Con el título ‘El concierto romántico’ se ha presentando la orquesta Sinfonía de Varsovia en la decimonovena cita del Ciclo Sinfónico de la presente temporada del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) con el doble protagonismo, como director y solista, del gran violinista israelí Pinchas Zukerman que, junto a sus compatriotas, el también violinista Itzhak Perlman y el director/pianista Daniel Barenboim, han conformado una tríada de absoluta excelencia en el ámbito de la interpretación musical desde el último tercio del pasado siglo hasta nuestros días.
Salvo la primera obra, la Ciaccona in memoriam Giovanni Paolo II de Krzystof Penderecki, prestigioso compositor polaco del siglo XX, vinculado de alguna manera con Alicante a través del Premio Internacional de Composición Oscar Esplá, que durante algunos años se falló en dicha ciudad, el resto del programa estuvo ocupado por dos composiciones del periodo romántico; la Quinta Sinfonía D 485 de Franz Schubert y el Concierto para violín, Op. 61 de Ludwig van Beethoven. La Sinfonía de Varsovia afrontó la interpretación de la chacona sin director, convirtiéndose su completa sección de cuerda en un amplio cuarteto, extendido en los contrabajos, que puso su mayor emoción en esa especie de oración musical sin palabras en la que quiso expresarse el compositor íntimamente y para sí en este su homenaje al papa polaco. La formación orquestal, identificada con su intención estética, interpretó la partitura siguiendo las indicaciones de su concertino sabiendo extraer las mejores virtudes de la obra que pueden resumirse en un sentido canto elegíaco de manifiesta fluidez expresiva que, a lo largo de su desarrollo, provocaba la creciente sensación de un sentido pesar en el oyente.
Con la sinfonía de Schubert se propició el disfrute de la maestría de Pinchas Zukerman como director. Demostrando una elegancia que embellecía su cinética, condujo el Allegro inicial con un balanceado tratamiento de su primer tema entre los diferentes elementos de la cuerda para finalmente enfatizar el entramado armónico de su conclusión al acentuar su cambio a la nota dominante de la armadura tonal. Distinguió las dos ideas del Andante con moto haciendo que se pareciera a una especie de rondó de fácil escucha y atrajo la atención de modo especial en el trío del minueto que ocupa el tercer movimiento, para terminar la obra con una exposición en la que destacó el protagonismo de la cuerda precisando con detalles de gesto el efecto de una sólida y precisa ejecución camerística de la orquesta.
Su doble función interpretativa arriba indicada, vino a cumplirse en el famoso concierto de Beethoven. Tirando de experiencia y conocimiento de la obra, dibujó la línea de canto de su violín sin una especial dinámica en el Allegro inicial, no queriendo destacar en el diálogo concertante, lo que resentía de alguna manera el resultado final, más bien plano por su lectura demasiado sobria, distanciándose así de ese particular impulso que requiere la ejecución de este tiempo. Estuvo más acertado en el Larghetto al aproximarse a esa atmósfera poética que destilan las distintas variaciones que se suceden después de su motivo principal, para terminar el rondó final parecidamente al carácter que ofreció en el primer movimiento. El protagonismo lo mantuvo en todo momento la orquesta, desarrollando una gran eficacia técnica y un irreprochable sentido estético, lo que favoreció que se alcanzara finalmente un aceptable resultado de esta obra cumbre del repertorio concertante.
Resumiendo, en esta ocasión Zukerman brilló más como director que como solista, sorprendiendo extrañamente al espectador en la expectativa que éste podía tener en esta su particular y principal faceta interpretativa, hecho que fue ampliamente compensado con una orquesta sólida en lo técnico y comprometida en lo artístico.
José Antonio Cantón
Sinfonía de Varsovia
Director y solista: Pinchas Zukerman (violín)
Obras de Ludwig van Beethoven, Krzysztof Penderecki y Franz Schubert.
Sala Sinfónica del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) / 27-IV-2023