No hay pureza en la música, toda ella es mestiza, entreverada de corrientes, gestos y significados de los que quizá ignoremos su procedencia, su remoto origen, pero cualquier compositor no es sino un crisol de músicas viajeras, con más o menos fortuna en esa síntesis, o con más o menos originalidad.
Esta edición del Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, la vigésimo octava, toma como punto de partida el 700º aniversario de la muerte de Marco Polo, el epítome del gran viajero desde nuestro punto de vista occidental. Y, con tal motivo, pergeña un festival que refleje esa inquietud humana del no estarse quieto, del ir a buscar la novedad, de preguntarse que hay más allá de nuestro horizonte. En total han sido 13 conciertos más los 16 conciertos del ciclo FeMAAV, más un concierto didáctico, otro social, una conferencia y un taller de polifonía.
El FeMAUB su inauguración con un jalón más en el proyecto de recuperación de la música sagrada de Manuel García, en este caso con la Cuarta de sus misas, probablemente la más sólida y de calidad de las cuatro, donde el compositor sevillano demuestra un profundo conocimiento de los recursos vocales, con arias y dúos muy exigentes en puro estilo belcantista para el cuarteto solista formado por Carmen Paula Romero, Marina Pardo, César Arrieta y Enrique Sánchez, que brilló a gran altura, y una audacia armónica destacable. Numen Ensemble confirma que es un coro que debería tener más predicamento, y Jerónimo Marín, como director, se consolida como un experto en la música coral. Aún quedan algunas obras de García en este terreno religioso que merecería la pena que se recuperaran para obtener una visión completa de su producción.
Los días grandes del Festival, 6, 7 y 8 de diciembre, con tres o cuatro conciertos por día, han sido todo un festín para el oído atento. El día 6 de diciembre fue todo un acontecimiento el concierto conjunto ofrecido por la Capella Prolationum y la Danserye con un programa bien pensado y sumamente original: la canción Susanne un jour, todo un hit del Renacimiento, y su transformación en la Misa sobre ella del ignoto Pere Riquet (fl.1598-1619), maestro de capilla de La Seu d’Urgell, con todo el aderezo de un Introito, Gradual, Ofertorio y demás. Ambos conjuntos, comandados por el inquieto e imaginativo Fernando Pérez Valera, dieron toda una lección de recreación historicista con su puesta en escena cantando y tocando todos desde un facistol, con un facsímil en partitura de coro grande, y cuatro voces dobladas por los instrumentos habituales de la época: chirimías, flautas, corneta, sacabuches. Pocos conjuntos en España tienen su nivel y sonoridad rotunda en la interpretación de este repertorio.
Psallentes, en la Iglesia de San Pablo, ofreció uno de los más bellos conciertos posibles dedicado a Hildegard von Bingen. La pureza de emisión, el empaste inmaculado, la afinación impecable son rasgos de este grupo belga bien asentado en polifonías y monodias primitivas. Y la jornada cerró en el Auditorio de San Francisco, también en Baeza, con Los elementos, comandados por el contratenor y director Alberto Miguélez, de ascenso meteórico en el panorama nacional, pero que, pese a su juventud, posee una calidad indudable. Era la primera vez que lo escuchábamos como solista, y tiene una voz timbrada, de buena potencia teniendo en cuenta que es un contratenor, bien redondeada en la emisión y con una expresividad natural excelente. El repertorio, en el que fue muy bien acompañado por la soprano Nuria Rial por indisposición de la prevista Deborah Cachet, fueron primicias de la colección del Palacio Real: villancicos y cantadas navideñas de Francisco Corselli con intercalaciones instrumentales de la Sinfonía nº8 de José de Nebra, y la Sinfonía de cámara Op.2 nº3 de Nicolo Porpora. Es indudable que Los elementos dominan a la perfección este estilo del barroco tardío con rasgos del venidero estilo galante, y como tal lo reconoció el público abundante que asistió, lo que obligó a otorgar una propina.
El menú para el día 7 de diciembre constaba de tres conciertos, siendo el primero de ellos el habitual en cada edición en el que es el mejor órgano de toda la provincia de Jaén, el órgano de la Iglesia de Santa María del Alcázar y San Andrés. El programa, muy bien ideado por Enrico Viccardi, donde las músicas viajeras aparecen con asombro: Frescobaldi compone un Capriccio sobre una melodía popular holandesa; Sweelinck crea variaciones sobre un bajo italiano, Storace y Alessandro Scarlatti se inspiran en temas españoles, y Bach amplifica la toccata italiana. El propio Viccardi, con una limpieza de ejecución sin tacha, interpretó todas estas obras, más una soprendente por su audacia armónica, la Settima Toccata de Michelangelo Rossi, de manera modélica, facilitando mucho su escucha por la muy cuidada registración, que permitía distinguir claramente cada una de las secciones o variaciones de cada obra, mostrando así mismo la amplitud y bondad del órgano de San Andrés en sus registros.
Vox Cantoris, conjunto francés de amplia trayectoria, pero centrado desde 2014 en la recuperación del repertorio olvidado que duerme en catedrales y conventos de México, nos regaló el estreno en tiempos modernos de la Missa Pro Defunctis de Miguel Placeres, originario de Puebla y maestro de capilla en Guadalajara en 1775. A pesar de la tardía fecha, su música se atiene con exactitud a los postulados estéticos de la polifonía barroca, y de ahí que bajón y corneto participaran doblando las voces de soprano y bajo. Con un coro de solo ocho voces, dos por parte, también nos dieron a conocer tres Lamentaciones de Martín Casillas dos de ellas, y la tercera de Miguel Placeres. A la sonoridad final le faltaba algo de amplitud y grandeza en la acústica excelente de la Sacra Capilla de El Salvador, y el empaste no era el tenemos de referencia por grabaciones de grupos ingleses, lo cual comentamos no como demérito, sino como opción estilística, y que, probablemente, fuera lo más habitual en la época.
El día se cerró con un concierto de música hindú en la íntima Sinagoga del Agua a las 12 de la noche, también con el cartel de todo vendido. Y no deja de ser emocionante que en una sinagoga se admita y acojan músicas de otras culturas, que se hermanen credos a través de la música. Sageer Khan, voz y sitar, y Rashmi Bhatt, voz y percusión, nos propusieron un programa con varios Bhajanes e improvisaciones, a la vez que iban introduciendo entre piezas explicaciones didácticas que fueron acogidas con interés; al fin y al cabo, el mundo sonoro de los ragas nos queda demasiado alejado de nuestra cultura occidental tonal, y nuestra organización rítmica y estructural.
El domingo día 8 se clausuraba el festival con tres conciertos. El matutino lo realizó el Brezza Ensemble, finalista de la III edición del Concurso de Música Antigua de Juventudes Musicales de España. Con Pablo Gigosos, al traverso y dirección, Teodoro Baù a la viola da gamba, y Rafaela Salgado al clave, nos trasladaron a la segunda mitad del s.XVIII con obras de Abel, J.S. Bach y Johann Christian Bach, con dos ideas interesantes en la confección del programa: no hay por qué tocar las obras con todos sus movimientos, y la transición entre una obra y la siguiente se efectúa con un pasaje improvisado de alguno de los instrumentos que de la tonalidad en que acaba la última obra tocada, nos lleva a la tonalidad de la siguiente. Muy interesante también el arreglo que presentaron de la Sonata para viola da gamba en Sol menor BWV 1029, transformándola en un triosonata con el añadido de la flauta. El programa, que partía de la amistad entre J. S. Bach y C. F. Abel de los tiempos en que coincidieron en la corte de Anhalt-Cöthen, permitió que Brezza Ensemble mostrara todas sus buenas cualidades: afinación exquisita, estilo muy expresivo y compenetración entre sus miembros. Todo un descubrimiento este grupo, destinado a mayores logros.
Y por si todo esto fuera poco, aún quedaba Egeria y la Capella de Ministrers por la tarde, más la participación de la JONDE con Richard Egarr, a lo que habría que añadir el Congreso sobre interpretación de polifonía, un concierto didáctico y otro social, y la conferencia, llena de sabiduría y capacidad de síntesis, de Rubén García Benito sobre Paisajes sonoros de la Ruta de la Seda, que nos permitió a los asistentes atisbar un mundo sonoro fascinante y una tradición musical de siglos.
Juan de Vandelvira
Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza.
Diversos intérpretes.
Úbeda y Baeza, del 6 al 8 de diciembre de 2024.
Foro: Vox Cantoris se centra en la recuperación del repertorio que duerme en catedrales y conventos de México / © FeMAUB