Siguiendo con la excelsa figura del músico bávaro Richard Strauss durante el ciclo sinfónico de la presente temporada, el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) ha contado con una de las orquestas más importantes de la Región de Sajonia como es la Dresden Philharmonie, formación en gira por España después de casi una década que lo hiciera bajo la dirección del admirado y recientemente desaparecido Yuri Temirkanov. En esta ocasión ha estado dirigida por el español Pablo González interpretando, como atractivo especial, el poema sinfónico Una vida de héroe, Op.40 del mencionado compositor muniqués, precedido por el Tercer concierto para piano y orquesta en Do menor, Op. 37 de Ludwig van Beethoven, contando con la participación del pianista helvético Francesco Piemontesi.
Éste se planteó dicha obra concertante desde una factura acorde con la tradición sinfónica con la que se ha querido ver la intención dada a la obra por el compositor. Así hay que enmarcar su irrupción después de la larga exposición inicial temática de la orquesta y el mantenimiento de esa impronta equiparable a ésta, entrando en un diálogo que fue creciendo con brío y fuerza emocional desde la sustancia misma de sus compases, como empezó a apuntar el solista ya desde las determinantes escalas introductorias. Supo mantenerse en un discurso que reafirmaba el paradigmático sentido clásico de esta obra que parece estar situada en la cumbre expresiva de este estilo.
Piemontesi sacó su mejor vena lírica en el Largo central sirviéndose de una manera de ornamentar clara y precisa el tema principal, tensionando con dramatismo esa parte posterior más sombría del discurso, en la que estuvo a la altura del reclamo de la sección de madera, realizando con pulcritud extrema los arabescos que propone el autor antes de afrontar la coda que precede a la serena quietud con la que asumió la conclusión de este movimiento. El director hizo un inteligente ejercicio de laissez faire, laissez passer manteniendo la esencia musical del mensaje. De brillante hay que considerar la ejecución del alegre Rondo último, en el que ambos elementos concertantes reafirmaron la tonalidad fundamental mostrando la diatónica lógica interna de su función conclusiva. El cambio tonal de la coda pareció estimular la brillantez con la que el pianista impulsó la luminosidad que pide Beethoven, dejando una sensación de plenitud en el público que se tradujo en una respuesta admirable y complacida. Ésta fue compensada con una modélica versión en ritmo, sentido sincopado y acentuado contracanto, que hacía recordar a la particular voz del piano de Beethoven, del tercero de los Tres Klavierstück, D 946, en Do mayor de Franz Schubert, que expuso con suma elegancia en su intermedio, llegando a un intenso lirismo en la coda que precede a su conclusión re-expositiva.
Después de una escueta y sustancial explicación previa por parte de Pablo González de los secretos de los seis episodios que, sin solución de continuidad en su exposición, integran el heroico poema sinfónico de Richard Strauss, que se ha entendido por algunos tratadistas como toda una visión sinfónica de su propia personalidad, se dispuso a ofrecer lo que terminó siendo una narrativa explícita y grandiosa de esta obra no exenta de humor y lirismo, en la que destacó el equilibrio alcanzado entre su exuberante y apasionada lectura y el refinado control de la expansiva sonoridad de la orquesta que se presentaba en el escenario prácticamente con la totalidad de su plantilla.
Entrando en algunos detalles de su interpretación, destacaría la convicción con la que expuso la tercera escena dedicada a Pauline de Ahna, esposa del compositor, reafirmándose el concertino en la hábil y segura respuesta de su protagonismo. Me llamó la atención la claridad de concepto indicado por Pablo González en la conducción de la compleja música contenida en el episodio siguiente en el que se describe al héroe en batalla, dada la energía que requiere su exposición con sobrecogedoras trompetas fuera del escenario y la intensidad marcial de la percusión, efectos que el director quiso acentuar para alcanzar esa fuerza dramática que pretende el compositor y, sobre todo, la escena de la retirada del héroe, en la que el director confirmaba su implicación en la obra como si él mismo fuera el protagonista de la historia narrada. Sin duda, se cerraba una de las actuaciones que quedarán como una de las más relevantes entra las mejores de este ciclo dedicado a Strauss en el ADDA como muestra ejemplarizante del entendimiento y ejecución de la mejor música descriptiva.
A modo de complaciente distensión para el público, una exultante interpretación del interludio de la zarzuela La boda de Luis Alonso del maestro Gerónimo Giménez puso broche final a una velada sinfónica de alto nivel artístico.
José Antonio Cantón
Dresden Philharmonie
Solista: Francesco Piemontesi (piano)
Director: Pablo González
Obras de Ludwig van Beethoven y Richard Strauss
Sala sinfónica del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA), 23-I-2024