¡Quién podría prever que llegaríamos a escuchar un Otello verdiano de tantísima calidad solo con voces españolas! La cantidad de voces con calidad suficiente para conquistar el terreno internacional va en aumento con el transcurso de los años, y el reparto escuchado en Málaga dentro de su XXX Temporada de Ópera perfectamente haría las delicias de un espectador experto de Londres, Berlín o Viena.
Con un puesta elegante y eficaz de Alfonso Romero que ha sido vista ya en Mallorca, Pamplona, Córdoba… en la que la proa de una nave casi nos acomete al principio del primer acto, y que al girarse deja espacio para los espacios privados en que transcurren los actos pares, todo rueda bien explicado y con numerosos detalles interesantes. Quizá el único reparo que se le podría poner es la dificultad para ubicarse al coro en escena, no tanto en su escena inicial de la galera, sino en el final del acto III.
El coro, bien de timbre y con buenas voces en su haber, adoleció de una falta de precisión en algunas entradas, y también en muchas terminaciones, donde siempre quedaban algunas colas. Se le podría haber exigido más sobre todo en la zona del piano y mezzopiano.
Jorge de León, que debutaba el papel protagonista, está excelente de voz y técnica. Sin lugar a dudas tenemos Otello para los años venideros, y si en su debut es capaz de acabar la función con esta solvencia, que no podrá ofrecer cuando consiga mostrar las otras caras de este personaje poliédrico, y confíe en poder meter “más carne” en los arranques coléricos de este, aun demasiado contenidos por evidente motivos de cálculo en el desgaste, no de otra forma se concibe, pues el papel es extenuante. La réplica de Rocío Ignacio posee toda la dulzura, desesperación y resignación que a este personaje le podamos imaginar. Tiene una voz timbrada que corre perfectamente en el teatro, redonda y de buen color. Y por último, el odioso Iago estuvo encarnado por el malagueño Carlos Álvarez, auténtico profeta en su tierra, querido por todos, y que está espléndido de voz, con una homogeneidad impecable en su registro y un squillo constante que aparentemente surge sin esfuerzo en el registro agudo. Llena todo el espacio escénico con su presencia, y el papel lo tiene tan interiorizado que hay momentos como por ejemplo cuando en el segundo acto está en segundo plano con su esposa Emilia mientras Otello empieza a ser devorado por los celos al negar a su esposa el perdón de Cassio, donde acapara nuestra atención solo con sus gestos.
El resto de comprimarios estuvo sin fallas y muy uniforme en su prestación, con especial atractivo la Emilia de Marifé Nogales.
La orquesta, donde en algún momento se hubiera necesitado más cuerpo en la cuerda, brilló especialmente en la Canción del Sauce y en el Ave Maria del último acto. Marco Guidarini concertó con oficio la representación, aunque nos quedamos con la sensación de tiempos un poco morosos, sobre todo en el primer acto, y también en momentos puntuales algo más de energía y contraste entre secciones. En cualquier caso, los diez minutos de aplausos confirmaron la gran velada que aconteció como broche de oro al XXX Temporada Lírica.
Jerónimo Marín
Jorge de León, Otello. Rocío Ignacio, Desdémona. Carlos Álvarez, Iago. Luis Pacetti, Cassio. Marifé Nogales, Emilia. Francisco Tójar, Lodovico. Manuel de Diego, Roderigo. Isaac Galán, Montano.
Alfonso Romero / dirección de escena.
Coro de Ópera de Málaga.
Orquesta Filarmónica de Málaga / Marco Guidarini.
Otello, de G. Verdi.
XXX Temporada Lírica. Teatro Cervantes, Málaga. 03-05-19.
Foto © Javier Albiñana (Málaga)