La novena edición del Festival Bach que reúne a músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, la Concertgebouw de Amsterdam y de otras procedencias, tuvo este año como acontecimiento central el estreno en la isla, y probablemente en Canarias, del oratorio Theodora de Haendel, en versión de concierto con una sugerente iluminación y proyecciones que ambientaron la acción.
El elenco de cantantes internacionales estuvo muy bien elegido. La gran canaria Tania Lorenzo se encargó del rol titular. Soprano lírico-ligera de grato color, homogéneo en toda su tesitura, incluso en los incómodos graves que Haendel le asigna, cantó con limpieza, expresividad y un fraseo intencionado. Comedida en la ornamentación, fue una Theodora ejemplar.
El contratenor Maayan Lich, Dydimus, de voz tímbricamente agradecida y emitida con naturalidad, volumen no muy amplio, algo escasa en el grave, es un músico imaginativo como demostró en las amplias y numerosas variaciones, especialmente en los dacapo pero no solo allí, de transparente coloratura, excelentes mesa di voce y extenso registro agudo.
Gunhild Alsvic, mezzo lírica, no desaprovechó ese bombón que es Irene, exhibiendo una voz cálida y de gran comunicatividad, especialmente en sus hermosísimas arias.
Bozhidar Bozhikilov, impactó por una voz de bajo poderosa, algo trabajosa en los pasajes más ornamentados, que confirió autoridad al despiadado Valens.
Steven Van der Linden, Septimius, mostró una voz de tenor lírico-ligero bien timbrada, que corría con facilidad y un canto sensible, aunque su parte fue la que más sufrió con los cortes. La versión ofrecida fue una amplia selección de 130 minutos, que incluyó los momentos más destacados, buscando mantener la coherencia en la acción dramática, a lo que ayudó el sobretitulado en español.
Ken Moussault se encargó de la dirección musical, con buena mano para conjugar la orquesta del Festival, cuerdas 5/4/3/2/1, parejas de flautas y oboes, clave y órgano de cámara, el Coro de Cámara Mateo Guerra, 27 cantantes seguros y bien preparados, y los cantantes solistas, obteniendo un sonido bien modulado, diáfano, y certeramente equilibrado, que adaptó a las características de cada uno de los solistas. Su tendencia a moderar los tempi, limitó el necesario contraste, desembocando en una cierta uniformidad general.
Con todo, En resumen, una notable versión de uno de los grandes oratorios de Handel, que puede abrir un filón para futuros festivales.
El día anterior en la Sala de Camara del Alfredo Kraus pudimos escuchar el Quinteto para cuerdas de Schubert a cargo de integrantes o colaboradores de la Filarmónica de Gran Canaria: Iriña Peña, violín; Adriana Ilieva, viola y Carlos Rivero e Iván Siso, cellos, junto al concertino de la Orquesta Nacional de Francia y asiduo al Festival, Bertrand Cervera como primer violín, en una ardorosa y bien trabada ejecución, sensata en el equilibrio entre las diferente voces y el empaste general, a la que habría pedido una entonación más ajustada al primer violín, su parte es realmente compleja, y una paleta dinámica más variada, escasearon los pianísimos, si bien cuando hicieron acto de presencia, como en el Trio del Scherzo, nos dejaron un momento de angustiosa belleza.
Previamente Cervera junto a Carlos Rivero y David Palanca al clave, nos ofrecían la Sonata BWV 1023 de Bach en una ajustada y austera lectura.
Juan Francisco Román Rodríguez
Tania Lorenzo Castro, Maayan Licht, Gunhild Alsvik, Steven van der Linden, Bozhidar Bozhikilov.
Coro de Cámara Mateo Guerra / Luis García Santana. Orquesta Festival Bach / Kent Moussault.
Obras de Haendel, Bach y Schubert.
Bertrand Cervera e Iriña Peña, violínes; Adriana Ilieva, viola y Carlos Rivero e Iván Siso, cellos.
Auditorio Alfredo Kraus, Las Palmas de Gran Canaria.