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Crítica / Exquisitez sonora (Joaquín Achúcarro, 75 aniversario) - por Carolina Bellver

Madrid - 11/05/2021

El pasado sábado volvía a los escenarios madrileños, quizá el decano de los pianistas españoles en activo, el bilbaíno Joaquín Achúcarro.

Reseñar la procedencia del maestro puede resultar a estas alturas un absurdo redundante pues es más que conocida su trayectoria internacional que le ha llevado a culminar estos 75 años de carrera rodeado de su público fiel en un concierto íntimo lleno de sutilezas.

Con las localidades agotadas, se hacía necesario escuchar el discurso pianístico del maestro para comprobar una vez más el por qué de su larga trayectoria y su todavía incesante actividad sobre los escenarios.

Achúcarro no defraudó. Desde el principio hasta el final fueron numerosos los detalles de su exquisitez sonora y su gusto por la delicadeza en busca de mundos sonoros evocadores que fueron todo un bálsamo para los oídos de los numerosos escuchantes, más aún en estos tiempos de pandemia donde una caricia, aunque sea en forma de sonido suponen un regalo para el alma.

Comenzó el concierto con unos preludios de Debussy, transportándonos entre las brumas de “Brouillards” situándonos en paisajes lejanos en los que las múltiples texturas de los pentagramas de Debussy se entrelazaban con los múltiples planos sonoros que Achúcarro conseguía sacar del instrumento como si de un juego de niños se tratara.

Las “Variaciones sobre un tema de Chopin”, del compositor catalán Frederic Mompou, nos acercaron al paisaje del modernismo catalán con momentos realmente sublimes en los que el maestro Achúcarro iba desgranando su musicalidad nota a nota sobre el piano, como gotas de un caro perfume que iba regalando a un entregado público que contenía la respiración y se mantuvo expectante hasta el final más allá de los 65 minutos de música, sin descanso por exigencias de la pandemia.

De nuevo otros preludios de Debussy en los que el lenguaje contrastante se hacía más patente dieron paso a tres de las piezas más interpretadas que suelen formar parte del repertorio habitual del maestro, la “Alborada del Gracioso” de Maurice Ravel, el “Tango” de Albéniz/Godowski y “Navarra” de Albéniz.

Más allá de los virtuosismos mecánicos de semejantes obras que Achúcarro manejó con certeza, en el “Tango” de Albéniz/Godowski, Achúcarro supo mostrar líneas y cromatismos en una mano izquierda con la que jugaba a su antojo mostrando de nuevo su musicalidad con un gusto exquisito.

Obsequió Achúcarro al respetable con propinas como el “Claro de luna” de Debussy, culminando el concierto a través de los compositores españoles, con una alusión directa a Enrique Granados y su Goyesca n. 4 “Quejas o la Maja y el Ruiseñor” con un público en pie que de no haber sido por las restricciones horarias del momento habría saboreado otras cuantas propinas más de las manos del maestro.

Carolina Bellver

Joaquín Achúcarro, 75 aniversario

Sábado 8 de mayo de 2021, 20:00 hrs

Teatro de la Zarzuela, Madrid

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