también de Carmen Mateu, fallecidas hace poco, que lo crearon y lo llevaron al nivel internacional que tiene. Para ello que mejor que invitar a otra “diva” actual, Sondra Radvanovsky, con un programa que tenía puntos en común con la gran cantante catalana, que en lugar de hacerlo en el gran Auditorio se decidió programarlo en la Església del Carme, que sin duda permitía una velada más íntima y donde la voz de la soprano norteamericana, se expandía con todo su gran potencial.
Radvanovsky empezó el recital con canciones de Caccini, Alessandro Scarlatti, Gluck, Durante y Bellini, donde la cantante planteo unas versiones cuidadas, sutiles y muy musicales, acabó la primera parte con dos arias, una de Verdi de Il Corsaro, donde sonó brillante y segura, en el mejor estilo del compositor que impresionó a los asistentes, siguiendo con la escena de Roberto Devereux donde la soprano mostró su virtuosismo belcantista y su técnica para los difíciles planísimos, recordando como lo hacía Montserrat Caballé, eran los mejores de la ópera, y aprovechando alguno de sus comentarios al público explicó que tenía previsto cantarla en el Liceu en una de las próximas temporadas.
La segunda parte tuvo el mismo tipo de contenido con tres canciones de La regata veneziana, de Rossini y dos canciones de Puccini, manteniendo un amplio contraste en las primeras y la delicada melodía en las segundas. Continuó con Puccini con la última aria de Manon Lescaut que supo dar la desesperación, la soledad y la visión de la muerte cercana con un aire que conmovía. Cerraba el programa oficial con la difícil aria del Macbeth, en medio de la cual la soprano paró, salio a buscar la solución y al volver, en complicidad con el público que estaba pasando una gran noche, explicó que nunca antes le había ocurrido, pero que en la última representación de Luisa Miller, el mes de Julio pasado, el médico del Liceu le había diagnosticado asma. Afortunadamente se recuperó rápidamente, empezó nuevamente la aria y si había duda de su recuperación casi milagrosa, el final de la página verdiana, se alejaron todas las dudas.
La conexión entre la cantante motivada y el público entusiasmado era total, por lo que Sondra Radvanovsky dio varios “bises”, con obras que habían sido grandes creaciones de Caballé, empezando con Adriana Lecouvrer, cantada con encanto poético, Norma, donde supo dar el carácter contrastado y belcantista de la célebre “Casta Diva”, Tosca en la que reflejó el carácter rogatorio de la plegaria, siguiendo la inspirada aria de La Wally, de Catalani, acabando con un fragmento de El mago de Oz, estuvo acompañada por Anthony Manoli, en versiones correctas. El recital será de los que se recuerde por su calidad, por la entrega de la cantante y por su humanidad, explicando al público su emoción y haciendo un anuncio que el próximo año cantará en Peralada y lo hará con Aida, teniendo como compañeros a Piotr Beczala, Anita Rachvelishvili y Carlos Álvarez.
Sondra Radvanovsky, Anthony Manoli. Recital homenaje a Montserrat Caballé.
Obras de Caccini, A. Scarlatti, Gluck, Durante, Bellini, Verdi, Donizetti, Rossini y Puccini.
Església del Carmen, Festival de Peralada.
por Albert Vilardell
Foto: Núria Rial y Juan Sancho dieron una lección de cómo se interpreta Händel / © Mercè Rial