Los Amigos Canarios de la Ópera pusieron el broche final a su 55 temporada con una gala lírica junto a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y 3 destacados cantantes internacionales, conocidos de temporadas precedentes, que ofrecieron un variado programa.
La mezzo Daniela Barcellona, en un momento de plena madurez, con la voz crecida en volumen y anchura, recordó su vinculación rossiniana con Di tanti palpiti, cuidadosamente expuesto, aunque de coloraturas algo desdibujadas. Mon Coeur s,ouvre a ta voix de la Dalila de Saint Saens, con sus amplias frases en el registro grave, le resultó un tanto incómoda, aunque el final elegido, con el agudo que en la ópera corresponde a Sansón, fue espectacular.
La mezzo italiana se desquitó plenamente en la verdiana Condotta ell,era in ceppi de la Azuzena de El trovador y O Mio Fernando de La Favorita de Donizetti, donde la voz corrió con insultante brillantez, exhibiendo graves sólidos, centro corpóreo y agudos magníficamente proyectados, junto a una caracterización impactante por la justeza e intencionalidad del fraseo, que se repitió en la Habanera de Carmen, variadísima y sutil.
Nino Machaidze, que conocimos como lírico-ligera, se ha convertido en una lírica plena, manteniendo su facilidad en el agudo, su particular vibrato que le aporta una personalidad tímbrica muy definida y una presencia escénica de gran atractivo.
Nos dejó unas Canción a la luna de la Rusalka de Dvorak y O mio babbino caro de Gianni Schicchi de Pucini, ampliamente rubateadas incluyendo hermosísimos pianísimi, una rutilante aria de las Joyas del Fausto de Gounod, de apreciable coloratura y agudo final resplandeciente y Si, Mi chiamano Mimi de La boheme pucciniana, acongojante, de amplísimas frases, memorable el gran crescendo que prepara el climax de la pieza.
El tenor peruano Iván Ayón Rivas, es un dignísimo heredero de la cantera de voces hispanoamericanas que posee todas las virtudes que se esperan de un cantante de estas latitudes: voz privilegiada de auténtico tenor lírico, timbre cálido y homogéneo en toda su tesitura, agudos deslumbrantes y personalidad extrovertida, que exhibió en unas lecturas arrolladas de Tutto parea Sorridere de Il Corsaro verdiano, algo escaso en el grave, Una furtiva lacrima donizettiana, más rebelde de lo habitual, Salud demeurre chaste et pure del Fausto de Gounod y Che gélida manina de la Boheme pucciniana, adecuadamente caracterizadas y de agudos deslumbrantes.
Como es todavía muy joven, 29 años, es de esperar que logre equilibrar su vehemencia expresiva con una línea más cuidada y emitir los agudos extremos sin tanta presión en la búsqueda de un sonido impactante que realmente no necesita. En este sentido fue revelador el dúo O soava fanciula de La boheme que enfrentó la delicadeza de Machaidze con el temperamento arrollador de Alayón.
Rafael Sánchez Araña dirigió con buena mano y atención a los requerimientos de los cantantes, aunque en ocasiones se echó en falta un mayor control del volumen de sonido. Junto al meritorio coro de Los Amigos Canarios de la Ópera y una atenta Filarmónica de Gran Canaria, ofreció cuidadas lecturas del Va pensiero de Nabucco y el Noi siamo zingarelle de La traviata.
Juan Francisco Román Rodríguez
Daniela Barcellona, mezzo. Iván Ayón Rivas, tenor. Nino Machaidze, soprano.
Coro del Festival de Ópera. Directora: Olga Santana.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Rafael Sánchez Araña.
Obras de Bizet, Verdi, Rossini, Dvorak, Donizetti, Saint-Saens, Puccini y Gounod.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.
Foto © Sabrina Ceballos Sánchez