El 4º de los conciertos del Ciclo de Cámara en su Sala del CCMD de Valladolid reunió un Ensemble formado por miembros de la OSCyL y la Filarmónica de Berlín, con objetivo basal de estrenar el encargo hecho por el CCMD/OSCyL al compositor Jesús Rueda (Madrid, 1961), Premio Nacional de Música 2004, alumno de Luis de Pablo, Guerrero, Manzoni, Gentilucci, Nono, Vaggione, Fundador de "Música Presente" y Catedrático del CSMA. En el Ensemble, septeto constituido por los "berlineses" Álvaro Parra (Concepción, Chile, 1977), violín titular en O.F.B. desde 2013; Joaquín Riquelme (Murcia, 1983), viola titular en O.F.B. desde 1983; y Joshua Halpern, cello, que enseñó en Curtis Summerfost, Principal invitado en Filarmónica de Roterdam y actual Profesor en la Karajan Akademie de O.F.B.; y por los "castellano y leoneses" Beatriz Jara, violín Ayuda de solista; José Lanuza, flauta y solista de flautín; Marianne ten Voorde, solista de arpa; y Carmelo Molina, solista de clarinete, todos en la OSCyL.
Jesús Rueda propuso su nuevo Concierto de cámara nº 4, "Simple Games", para flauta, clarinete y cuarteto de cuerdas. Él mismo ha comentado que vive tensión entre pesimismo y fe, que ha sufrido ansiedad por ello y que el jazz le aporta bastante dentro de su espíritu épico. La forma no es nueva para él ni los subtítulos tampoco pues sus Cuartetos de cámara anteriores 2º y 3º, ya se apodaron "Los robles del Duratón" y "En el Corral de comedias de Almagro"; esta vez el subtítulo es igualmente exacto, no hay descripción ni motivo previo, son Simples juegos solamente, con lo que conlleva de libertad en su creación musical. Éso no impide que haya estructuras en tiempos, ritmos y dinámicas y que pese más la parte optimista que la intimista. Se inicia con unos acordes impactantes que fijan la atención, para entrar en un Allegro y Vivo donde departen y juegan las 4 cuerdas y los dos vientos, con sonoridades atractivas bien elaboradas, que llevan a manchas de sonidos en lento y piano Adagio con el cuarteto más cantabile; y llega el momento jazz de difícil ejecución individual y ajuste colectivo, juego salvado sin problemas por los músicos para un final con cierta sorpresa. La obra se escucha con agrado, como probaron los repetidos e intensos aplausos obtenidos, apreciando la buena factura y la feliz interpretación.
Pero el interés no paraba aquí, pues se presentó también el trabajo de Gregory Steyer, violín II de la OSCyL, en arreglo para arpa, flauta y cuarteto de cuerdas, de Tres Preludios, op. 19/I, II y III (1896, 95 y 95), originales para piano de Scriabin, donde el arpa remeda el teclado y el quinteto va teniendo sus momentos individuales (como la flauta en el allegretto en La m. del II) o las cuerdas en el Vivo III en Sol M. muy bien insertadas en el todo. La visión de Steyer encaja en el Romanticismo tardío de Scriabin aquí, aunque con las relaciones un poco más relajadas que en el original, pero bien diferenciadas por el sexteto. Una bonita pieza que se escucha con agrado.
Introducción y Allegro en Sol b M. para el septeto, (obra de exhibición encargada a Ravel en 1905 por la Compañía Erard para promoción de su nuevo modelo de arpa con 7 pedales, que superó a la cromática de Pleyel que promocionó Debussy y que decayó), fue la 3ª curiosidad, pues resultó ser un miniconcierto de 10-11 minutos precioso, fruto de la imaginación orquestal del autor (incluso se aborda con grupo más amplio u orquesta). El arpa es el lógico protagonista pero no solo. Breve introducción lleva al tema principal que expone la flauta, sigue el clarinete con dulzura, luego las cuerdas, y el arpa en cascada de notas hasta su 2º tema más vivo, realzado por vientos y cuarteto, y pasar al acelerado arpa sensual que termina en solitario. Los 7 pedales van perfectos para la tonalidad y llega la cadencia del arpa, íntima y cálida con glissandos de fantasía, sorprendiendo también en la coda sobre precisos pizzicati hasta el triunfal clímax final. Todo un éxito también de la versión ofrecida, con mérito para todos los intérpretes: concertino atento y preciso, viola perfecto en todo, cello natural y expresivo, Beatriz defendiendo sin mácula su puesto, Molina con su buen gusto de siempre y Lanuza entregado, medido y exacto.
Completaron programa Rêverie orientale en Sol M., op. 29 (1886-87) de Glazunov, para clarinete y cuarteto de cuerdas, reflexión nostálgica sobre el Este donde el clarinete luce sus habilidades y Cuarteto para flauta, violín, viola y cello en Do M., KV 285b (1777-78) de Mozart, con su Allegro y su Andantino-Tema con variaciones donde todos mostraron su calidad y en conjunto sus contrastadas dinámicas, su gracia rítmica y estilo. Buen concierto.
José M. Morate Moyano
Ensemble de miembros de la Filarmónica de Berlín y la Sinfónica de Castilla y León
Obras de A. Glazunov, W. A. Mozart, J. Rueda, A. Scriabin y M. Ravel
Sala de Cámara del CCMD de Valladolid