El nombre de este nuevo Ciclo de Conciertos que el maestro Bonnín de Góngora va a ofrecer en Madrid en el Auditorio “Casa del Reloj” del distrito de Arganzuela constituye un lujo que apenas se puede vislumbrar si alguien no conoce la obra de este singular compositor.
El primer concierto de este Ciclo intitulado “Evocaciones pianísticas” no puede ser más preciso, pues el maestro -como suele hacer- comenzó con su obra “Evocación”, perfecta en su estructura y en su concepción pianística: es una obra eminentemente por y para el instrumento. Su ejecución fue redonda, gestualizada a la perfección en las manos del maestro, articulación de exquisita sensibilidad y fraseo “cantábile”.
Una obra, sin duda, destinada a la inmortalidad.
Le siguió a ésta la “Poesía nº 9”, obra también hermosamente pianística y que sólo puede conducirnos a las más altas cotas de Belleza, cuya ejecución fue especialmente emotiva en el “clímax” donde el canto en octavas sonó y resonó por los cuatro costados del Auditorio embargando -visiblemente- la sensibilidad del público. Se trata de una obra “multicolor” en su paleta tonal, no fácil por el “tocco” que diría Cortot. Nos aclaró el maestro que forma parte de una colección de cincuenta y dos “Poesías pianísticas”; forma musical propia de Bonnín De Góngora.
Le siguió a esta Poesía -en un orden ya clásico del maestro- el “Cuento del Retiro nº 2”: sin duda, no podía faltar en un recital en la capital una obra de este conjunto de obras dedicadas a Madrid -de las cuales el Ayuntamiento debería hacerse más eco- y que llevan por nombre “Cuentos del Retiro”. Obra singularmente evocadora de los matices pictóricos del parque madrileño; pues se trata de una obra “colorista” en la que se pueden apreciar los cambios tonales a modo de símil con la pintura. La interpretó el maestro de una forma exquisitamente refinada y con gran sensibilidad como asintió el público asistente.
De la misma colección de obras -según comentó el maestro- es el “Vagabundo y la Vida”, obra de intitulación sugerente y de fuerza extraordinaria fuerza expresiva. Lo justo sería hacer aquí un paréntesis pues esta obra es de concepción musical diferente a sus predecesoras y única -a nivel absoluto- en su construcción armónica, sorprendente y audaz. Comienza la obra con “cluster” desenfocado de cualquier marco tonal; pero lejos de seguir en esta “estética” el maestro progresivamente recupera el marco tonal de “Fa menor” previa inclusión en su relativa mayor; como “ley de Gravedad” en palabras de Hindemith. Declarada ya la tonalidad de “Fa menor” a través de un pasaje a cuatro octavas que exige no poco virtuosismo; el compositor se adueñó por completo de la sala con una interpretación que rayó en lo paroxístico; dada la gran fuerza expresiva de esta extraña obra inefable: ni es pianística ni deja de serlo: merced a sus dimensiones orquestales debería planteársele esta cuestión al maestro Bonnín de Góngora; aunque se puede intuir -dada la dificultad de su carácter- que sería difícilmente planteable.
Después de esta volcánica exhibición, interpretó el maestro dos pequeños valses de estructura bien definida y de expresividad contenida, donde se pudo apreciar sin ningún género de duda la limpieza de ejecución del maestro.
Seguidamente, el compositor interpretó una de esas obras tan queridas por cierto sector del público: “La muchacha dorada”, pequeña obra donde todo es exquisitez y profundidad; miniatura pianística donde todo es verdad artística, al estilo de sus “Lejanías de Vélez”: íntima, de recorrido seguro y de una expresividad que sólo pueden tener algunas miniaturas del maestro. Dedicada a su sobrina Karen fue uno de los momentos claves del concierto.
A esta siguió el monumental “Concierto para piano, coro y orquesta” en Do menor en su parte solista. Si alguien dijo hace unos meses que era “Música para la Humanidad”, queda corroborada, lacrada y sellada tal afirmación. Obra poderosa, brillante y de extrema dificultad técnica en algunos pasajes, solventados con más que suficiencia por el maestro, que prometió traer -entre otras- la poderosa “Suite Benalmádena” en algunos de sus movimientos de las que “Ritmo” se ha hecho eco en otras ocasiones.
El resultado no se hizo esperar: tres bises y un público poco numeroso pero entregado: el precio de un maestro, de una personalidad musical viviente, un compositor que vive para su Arte, independiente de modas, redes y de casi todo. Compositor difícil.
Pero que merced al Ayuntamiento de Madrid volveremos a tener el lujo de volverle a escuchar dentro de este Ciclo de Conciertos y que de la mano de su concejala Ilma. Sra. Mª Dolores Navarro nos trae algo que se puede decir de muy pocos conciertos: son algo único. Esperaremos con impaciencia el resto del Ciclo de Conciertos de Bonnín de Góngora.
Diana Blanco
Josué Bonnín de Góngora, piano
Auditorio de “Casa del Reloj” del Ayuntamiento de Madrid
28 de diciembre de 2023
Foto © María Díez