Sobre el estrado de la sala de cámara del Auditorio Nacional de Música, el Cuarteto Kinnara, conformado por las violinistas Jone de la Fuente y Elsa Sánchez, la violista Alicia Salas y Mireya Peñarroja al violonchelo, presentó un programa totalmente español que cubría cerca de noventa años del siglo XX -de 1905 a 1991-.
Con el Primer cuarteto «Tres piezas para cuarteto» de Cristóbal Halffter, dio comienzo este concierto en la órbita conceptual del inminente Focus Festival dedicado a la música de nuestro país, aquí en el ámbito de la programación que, bajo el epígrafe de Satélites, organizan regularmente los Orquesta y Coro Nacionales de España.
Un Primer cuarteto con características propias de los inicios de catálogo que, como bien indicó la violista, se encuentra pleno de sonoridades reconocibles, con un momento álgido para el que suscribe, en su especialmente desolado, pero esperanzador, Adagio molto. Un Allegro molto vivace con reconocibles gestos stravinskyanos, como también se había señalado, y, si me apuran, por momentos algún sutil españolismo oculto tras el fárrago, completó esta obra.
El impulsivo vértigo sentimental de su escueto Cuarto cuarteto «con bravura y sentimiento», remató en un enérgico trazo, esta primera sección dedicada al músico madrileño.
Cambio de tercio y de nuevo, un Primer cuarteto, pero compuesto ochenta años largos antes, el subtitulado «De la guitarra» de Joaquín Turina. Un Cuarteto lleno de oficio y magnífica concertación, espléndido en esta versión desde su inicio con una viola relativamente protagonista -Preludio-, para eclosionar en un vibrante Allegro moderato que suscitó naturales y justos aplausos espontáneos.
Y, así, en el íntimo corazón de su obra en cinco movimientos, el sevillano se nos arranca por... zortzicos (!!), eso sí, con su curioso alter ego folclórico incluido y una esclarecedora indicación de tempo y carácter en... francés: Assez vif, mais... un sentiment.
Un Andante quasi lento con atmósfera y funcionalidad armónicas en línea con su formación gala -más aún que en el Preludio-, dio paso al ambicioso Finale, Allegro moderato: todo un mundo en sí mismo con comprometidas polirritmias que remató una admirable faena.
Para finalizar este programa, amplio para los tiempos que corren, un nombre no tan habitual de esta guisa: ¡Ruperto Chapí! Pese al interés previo de la obra, yo no sé si hubiera optado por otro orden de concierto...
Su Tercer cuarteto, compuesto escasos años antes de su muerte, según también se señaló, era la última parada de este viaje. El Grave inicial, con enfática querencia -¿taurina?-, se tornará en gracia y ajustado empaque contrapuntistico en su Allegro assai. Gravedad intermitente en una estética un tanto ecléctica que pronto parecerá remitir más a un incombustible Beethoven que a aquellas torpes imágenes iniciales.
El ágil Intermezzo, a la manera de un scherzo con rasgos más folclóricos, cambió aquí de tercio o, más exactamente, de cuarto, porque eran cuatro los movimientos de esta obra del de Villena.
Un gentil Larghetto de contumaz melodía acompañada, abocó en el esperado Finale, remate de obra y programa. Un movimiento final también más complejo, lleno de cambios y diferentes ambientes, de París a Viena con arrestos zíngaros y retazos un poco alla Dvořák, sobre, de nuevo, aquel espíritu de Scherzo.
Todo una demostración continuada de rápida y ajustada concertación, en obras ambiciosas de muy diferente cariz, tanto técnico como estético, por el Cuarteto Kinnara.
Luis Mazorra Incera
Cuarteto Kinnara / Jone de la Fuente y Elsa Sánchez, violines; Alicia Salas, viola; y Mireya Peñarroja, violonchelo.
Obras de Chapí, Cristóbal Halffter y Joaquín Turina.
OCNE-Satélites. Auditorio Nacional de Música. Madrid.