Como bien señala la introducción del programa general del XXIX Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, este año se cierra el ciclo de cuatro años en los que Pepe Mompeán revolucionó esta tradicional cita cultural madrileña. Deberemos prestar atención a los sesenta conciertos, treinta y ocho de ellos encargos del festival, que se irán sucediendo a lo largo de la Comunidad de Madrid durante más de cuarenta días, con géneros tan diversos como música antigua, flamenco, jazz, música contemporánea, poesía, danza o electrónica, y que en muchas ocasiones se fusionan. Estos cuatro años hemos disfrutado de un festival de autor cuyo futuro tristemente dependerá de quien salga elegido en las urnas el próximo 26 de mayo. Ojalá nuestros próximos mandatarios tomen nota de este extraordinario evento cultural y perpetúen su esencia.
El concierto inaugural fue tan admirable como el propio festival. Unas ochocientas personas abarrotaron la Iglesia de San Jerónimo el Real para redescubrir una pequeña parte de la soberbia música que dormita en nuestros archivos. Bajo el título Estruendos sonorosos mi afecto guiad, título de la última aria de la velada, María Espada y Nereydas, bajo la batuta de Javier Ulises Illán, interpretaron un programa de música dieciochesca del Archivo de la Real Capilla de Palacio, mucha de la cual, seis obras, son estrenos absolutos en tiempos modernos. Esta recuperación ha corrido a cargo del Instituto Complutense de Ciencias Musicales que dirige Álvaro Torrente, comandada por la musicóloga Judith Ortega.
Cinco de las ocho piezas del programa pertenecen a Francesco Corselli, prolífico compositor que fue maestro de capilla del Palacio Real durante de cuarenta años. Con su Concertino a cuatro, se inició el concierto con una vigorosa interpretación por parte de la cuerda. Los violines primeros, liderados impecablemente por Luca Giardini, quien impuso sus articulaciones a toda la sección, mostraron una sonoridad muy rica, aunque a veces la acústica de la iglesia emborronó algunos de los pasajes más rápidos, como el fugado del tercer movimiento.
María Espada sigue demostrando en cada concierto por qué es una de las sopranos imprescindibles del panorama musical español. No es nada fácil ser la solista absoluta de un concierto que presenta tantas obras inéditas, además de que en la España de mediados o finales del siglo dieciocho, el llamado Estilo Galante, suele utilizar pasajes muy virtuosos para los solistas vocales. No debemos olvidar, por ejemplo, que los grandes divos del momento trabajaban en la Corte Española, como Farinelli. El bellísimo timbre de María Espada fue el hilo conductor de la velada. Quizá la obra técnicamente más exigente del concierto para la solista fue la Lamentación primera del Miércoles Santo de José Lidón, en donde la soprano no tuvo problemas con las largas y extensas vocalizaciones sobre una misma vocal, al igual que en el aria que cerró el concierto y que da título al programa. Quizás por ser la primera vez que se interpretaba esta música se echo en falta algo más de expresión teatral de la soprano, sobre todo en las composiciones en castellano.
Nereydas se ha consolidado como uno de los grupos con más proyección de las formaciones historicistas de nuestro país. Su firme base en el bajo continuo la conforman los extraordinarios músicos que son Guillermo Turina al violonchelo, qué delicia el cello obligado de la Lamentación Segunda del Jueves Santo de Corselli, Manuel Minguillón en la cuerda pulsada, ofreciendo esas realizaciones tan naturales como bellas, y Daniel Oyarzabal al clave, ese valor tan seguro y que tanta riqueza aporta al continuo.
La riqueza tímbrica que aportaron los instrumentistas de viento fue formidable, como en la preciosa Cantada ¡Oh, qué pena! de Corselli. El trompetista Ricardo Casañ mostró un gran virtuosismo en su complicado y precioso solo del espectacular aria Estruendos sonorosos, en donde los trompas Miguel Olivares y Ferrán García y los oboístas Rodrigo Gutiérrez y Mathieu Loux dieron una lección de precisión, musicalidad y bellísimo sonido.
Javier Ulises Illán es el verdadero artífice de que Nereydas sea el grupo vital, preciso y expresivo que pudimos disfrutar en Los Jerónimos. Illán dirige con mucho brío y exactitud a la orquesta, demostrando su especial predilección por la sección de violines, a la que mima constantemente -recordemos que él mismo es un reputado violinista- pero que no descuida al resto del conjunto instrumental, al que contagia su pasión y energía.
Seguiremos muy de cerca este recién comenzado FIAS 2019. Por favor, anímense y acudan a sus fabulosos conciertos. Además, la mayoría son gratuitos.
Simón Andueza
María Espada, soprano. Nereydas, Javier Ulises Illán, director.
Obras de Francesco Corselli, José Lidón y Domenico Porretti.
Jueves 7 de marzo de 2019, 20:00 horas.
XXIX Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid.
Iglesia de San Jerónimo el Real, Madrid.