Tras el aparente vacío cultural que la recién clausurada edición del Festival de Arte Sacro (FIAS) nos brinda en Madrid, todo buen amante de las gemas escondidas y tesoros musicales debe congratularse por la apuesta que el equipo de gestión capitaneado por el infatigable Pepe Mompeán ha sabido planificar en una capital falsamente aletargada, que pareciera estar contagiada de la imposición festiva del calendario laboral durante los festivos días de la Semana Santa. Y es que como si de una prórroga deportiva que posterga la emoción el triunfo de un equipo, nos encontramos con la programación de una serie de conciertos de primer nivel que comenzaron con el evento que nos ocupa.
En la ya establecida sede principal de los conciertos ‘clásicos’ del mencionado festival, la céntrica Basílica pontificial de San Miguel, nos encontramos nada más y nada menos que con la interpretación completa de las Lecciones de Tinieblas de Michel-Richard Delalande (1657-1726) a cargo de una de nuestras más queridas y versátiles sopranos, María Espada, que en esta ocasión compartió escenario con los músicos de Collegium Musicum Madrid, capitaneados por Manuel Minguillón.
Michel-Richard Delalande, nacido en París, fue contemporáneo de Jean-Baptiste Lully y François Couperin. Aunque en la actualidad no es tan conocido y programado como éstos, en su época fue un músico precoz tan afamado que pronto se convirtió en el favorito de Luis XIV, debido en gran parte a su pompa y su grandeza, y en 1714 fue nombrado Maestro único de la Chapelle Royale, máxima institución de la Francia de su época. Su música nos ha dejado no obstante momentos más íntimos y obras camerísticas. Uno de sus mejores ejemplos son precisamente estas Leçons de Tenebres, que pudimos disfrutar en esta preciada ocasión. Fueron compuestas para ser interpretadas por sus dos hijas como solistas vocales, quienes lamentablemente murieron de viruela en 1711. Como buen alumno de François Couperin, las fabulosas Lecciones de Tinieblas de su maestro son sin duda una fuente de inspiración de primer orden, y conserva en esta su obra homónima, la misma formación para la que está compuesta, solista vocal y bajo continuo, y su música se reinventa conservando la misma tradición del fastuoso barroco francés, pero sien do su producción más enérgica, rítmica y expresiva que ha de su maestro.
Sea como fuere disfrutamos de un lujoso recital de unos intérpretes de primer orden, alejados de las grandes salas y centrados en un ambiente íntimo tan propio de estas piezas como el que nos tocó disfrutar.
María Espada sigue siendo una de las intérpretes referenciales de nuestras solistas patrias. Y es que su veteranía y capacidad expresiva se han ido acrecentando con los años sin desdeñar un ápice su calidad vocal, demostrando en cada concierto que ofrece una frescura juvenil en su instrumento envidiable y una pureza de emisión en su voz de intachable afinación, apoyadas en una sólida técnica vocal y en un estado de forma física fabulosos. Su bello timbre fue el vehículo perfecto para la consecución de las piezas de Delalande. La dicción del latín fue completamente transparente, empleando además la pronunciación francesa que nos acerca de un modo más natural la concepción idiomática del texto.
Los músicos de Collegium Musicum Madrid estuvieron en un nivel parejo a la soprano, es decir que su experticia musical fue exquisita, tanto como la de maría Espada, conformando un sólido conjunto que practicó una música de cámara fabulosa.
Jordan Fumadó fue un clavecinista espléndido, dibujando unos arpegios de absoluta filigrana que esta música demanda, pero coinvirtiéndose también en un firme organista que aportó la necesaria categoría de música sacra a estas partituras tan afectivas. Para mí la revelación de la velada fue el joven violagambista Miguel Bonal, quien demostró ser un intérprete de primera fila que nada tiene que envidiar a sus colegas más experimentados. Pudo demostrar su virtuosismo en el Tombeau de Monsieur Sainte-Colombe’ de Marin Marais (1656-1728), una de las pocas piezas instrumentales del programa, que exprime al máximo las posibilidades técnicas y expresivas de la viola da gamba, en la que Bonal asombró al público que llenaba la iglesia con su bello sonido, espléndida afinación y dominio del instrumento. Manuel Minguillón, por su parte fue un excelente músico integrado en el bajo continuo que permitió una absoluta libertad en la interpretación de esta fabulosa música sin imponer en ningún momento rígidos criterios que entorpecieran el discurso de conjunto necesario para su feliz consecución.
EL aplauso verdaderamente sentido del público al final del concierto obligó a los intérpretes a interpretar con cariño uno de los fragmentos más expresivos qu Delalande compuso en estas piezas, la asombrosa In tenebrosis, de la Lección de Jueves Santo.
Simón Andueza
María Espada, soprano.
Collegium Musicum Madrid, Manuel Minguillón, archilaúd y dirección.
Lamentaciones de Miércoles, Jueves y Viernes Santo, Michel-Richard Delalande.
Programación Cultural de Semana Santa 2024 de la Comunidad de Madrid.
Basílica de San Miguel, Madrid. 25 de marzo de 2024, 19:30 h.