Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Esplendoroso recital de música de cámara - por José Antonio Cantón

Alicante - 02/05/2024

En su línea de contar con los mejores intérpretes para los programas de sus temporadas, la Fundación Sociedad de Conciertos de Alicante ha invitado a un dúo de excepción compuesto por el violinista norteamericano Gil Shaham y el pianista alemán Gerhard Oppitz para tocar un programa de dos grandes sonatas del periodo romántico como son el Op. 105 en La menor de Robert Schumann y el Op. 78 en Sol de Johannes Brahms, además de una de las más representativas del siglo XX, la contenida en el Op. 134 de Dmitri Shostakovich con la que concluía su actuación.

Era la quinta ocasión en la que el gran violinista norteamericano visitaba a esta prestigiosa institución de conciertos alicantina, siendo la última hace diecinueve años. Con un instrumento fabricado por el lutier ruso afincado en Estados Unidos, Andranik Gaybaryan, Gil Shaham se dispuso a afrontar las complejidades dramáticas y psicológicas que contiene la sonata de Schumann; así hizo distinción de los temas del primer movimiento indicado en su carácter Con apasionada expresión consiguiendo un ondulante efecto junto a la figuración ininterrumpida del piano, perfectamente asumida por Gerhard Oppitz, que visitaba por vez primera la Sociedad de Conciertos de Alicante, generándose entre ambos intérpretes una oleada de emocionante conjunción sonora hasta llegar a la recapitulación, que desarrollaron adaptando su contenido armónico a un destino conclusivo con manifiesto dominio de lenguaje.

Asumiendo la sutilidad del aire Allegretto del segundo tiempo, diferenciaron con claridad las distintas ideas que lo integran, contrastando el movimiento sincopado descendente con otro más vivaz sustentado en trinos y texturas spiccato que Shaham ejecutaba con técnica precisa como también tocó las sorprendentes fermatas realizadas después de un tercer motivo tan necesarias para cohesionar la idea de conjunto que ha de quedar en el oyente de esta segunda parte de la obra. Su parte central la expresaron con contundente agitación antes de volver al tono íntimo de su apertura concluyendo así su exposición.

La conjunción del dúo quedo sobradamente de manifiesto en la superación que significó la dinámica que emplearon ambos músicos en la interpretación del tercer tiempo, Lebhaft, dando la sensación de que deseaban explorar su razón musical con una muestra impecable del movimiento perpetuo que en él se desarrolla hasta el crescendo final, con el que dejaron una sensación de aparente irresolución, aspecto que se entiende desde la mentalidad inestable y compleja de este compositor. El grado de satisfacción de ambos intérpretes al terminar esta sonata demostraba su identificación con la obra más allá de sus pentagramas.

Con este talante de complacencia se dispusieron seguidamente a interpretar la sonata de Brahms, una de las obras más relevantes de la música de cámara del repertorio romántico. Sus melodías prolongadas y desarrollos expansivos nos llevan a una de las composiciones mejor argumentadas del compositor hamburgués en su forma. Conocedores de su estructura en detalle, se adentraron en el Vivace ma non troppo con el que se inicia la obra con serena dulzura antes de ir descubriendo los distintos temas que lo integran siguiendo la forma sonata, desarrollados con gran lirismo por parte del violinista, que se complacía en la brillantez de canto que le permitía su instrumento, que realzó en las paradas dobles y triples que se suceden en el Adagio central, alcanzado esa sutileza liederística que encierra, lo que vino a determinar uno de los momentos más preciosos del concierto, anticipando así la cita al Regenlied (Canción de la lluvia), Op. 59-3 del mismo compositor con la que se inicia el moderado allegro final del que cabe destacar la elevada expresividad con la que dialogaron ambos músicos en su crepuscular coda.

Gil Shaham desarrolló todo su arte musical en la sonata de Shostakovich que cerraba la actuación ejerciendo de gran estímulo para la integralidad de su discurso y la función sustancial de Gerhard Oppitz al teclado, ya puesta de manifiesto en la presentación del tema recogido en una serie cromática de marcado carácter dodecafónico que favorecía el sentido sombrío que se desprendía del motivo inicial del Andante, contrastado con los pasajes siguientes en los que ambos instrumentistas intercambiaron fraseos y articulaciones antes de la repetición de la idea inicial por parte del violinista a modo de reafirmación armónica, como se pudo apreciar en la precisa afinación mostrada en los misteriosos pasajes sul ponticello de las postrimerías de este movimiento y las escalofriantes sonoridades que extraía Oppitz del piano.

Con tal ansiedad desarrollaron el Allegretto central, queriendo demostrar esa presión emocional a la que pudo estar sometido Shostakovich en su composición. La tensión quedó aliviada con el sentido bailable que dieron a los compases de vals previos a su conclusión, pero sin distanciarse demasiado del aire rígido que impera en este movimiento. La interpretación de la sonata ganaba enteros en el Largo final acentuado por el arrebato del pianista en su pasaje central que catapultó al violinista a su momento culminante antes del inquietante final, que significó un revulsivo para el público que se entregó a los intérpretes con aplausos de máxima admiración.

Como queriendo repetir la gran versión que hicieron de la música de Brahms, tocaron de propina el enervante Scherzo que escribió en 1853 para la F-A-E Sonata cuyos cuatro movimientos fueron asignados en su composición a Schumann, mentor del reparto, Brahms y Albert Dietrich, siendo su dedicatario el elocuente violinista Joseph Joachim, admirador, amigo y gran intérprete de la música de los tres. Shaham y Oppitz echaron el resto de su enorme musicalidad traduciendo la fogosidad de un Brahms que con sólo veinte años ya apuntaba la genialidad de su personalidad artística en esta estimulante pieza, culminándose así uno de los conciertos más extraordinarios y singulares de los programados por la Fundación Sociedad de Conciertos de Alicante en la presente temporada.

José Antonio Cantón

 

Sociedad de Conciertos de Alicante

Dúo Gil Shaham (violín) y Gerhard Oppitz (piano)

Obras de Johannes Brahms, Robert Schumann y Dmitri Shostakovich

Teatro Principal de Alicante / 22 de abril de 2024

119
Anterior Crítica / Sergei Dogadin y Vassily Petrenko, prestos a entenderse - por Ramón García Balado
Siguiente Crítica / Pretty Yende & Nadine Sierra, un recital para gozarlo - por Francisco Villalba