El concierto nº 13 de los integrados en la Temporada de la OSCyL en su sede vallisoletana, fue ocupado por la Orquesta Sinfónica de Stavanger (Noruega), con su Titular al frente Andris Poga y el pianista Behzod Abduraimov como solista invitado; devolución de visita a la que hizo la OSCyL a la afamada Sala Fartein Valen de Stavanger. Fundad en 1938, está formada por 85 músicos de 23 países de procedencia, entre éllos dos españoles, que desarrolla una importante tarea en la incorporación de nuevos repertorios, sin abandonar el cultivo de la Música historicista, de la mano de los mejores especialistas: Bruggen, Herreweghe, Biondi, Marcon, Dantone, Minasi, ..., teniendo presencia internacional en ambos campos con giras europeas, en Japón y USA.
El Titular actual, Andris Poga (Riga, Letonia, 1980), lo fue antes de la Nacional de Letonia en el período 2013-2021 y en la que sigue siendo Asesor artístico. En su debú aquí, mostró gran claridad de gesto, sin crispar, dejando tocar en los momentos líricos, controlando y elaborando un sonido robusto, compacto y de calidad en los dramáticos y convirtiendo esa labor, junto al gran sentido del equilibrio, en una característica singular de esta Sinfónica de Stavanger.
Comenzaron con el estreno en España de Cuatro Piezas líricas (sobre otras tantas de las 66 compuestas por E. Grieg para piano), tratadas para orquesta por Örjan Matre (Bergen, Noruega, 1979) en un total de 6, estrenadas por la Filarmónica de Bergen en 2019 recién terminadas. Arietta (op. 12/1 de Grieg), suena al inicio como el original a piano por la solista de la Orquesta (muy correcta), y pasa al conjunto en trabajo camerístico, donde los retardos en la melodía son lo notorio. Danza de primavera (op. 38/5) comienza con minimalismos sobre motivos del original, a los que siguen saltos tonales que emulan la danza nórdica. Viajero solitario (op. 43/2) combina la melancólica melodía original con motivos que Matre toma de su pieza sinfónica "Historias diferentes", confrontando las visiones de Grieg y la suya propia. Mariposas (op. 43/1) en la que Grieg pide extremo rubato, que aquí se agranda y se convierte en enjambres orquestales que recuerdan a los de los insectos del nombre. Un fino trabajo de grata escucha en el que alternaron por su orden, la lírica y dulce labor de las flautas; los trombones con sordina para la alegría popular y los bonitos vientos (muy Grieg en el sonido) del viaje; y la amalgama orquestal en el cierre, con un Poga comunicativo y dominador del estilo.
Behzod Abduraimov (Taskent, Uzbekistán, 1990), ganador del Internacional de Piano de Londres con 18 años y una brillante carrera ya a su edad, tuvo en el exigente Concierto para piano nº 2, en Sol m., op. 16 (1913) de Prokofiev, que otorga papel absolutamente protagonista al solista, el mejor campo abonado para exhibir, en su presentación aquí, sus portentosas cualidades: pulsación exacta y poderosa en competición con la orquesta, capaz de recogerse y tornarse altamente expresivo en cuantos contrastes entre atrevidas armonías y bellas e íntimas melodías que propone el compositor, que escribió la obra tras la muerte por suicidio de su amigo M. Schmidthaf y cuya partitura se perdió en un incendio, reescribiéndolo en 1924 con abundantes cambios. El tema principal, melancólico y creciente, tuvo su gran cadenza intensa y virtuosa, mostrando esa gran capacidad dinámica. El Scherzo, rapidísimo, lució unas cuerdas absolutamente compactas. El Intermezzo mostró el poder de la mano izquierda de Abduraimov y su ajuste completo con la orquesta, confirmado en el tempestuoso final, con cellos y bajos conjuntos, muy buenas maderas y expresivísimo el piano a solo antes del poderoso cierre. Una versión sobresaliente en la que Poga tuvo mucho que ver, atento a todo y a todos. La Sala estalló en ovaciones y el pianista se despidió con un regalo, exhibición de su fácil y controlado mecanismo.
El aludido brillante y noble sonido de los de Stavanger, tuvo su máxima expresión en la 5ª en Mi m., op. 64 (1888), hecha por Chaikovski, tras salir de una depresión que le acercó al suicidio, en sólo 6 semanas, en la que plantea una de sus luchas más personales: el "Destino" contra la libertad del hombre; elaboró un tema que recorre toda la Sinfonía, cuyo planteamiento inicial dio idea de por donde iba a transcurrir Poga en su interpretación, que no fue otro que el de la mejor tradición. Pudo ser algo más vivo el cantabile, para liberarle de ese excesivo sentimentalismo que se le atribuye al autor, pero la lectura fue precisa, con relaciones exactas, contrastes y ajuste siempre equilibrados y destacando algunos solistas particularmente, comenzando por la tarea de la concertino, los magníficos clarinete, oboe y cello, rayando a buen nivel el resto en todas las secciones; se tocó con la pasión debida, siempre empastados y justos. En fin un notable conjunto, "a la europea" en presentación, desarrollo y sonido, incluyendo dos bises habituales en los visitantes, el 1º balletístico para lucimiento de las cuerdas en solitario y el 2º con el tutti, en brillante y multiovacionada despedida.
José Mª Morate Moyano
Behzod Abduraimov, piano
Orquesta Sinfónica de Stavanger, Noruega / Andris Poga
Sala Sinfónica "Jesús Löpez Cobos" en el CCMD de Valladolid
Foto: Andris Poga / © Jean Philippe Raibaud