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Crítica / Excelente trabajo de la OSCyL con Fischer - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 12/06/2023

Nueve temporadas atrás abordó la OSCyL la Sinfonía nº 5 en Si b M, WAB 105 de Anton Bruckner, escrita entre 1875-76, en manos de E. Inbal, reconocido especialista en el compositor, que hizo una soberbia lectura en lo canónico e intimista, podríamos decir por asimilar versiones como regida por Pío XII. La que escuchamos esta vez en manos de Thierry Fischer, hoy Titular de la OSCyL, igualmente dominada de modo absoluto en lo técnico, sería la versión con doctrina Francisco I, es decir, haciendo esa magia que la Música permite y abona de ofrecer dos interpretaciones diferentes pero ambas maravillosas, con ventaja para la actual porque sus intérpretes han acumulado mayor experiencia y mejora técnica en el trabajo de conjunto, con un Juraj Cizmarovic en el concertino que cumplió su labor con alta nota.

Fischer fundamentó su versión en el control total del sonido que quería en cada momento, gracias a su dominio de la partitura; en el equilibrio entre las familias orquestales, permitiendo oir todo lo escrito y tocado; en el detalle y en el contraste, por ejemplo en los pizzicatti, tan abundantes y expresivos en la obra, que la cuerda expresó vivos y diferentes en dinámicas y pulsaciones a requerimiento del Maestro.

Sirviendo de la mejor manera al carácter religioso y solitario del autor, la lenta Introducción arrancó en pianísimo, con cuidados pizzicatti en contrabajos sobre las figuraciones de la cuerda, que son el soporte de toda la Sinfonía, hasta la solemne entrada del fragmentado coral de metales (el coral, otro elemento básico en la obra que alimenta su carácter religioso). Violas y cellos presentaron firmes y unidos el 1er. tema del Allegro, como lírico fue el 2º con contracanto de primeros violines sobre el coral con pizzicatti en cuerdas, y más enérgico el tercer tema con el tutti (confirmando la fértil imaginación del autor por su riqueza temática y su saber en orquestación); flauta y trompa colaboraron también en su nostálgico dúo. Eco de la Introducción en el desarrollo, culminado con un remedo de coral. La recapitulación sonó lógica en el trato de lo precedente y llevó al brillante cierre con el timbal, preciso y expresivo, sumado a la noble fanfarria de metales en la coda.

El Adagio fue hermoso, cumpliendo con lo escrito, tocado con amplitud pero no pesante y sí con sentimiento, como hizo el oboe en la 1ª de las 5 partes de simetría especular en que se estructura el movimiento, variado en las imágenes y centro: ABA'B'A''. La 2ª de las partes tuvo aire eclesial en la cuerda y solemnidad en los vientos (muy bien en toda la Sinfonía); de nuevo el coral, ahora orquestado, en los metales con sonido y color compactos; más sereno el 2º tema ahora y cierre del 1º con todos hasta alcanzar el clímax, que fue disminuyendo gradualmente hasta la suave coda final.

El Scherzo fue, como se pide, molto vivace, con ritmo excelente en maderas y cuerdas y un 2º tema más lento y aire danzable, tomado de un ländler en Fa M, que diferencia el Re m. de éste y el anterior movimiento; ambos temas se combinan de manera original como una mini-sonata que remata en rápida coda. El Trío, En Do m., es de una finura que muestra el respeto que Bruckner tenía a Mendelssohn y éso se buscó en la interpretación, para tornar al Scherzo.

El Final, adagio-allegro moderato, otro gran momento del sinfonismo de Bruckner que Fischer y OSCyL tradujeron excelentemente como remate a su gran trabajo. Citas de los movimientos anteriores y solemnidad en la introducción, con los irónicos toques del acertado clarinete; fugato de cellos y contrabajos que presenta el primer tema, dejando el lírico 2º para las violas y un 3º para las maderas unísonas con metales con las ondulantes cuerdas, subiendo la energía del conjunto  para recibir el regio coral de metales que despide la exposición. Entra la trompa I y las maderas con frases del coral. Y llega la magnífica doble fuga (que denota el cariño y  dominio del autor por el contrapunto), en la que no basta sólo con destacar las entradas de los dos sujetos, sino equilibrar todo lo demás para que no enmascare ese contrapunto escrito, lo que exige dinámicas justas y total equilibrio. Todo éso logró Fischer, hasta que irrumpió el coral en los metales, sumado al tema principal del inicio para conformar esa catedral del sonido con fanfarrias y sólidos timbales en la magna coda final.

Ni que decir tiene que el Auditorio (casi al completo) explotó en ovaciones merecidas, repetidas salidas y saludos para solistas, conjunto y Maestro. Una gran tarde-noche de 80 minutos de excelente música "trágica", "católica", "fantástica" o de cuantas formas ha venido siendo adjetivada con el paso del tiempo y de la que el autor no pudo disfrutar en directo; ¡lástima! para él, compensada por el buen recuerdo que dejan versiones como la escuchada.

José M. Morate Moyano

 

Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Thierry Fischer

Obra: 5ª Sinfonía de Anton Bruckner

Sala Sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid

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