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Crítica / Estimulante homenaje de ADDA·Simfònica a Paquito D’Rivera - por José Antonio Cantón

Alicante - 22/10/2024

Como continuidad a las anteriores colaboraciones entre ADDA-Simfònica de Alicante y el clarinetista y compositor Paquito D’Rivera, el segundo concierto de la temporada de la orquesta alicantina ha estado dedicado en su primera parte a dos de las obras más relevantes del músico cubano; The Elephant and the Clown y The Journey, Rice and Beans Concerto, que justificaba el título de “Travesías de arroz y frijoles” dado a esta cita del ciclo sinfónico  del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA).

La primera composición, según palabras del propio Paquito D’Rivera, es un homenaje y cariñoso recuerdo dedicado al famoso trío de payasos “Gabi, Fofó y Miliki” en cuyos espectáculos colaboró en Cuba en la pasada década de los setenta. Con un planteamiento evocativo, Josep Vicent afrontó la dirección de la obra con jocoso espíritu circense, dejando que el sentido del humor invadiera su ejecución musical de manera espontánea y natural, al extraer de sus compases esa hilarante historia en la que un domador denuncia el robo de su elefante, escondido por los payasos, ante el perplejo estupor del policía; uno de los famosos gags del arte escénico de tan añorados clowns. Un especial colorismo caribeño se instaló en la orquesta a través de un marchoso ritmo que rompía el rito serio en el que se convierte habitualmente un concierto, generando sensaciones de alegría, gracia, simpatía y optimismo en el auditorio, que predisponía a la escucha del concierto subsiguiente dedicado a recordar a la inmigración de chinos que llegó a asentarse en la gran isla caribeña entre final del siglo XIX y primer tercio del XX.

Con la intervención de cinco solistas verdaderamente excepcionales, el mismo D’Rivera al clarinete, Antonio Serrano con la armónica, el pianista Pepe Rivero, el percusionista Yuvisney Aguilar y el violonchelista Guillaume Latil, director y orquesta entraron en un esencial virtuosismo expresivo integrándose en el animado discurso del primer movimiento, Beans (frijoles), consiguiéndose una sorprendente fusión de todos los elementos sonoros con ese grado de natural y espontánea organicidad que caracteriza a la orquesta alicantina, fruto de su alta versatilidad y capacidad de adaptación a cualquier tipo de género sinfónico.

La presencia del magistral armonicista Antonio Serrano en el segundo tiempo, Rice (Arroz), sustituyendo con su armónica al ehru, especie de violín chino de dos cuerdas, para el que originalmente está escrita la obra, determinó un enriquecimiento tímbrico añadido en contraste con el sonido del violonchelo, que era tratado en muchos instantes magistralmente de manera fractal por Guillaume Latil, uno de los más destacados jazzistas internacionales con este instrumento, generando una capacidad de improvisación de altísima musicalidad, hecho que incitaba especial atención en el amante de este noble instrumento de cuerda. Paquito D´Rivera destacó en el movimiento final, The Journey (El viaje) llevando su clarinete a un marcado grado imitativo con la suona, instrumento de metal que en Cuba se conoce por la corneta china, cuya doble lengüeta permite tan intensos agudos que se pueden escuchar fácilmente por encima del resto de instrumentos.

Como bis y respondiendo al cerrado aplauso del público, el gran clarinetista cubano ofreció una versión orquestal de su Danzón, también conocido por el título Memories, que sirvió para confirmar ese apasionante ritmo caribeño que los cubanos Yuvisney Aguilar en la percusión y el pianista Pepe Rivero contagiaron a todos los músicos, empezando por el maestro Josep Vicent, que demostraba como está especialmente dotado para asumir el género latino con esa depurada y a la vez plasticidad métrica que le caracteriza.

Siguiendo en el continente americano, en este caso del norte, la segunda parte del programa estuvo dedicada a la Tercera Sinfonía de Aaron Copland, obra que llegó a ser considera por el mítico director Sergei Koussevitzky, titular de la no menos mítica Sinfónica de Boston durante cinco lustros, como desprenden sus palabras: “No hay duda al respecto: esta es la mayor sinfonía estadounidense. Va del corazón al corazón”, recordando así aquella contundente aseveración con la que Beethoven definió su Missa Solemnis, la obra preferida de su repertorio.

Desde un exhaustivo análisis de la obra, Josep Vicent llevó su pulso a indicar la gradación dinámica que requiere el expansivo desarrollo temático hacia su clímax central contenido en el Molto moderato que abre la sinfonía, tratando gradualmente de modo inverso la intensidad del sonido orquestal hasta su conclusión, contraste que permitía, una vez más, apreciar la amplia capacidad de la orquesta en conseguir hasta una decena o más niveles de intensidad sonora. Con un marcado sentimiento de alegría condujo el maestro el aire de scherzo que caracteriza el segundo movimiento; un Allegro molto en el que la sección de percusión de la orquesta mostró su enorme potencial técnico, hecho que viene a producir habitualmente verdadero asombro en el oyente.

El Andantino permitió a director y orquesta manifestarse en una detallada ejecución de corte camerístico, del que ha de resaltarse la uniformidad de afinación de la cuerda en su misión de introducir al resto de instrumentos, como pudo percibirse en la progresiva entrada del viento-metal, para terminar con un expansiva forma rapsódica de conmovedora expresividad armónica. Con elocuente dramatismo, el director indicó sin interrupción el Molto deliberato-Allegro risoluto final, para lo que se sirvió de la impactante sonoridad del metal y la percusión que le permite la famosa pieza de Aaron Copland Fanfarria para el hombre común, por la que es muy conocido este compositor americano, y con cuyo tema se inicia el último movimiento de la sinfonía, que resolvió de manera estimulante.

Como un contraste de solaz sensación para el público, Josep Vicent terminó el concierto con una muy sentida y elegante interpretación del Segundo vals de la Suite nº 2 para orquesta de jazz de Dmitri Shostakovich que ofreció a Paquito D´Rivera, situado en el palco noble del auditorio, como despedida del entrañable homenaje que significó tan estimulante concierto para el músico cubano.                                                                             

José Antonio Cantón

 

ADDA-Simfònica Alicante

Solistas: Paquito D`Rivera (clarinete), Antonio Serrano (armónica), Pepe Rivero (piano), Yuvisney Aguilar (percusión) y Guillaume Latil (violonchelo)

Director: Josep Vicent

Obras de Paquito D’Rivera y Aaron Copland

Sala sinfónica del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) - 18-X-2024

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