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Crítica / Esgrimiendo a los clásicos - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 19/10/2023

La ópera homónima basada en la célebre obra de Lope de Vega, El caballero de Olmedo, protagonizó la apertura de la temporada del Teatro de la Zarzuela.

Todo un acontecimiento si tenemos en cuenta que se reunían en esta valiente (a priori) nueva producción inaugural, la citada primicia del estreno y todo un clásico de la dramaturgia de nuestro siglo de oro: ¡un Lope de Vega nada menos! (tratado, eso sí, con el socorrido desgarro cromático en lo escénico y luctuoso en lo teatral, de una especie de García Lorca…).

Una nueva obra, pues, se incorporó al repertorio del drama musical español firmada en su musculosa partitura (justos aplausos a su preludio) por Arturo Díez Boscovich, con aquel célebre libreto de Lope en adaptación de Lluís Pasqual.

Producción del Teatro de la Zarzuela que, al menos en el día en que fuimos testigos, gozaba de un espléndido lleno hasta la bandera (hasta el pendón o estandarte más bien, para ser exactos en este caso…). ¡Para que luego se diga desde caja, que los estrenos no salen a cuenta…!

Con direcciones, musical de Guillermo García Calvo y de escena de Lluís Pasqual, nos adentramos de un tirón (cien minutos rezaba el programa… y por ahí fue la cosa, o algo más a mi parecer) en esta intensa tragedia anunciada ya en su primera escena.

Una tragedia catártica para aquellos tiempos que la vieron nacer y para éstos más complejos y resabiados.

Y sí, la incómoda pero resuelta tensión mantenida entre ambos ingredientes, el musical y el literario, pese al oficio del primero y la adaptación del segundo, sus diversas estéticas y, razones de ser y estar, inundaron la práctica totalidad de la obra, salvando sus extremos. Como si de un amplio puente se tratara, de una "gran transición", un infinito recitativo-aria (o todo lo contrario) anclado en ambas orillas.

Dos orillas, a saber: de inicio, con estilismo renacentista, apropiada danza y coro entre bastidores, y, de remate, con una escena coral en toda regla, con reminiscencias propias del oratorio. Una eclosión final  que nublaría el recuerdo, algo frágil y diluido en su estética, de todo el desarrollo anterior.

A todo ello colaboraron las eficaces, escenografía de Daniel Bianco y vestuario de Franca Squarciapino, con protagonismo de la videoescena (Franc Aleu).

Abordando ya el reparto sobre las tablas: en general, voces de gran proyección y, exigente musicalidad y dominio, puestas a prueba con éxito y detalle, de continuo por la partitura, tanto en rítmica como en afinación.

Joel Prieto encarnó perfectamente su papel protagonista de Don Alonso. Una presencia escénica impecable que, además, se movía con relativa soltura en insistentes alturas de tesitura. Los frecuentes agudos fuera de la lógica textual se adaptaban, eso sí, a la sólida corriente estética heredada de cierta tradición bien conocida en el ámbito operístico del siglo pasado.

Doña Inés con Rocío Pérez, afrontó de manera pareja su notable papel, si bien, fue el antagonista  Don Rodrigo, mostrando vena más enérgica y alterada, Germán Olvera, quien ofreció la puntual contrapartida a aquél; Fabia, la alcahueta o celestina, si prefieren, con Nicola Beller Carbone, también excelente en lo canoro, salvando una dicción un tanto confusa (problema, por otro lado, relativamente general, con sus más y sus menos, en tesituras encumbradas).

Bien definidos vocal y teatralmente Doña Leonor con Berna Perles; Don Fernando por Gerardo Bullón; y la profunda y tersa voz de bajo de Rubén Amoretti para Tello.

Oficio, tradición y trabajo, buenos mimbres y nombres sobre el tapete, y una resolución final campanuda. La fórmula del éxito nos chatearía una inteligencia artificial al uso.

Luis Mazorra Incera

 

Dirección de escena, Lluís Pasqual; dirección musical, Guillermo García Calvo; escenografía, Daniel Bianco; vestuario, Franca Squarciapino; videoescena, Franc Aleu.

Reparto: Don Alonso, Joel Prieto; Doña Inés, Rocío Pérez; Don Rodrigo, Germán Olvera; Fabia, Nicola Beller Carbone; Doña Leonor, Berna Perles; Don Fernando, Gerardo Bullón; y Tello, Rubén Amoretti.

Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de La Zarzuela, y Coro del Teatro de La Zarzuela.

El Caballero de Olmedo, música de Arturo Díez Boscovich y libreto de Lope de Vega en adaptación de Lluís Pasqual.

Teatro de la Zarzuela. Madrid.

 

Foto © Elena del Real

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