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Crítica / Extrañas sensaciones en Re Mayor: OSCyL y público recuperaron su Auditorio

Valladolid - 02/10/2020

Podría haber sido antes ya que las estrictas medidas de seguridad sanitaria fueron meditadas, eficaces y bien secundadas por un público que ansiaba ya el contacto directo con sus músicos, aún ocultos todos por las mascarillas obligadas, salvo los liberados por su especialidad.

He aquí la 1ª sensación rara: el no reconocimiento inmediato. La 2ª fue la cierta sensación de soledad o aislamiento: un aforo de 1700 localidades reducido a un máximo de 370, semejaba más un ensayo abierto que los llenos habituales de antes; esto ha obligado a repetir 4 veces el programa, a fin de acoger a gran parte de los de abono e interesados a la distancia establecida; y a los músicos a una concentración superior, en ambiente y colocación infrecuentes que varían la sensación de empaste y unión con el compañero.

El Re Mayor presidió este primer contacto feliz y, aún con esas extrañas sensaciones, supuso una enorme satisfacción y superación de obstáculos por todos los presentes, demostrando que todo es posible si el interés común es grande y se dispone de los medios, ejemplo a imitar en toda la actividad nacional actual. Asistimos a la 3ª de las sesiones.

El programa en esa tonalidad era muy atractivo: Concierto para piano y orquesta nº 11, Hob XVIII de Haydn, con Iván Martín como solista, y Sinfonía nº 1 de G. Mahler, en arreglo para orquesta de cámara de Iain Farrington (Hitchin, Hertfordshire, 1977), alumno en la RAM de Londres y en Cambridge, pianista, organista, compositor y arreglista que, a  manera de lo que se hizo en la posguerra para salvar el deterioro de muchas salas de concierto, reduce el orgánico de numerosas partituras para permitir su interpretación en espacios útiles menores, tal como ocurre en esta malhadada pandemia. Se encargó de la Dirección el burgalés Víctor Pablo Pérez.

Haydn no es fácil de interpretar pues su aparente ligereza o ingenuidad, exige precisión total, afinación inmaculada y vuelo musical que le doten de toda la gracia que destila; éso no se dio siempre aunque sí momentos  excelentes, como ambas cadencias donde el canario estuvo en estilo en todos los giros y células tomadas de ambos movimientos; el poco Adagio donde cantó su aria con gusto sobre acertadas 21 cuerdas y el esfuerzo en mantener contenido el volumen del piano en el Rondó, para mantener la línea de la melodía popular croata, más que húngara.

Víctor Pablo, que llevó todo el programa a la mano, anduvo experto, dando cierta libertad en partitura que tiene poca agógica escrita, buscando sonido de calidad. Buena acogida, viéndose obligado Martín a regalar Chopin, exhibiendo su delicado toque y sensibilidad musical al nivel habitual en él.

Sin pausa, llegó el arreglo de la 1ª de Mahler que hay que decir ya es francamente bueno, pues respeta la obra en su integridad, utilizando todos los 15 instrumentos que incluye el autor, lo que le permite mantener todas las texturas con nítidas líneas, sin obviar efectos ni intenciones; claro que en los momentos más intensos se echa de menos mayor profundidad de sonido, pero la versión pone a prueba a los instrumentistas que en solitario y en conjunto han de ser simultáneamente de cámara y sinfónicos, manejando con habilidad su capacidad dinámica y expresiva.

Los solistas de la OSCyL rindieron perfectamente, haciendo que Farrington brillara sin ocultar el programa de Mahler, tanto en su descripción de la Naturaleza disfrutada por el hombre caminante, del que incluso se burla por su exceso de confianza, como en su invitación a participar de élla y el inicio de decepción en el Trío; irónica la parodia del popular canon, bien mesurada, juego sarcástico donde los animales entierran al cazador, con sutil lied evanescente y estallido de la herida profunda al dudar del Creador, superada por el caminante en triunfo.

Todos los intérpretes estuvieron a gran nivel en una labor coral de mérito, bien conducidos por un Víctor Pablo que subió aquí su nivel de implicación con la consiguiente mejora de resultados.

Este excelente final y la satisfacción por el reencuentro, prolongaron los merecidos aplausos y repetidos saludos para individualidades y conjunto.

José Mª Morate Moyano

Sinfónica de Castilla y León, Iván Martín. Víctor Pablo Pérez.

Obras: Haydn, Mahler-Farrington.

Sala sinfónica “Jesús López Cobos” en el CCMD de Valladolid

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