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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Esperar… contra toda esperanza - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 27/01/2025

Dos partes bien diferenciadas, conformaron el concierto de la Orquesta Nacional de España bajo la dirección de Jaime Martín, con las sopranos solistas Emma Bell y Jennifer France.

Dramatismo extendido e intenso en una extensa primera sección tendente al paso, con sus reposos más o menos definidos, sus tientos… hacia un (realmente) acuciante perpetuum mobile, en In spe contra spem del compositor australiano Brett Dean. Obra que copaba esta primera parte de concierto.

Un título sugerente, agónico y, por descontado, siempre actual leído desde una perspectiva universal, que recogía en su seno, sin embargo, un conocido asunto interno de la historia de la monarquía británica y, sus estragos, cismas y magnicidios. Un título en estreno en España y, a la sazón, peculiar (al menos a mi me lo parece en cierto modo) co-encargo de la London Philharmonic Orchestra y, la propia Orquesta y Coro Nacionales de España.

Obsesiva intensidad rítmica y armónica en esta renovada entrada de concierto, hoy, con una lógica compositiva contundente y convincente ya desde su primera audición, como era el caso. Sin renunciar a una atmósfera general con texturas de “responsable” modernidad, la línea tensional, la dirección y el sentido armónicos y formales se desarrollaban con relativa fluidez. Un eclecticismo musical, incluso en lo estético-histórico en un estratificado episodio intermedio, sin perder nunca la conciencia de modernidad… (“responsable…”)

A este estimulante, sin lugar a dudas en lo musical, pero hasta intrigante y amenazador primer episodio, le siguió un segundo en curiosa amalgama de estilos, aquí, además con su sentido dramático implícito, aparte del musical “matérico” (que funcionaba sin llegar a acudir a la caricatura). Interesante fusión de estéticas históricas explícitas y perfectamente reconocibles en el crisol de la orquesta sinfónica moderna (clave y piano incluidos a la sazón, en el elenco) superpuestas en estratos con manifiesta teatralidad y relativa conformidad de su resultado sonoro y, ante todo, musical.

Un episodio que, por otro lado, permitió el lucimiento de cada una de las dos sopranos ya por separado, con momentos de emoción contenida sobre la emisión de comprometidos agudos, a veces desnudos, implacables como los expresados con seguridad por Emma Bell haciendo honor a su más calculador personaje, a veces en un carácter (¿alter ego?) de humana, juvenil también, desesperación, excelentemente lograda por Jennifer France.

Final más bien de síntesis, con mayor riqueza de texturas desde una primera contrapuntística, y ya claro sentido filmico y épico general, manifestado, especialmente, en los pedales rítmicos; pedales que, además, remitían a las obsesivas texturas de inicio.

Un extenso y comprometido pasaje final, de base tenazmente sincopada que migraba de sección en sección de la orquesta, puso a prueba la técnica de podio (en esta parte del concierto, con batuta) y, la concentración y concertación de la propia orquesta justo, por desgracia, para rematar este tenso e intenso oratorio profano en forma inopinada y abrupta.

En la frecuentada Segunda sinfonía de Rachmaninov, con un lirismo menos extenuado y más envolvente, más lógico que el que define esta otra estética post-romántica, recalamos en el repertorio sinfónico más celebrado. También, es verdad, dentro de un lenguaje musical despojado ya de su impronta psicológica personal y sólida tradición compositiva e instrumental, por momentos, agradecido, aparente y, por ende, transitado ad infinitum tras la popularización realizada por las bandas sonoras más espléndidas que ha dado el cine del siglo pasado

No quiero dejar de destacar, por ser en su día (tempus fugit), compañero de estudios en el que actualmente llamamos en el centro, Grado de Musicología del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, el sentir propio por el fallecimiento del responsable del archivo musical de la ONE a lo largo de tres décadas: Rafael Rufino.

La Orquesta y Coro Nacionales de España dedicó estos conciertos a su memoria, y me uno por estas líneas, a esta sentida y tristemente sorprendida dedicatoria.

Luis Mazorra Incera

 

Emma Bell y Jennifer France, sopranos.

Orquesta Nacional de España / Jaime Martín.

Obras de Dean y Rachmaninov.

OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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