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Crítica / Esplendoroso Stravinsky (ADDA Simfònica) - por José Antonio Cantón

Alicante - 27/04/2021

Dos de las composiciones más importantes de sus respectivos autores como son el Concierto para violonchelo y orquesta en Mi menor, Op. 85 de Edward Elgar y Petrushka, escenas burlescas en cuatro cuadros de Igor Stravinsky, fueron el deseado aliciente con el que se retomaba el orden de conciertos de la orquesta ADDA Simfònica previsto antes del rebrote de la pandemia ocurrido el pasado otoño, que motivó la cancelación de gran parte de la temporada de muy destacados eventos orquestales programados en el muy activo auditorio alicantino.

Para la primera se contaba con la participación del violonchelista valenciano Damián Martínez que, de inmediato, hizo su dramática presentación con el tranquilo recitativo que abre la obra, haciendo gala de un sonido muy redondo y expresivo que iba a ser vehículo de un planteamiento heroico a la vez que de inquietante apasionamiento, queriendo transmitir un sentimiento de soledad solamente mitigado por la orquesta con su acompañamiento, que daba el aliento necesario al violonchelo como si de un cantante se tratara. Éste adquirió mayor relevancia en el pequeño solo previo al segundo tiempo, Allegro molto, donde confluyeron con mejor prestancia los discursos concertantes tratados como alternantes partes de un diálogo, tendiendo el maestro Josep Vicent a controlar vacilaciones expresivas, como quedó demostrado en el dinamismo dado a su dirección de esa especie de scherzo evocador que aparece en su parte central, que fue conducida con un determinante lirismo.

Éste fue el sentido dado al pequeño Adagio que le sigue, consciente del evanescente sentimiento que quiere transmitir el autor antes de abordar el final de la obra. Aquí el director imprimió una cierta humorística arrogancia al sonido de la orquesta, que domina como si ésta fuera una proyección de su personal sentir musical, dando especial importancia al tratamiento de la coda, queriendo concentrar en ella el desesperanzado mensaje esencial del concierto, cuyo dramatismo terminó calando en el público, impactado por el resolutivo final.

Toda una transfiguración expresiva se produjo con la burlesca música de Petrushka. Confiado en la seguridad que da un trabajo bien hecho en los ensayos y montaje de esta singular obra, Josep Vicent hizo una electrizante dirección desde la animada Feria de carnaval con que se inicia, reflejando su figura el sustancial sentido danzante que tiene esta música, especialmente en la Danza rusa del segundo cuadro y en el Vals de la bailarina y el moro, páginas tratadas con tan exquisita formulación que ponía de manifiesto la virtuosista calidad de la orquesta en cada una de su secciones instrumentales, como quedó reflejado en el tratamiento camerístico dado a la Danza de la nodrizas del cuadro final o el excelente lucimiento del conjunto orquestal en los episodios encadenados de la Danza de los cocheros y la Mascarada en las que se pudo percibir el majestuoso sonido de esta orquesta que cumplirá tres años de existencia el próximo verano y por tanto inmersa en un teórico periodo de consolidación artística que ha sido más que superado al rebasar en calidad a muchas formaciones profesionales con décadas de experiencia.

El entendimiento mutuo entre su fundador, el maestro Josep Vicent, y los músicos quedó patente en el sobrecogedor tratamiento dado a los tres episodios concluyentes de la obra polarizados sobre la muerte de la marioneta. Verdaderamente excelsa musicalidad en el elocuente silencio final que el maestro Josep Vicent quiso mantener como remate de una interpretación digna del mayor elogio.

Ante la ovación de un público entregado a la orquesta y a su director, éste propuso rebajar tensiones con una emocionante versión del Vals triste, Op. 44-1 de Jean Sibelius, recreándose en su mágica lentitud para llegar seguidamente a un grado de absoluto estremecimiento con una versión del propio Josep Vicent del sentimental Oblivion, compuesto por el gran tanguista platense Ástor Piazzolla, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento. Para este último bis contó con la inestimable colaboración de Alejandro Carreño, nuevo concertino asociado de ADDASimfònica, cuya experiencia se forjó ejerciendo la misma función en la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela durante la época dorada de esta formación bajo la dirección de Gustavo Dudamel.

José Antonio Cantón

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA).

24-IV-2021.

ADDA Simfònica.

Solista: Damián Martínez (violonchelo).

Director: Josep Vicent.

Obras de Elgar y Stravinsky.

Foto © ADDA

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