El primer concierto de la nueva temporada de la Euskadiko Orkestra ha supuesto, al mismo tiempo, el primer concierto en el auditorio del Conservatorio Jesús Guridi porque después de muchos dimes y diretes entre políticos ¡por fin! han comenzado las obras de remodelación del Teatro Principal de la capital de la Comunidad Autonómica Vasca. Y con ello hemos descubierto un nuevo sonido; la fama del teatro ahora en obras de absorber el sonido con todos los telares que le acompañan está ganada a pulso y en este primer concierto casi nos hemos encontrado con un instrumento nuevo. Hemos ganado en brillantez y en cercanía, está última tanto en el aspecto sonoro como en el físico.
El auditorio nos aleja del centro urbano y ello se ha notado en la entrada. Y eso que el auditorio consta, en números redondos, de doscientos asientos menos por lo que no se pondrá ninguna entrada a la venta en ninguno de los conciertos. Pero, al mismo tiempo, el acomodado melómano tiene que andar y/o coger el tranvía para alejarse de la zona peatonal y aun es una incógnita cual será la respuesta del abonado.
Robert Treviño ha conseguido una justa fama de mahleriano y esta temporada va a culminar su proceso de dirección de la integral de las sinfonías de Gustav Mahler con la interpretación de 7ª y 9ª. Precisamente la última completa ha sido la que ha inaugurado la temporada. Dicho todo esto, el balance no puede ser más satisfactorio.
Es sabido que desde la 5ª y con excepción de la muy peculiar 8ª –dicho esto, ¿qué sinfonía de Mahler no es peculiar?- las obras no han conseguido el fervor popular de las cinco iniciales. Esta Sinfonía nº 9 en re mayor es un prodigio de eclecticismo y la batuta lo supo marcar con suma cualidad. Un primer movimiento, reconozco que desconcertante, en la que la languidez –que no debilidad- y la finura fueron protagonistas; muy presente la ironía que trasluce el segundo, para llegar a un tercer movimiento planteado como un juego, una pequeña burla en la que la sección de trompas brilló con luz propia. En este movimiento pudimos percibir, quizás mejor que en ninguno otro, el brillo sonoro que otorga la nueva sala y la capacidad de la batuta de recoger y ampliar el sonido en las distintas secciones.
Finalmente, un cuarto movimiento que, alejado del tópico que acompaña a la figura de Mahler, arrulla al oyente con la serenidad del protagonismo de la sección de cuerdas y la labor ímproba del solista de trompa. Por desgracia, algunos oyentes decidieron que los pianísimos de la coda final era el momento oportuno para toser como si no hubiera futuro, además de que un energúmeno dejara que su sonido del móvil hiciera más ruido que toda la orquesta. Desde aquí, disculpas a la batuta y a la orquesta por semejante papanatismo.
Un concierto muy interesante y exigente con el quedamos inicio a una temporada que apunta a ser distinta y que, en lo que al sonido respecta, ya pudimos apreciar en este magno concierto.
Enrique Bert
Euskadiko Orkestra.
Dirección musical: Robert Treviño.
Sinfonía n. 9 de Gustav Mahler
Auditorio del Conservatorio Jesús Guridi, de Vitoria-Gasteiz