Hay que agradecer al Teatro Arriaga y a sus gestores por atreverse, no solo a programar, sino también a ser los autores de una obra tan arriesgada para un público tan tradicional como el de Bilbao cuya temporada de ópera no se acerca al siglo XX ni se atreve a estrenar música del XXI. Afortunadamente contamos con la Orquesta Sinfónica de Bilbao que cubre los dos espacios.
Tanto el libreto como la puesta en escena son obra de su director artístico, Calixto Bieito: era muy difícil resumir la obra de Pasolini y lo ha hecho con sobresaliente sin eludir ninguno de los numerosos y complicados temas que incluye en ella el dramaturgo. Bieito es igualmente criticado, por su audacia, como aplaudido, por su valentía y calidad. Pero ya decía el poeta que hay que estar loco para poder ser claro.
La obra empieza, en el escenario, por el final, con un hombre vestido de mujer y colgando de una soga. Quizás habría sido más pertinente mantener el desarrollo que imaginó Pasolini para poder seguir el desarrollo del pensamiento y las vivencias de ese hombre que le llevan a ese desenlace.
La música corresponde al compositor catalán, Hèctor Parra, nacido en 1976, que se acopla perfectamente, sobre todo con sus disonancias, a la palabra pasoliniana. El oyente no tiene escapatoria: absolutamente dramática, densa y turbulenta, con efímeros pasajes líricos, pasajes repetidos…
Espléndidamente ejecutada por los maestros del Ensemble Intercontemporain de París, dirigido, en esta ocasión, por su actual director, Pierre Bleuse, violinista. Grupo de música contemporánea, con, en algunos casos, heterogénea combinación de instrumentos y para la que muchos compositores escriben obras expresamente.
Las voces realzaron, aún más, la calidad del espectáculo. Ausrine Stundyte, soprano, a la que ya habíamos tenido ocasión de escuchar en Bilbao cantando a Shoënberg e incluso en euskera (Mendi-Mendiyan) estuvo soberbia tanto en los momentos líricos como en los dramáticos y en los recitativos ayudada por su espléndida voz, sobre todo en el centro, y sus grandes dotes de actriz. Leigh Melrose, barítono, al que se ha podido escuchar esta temporada en Nixon in China, creó a un hombre grotesco, violento pero muy reconocíble valiéndose de su presencia y de su voz incisiva y, a veces, metálica. La vizcaína Jone Martinez cumplió muy bien su corto pero arriesgado papel.
Pasolini, poeta, dramaturgo, director de cine y jugador de fútbol que nació en Bolonia en 1922 y fue asesinado en Ostia en 1975, estaría satisfecho con la recreación que se ha hecho de su obra en la capital vizcaína, por su crítica al poder del fascismo (el espejo del escenario podría servir para que nos miremos y podamos reflexionar también nosotros en la actualidad): tantas voces y nadie habla. Orgía como reflejo de mitos y rituales de maltrato y discriminación (Medea y Saturno) que perduran y se mantienen en nuestros días.
“Ha habido por fin un Hombre que ha hecho buen uso de la muerte”
(Orgia, Pier Paolo Pasolini)
Genma Sánchez Mugarra
Basada en la obra Orgia de Pasolini
Música: Hèctor Parra
Dirección de escena y libreto: Calixto Bieito
Voces: Ausrine Stundyte, soprano, Leigh Melrose, barítono y Jone Martínez, soprano
Conjunto musical: Ensemble Intercontemporain
Director: Pierre Bleuse
Teatro Arriaga de Bilbao