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Crítica / Eschenbach y la Orquesta de RTVE rinden homenaje a Bruckner - por Gonzalo Roldán

Granada - 19/06/2024

El pasado 16 de junio la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española visitó el Festival Internacional de Música y Danza de Granada bajo la dirección de la veterana batuta de Christoph Eschenbach. Juntos rindieron homenaje al compositor Anton Bruckner, cuando se cumple el doscientos aniversario de su nacimiento. El Palacio de Carlos V, en pleno recinto de la Alhambra granadina, acogió la interpretación de una expresiva versión de su Séptima Sinfonía.

Anton Bruckner es uno de los hilos temáticos del Festival de Granada en su actual edición, en la que diversas orquestas de talla internacional interpretarán prácticamente toda su producción sinfónica. En esta ocasión, se puso en atriles la Sinfonía núm. 7 en mi mayor WAB 107, una de las páginas más íntimas y mejor acogidas del autor. Dedicada al rey Luis II de Baviera, esta página sinfónica fue inusualmente poco revisitada por Bruckner, que a menudo acudía a su obra para revisarla o modificarla cada vez que se planteaba su edición. Tal vez por ese carácter de inspiración espontánea, o tal vez por el profundo lirismo de sus partes, el público la acogió con agrado – no así la crítica – desde su estreno en 1884.

La primera parte del concierto, antes de la sinfonía bruckneriana, Eschenbach ofreció junto a la Orquesta de RTVE una sinfonía clásica, la Sinfonía núm. 36 en do mayor K. 425 “Linz” de Wolfgang Amadeus Mozart, una obra vinculada a Bruckner por su ciudad dedicataria, Linz, la misma en la que el compositor romántico trabajó más de dos décadas como organista.  La versión ofrecida por Eschenbach fue conservadora en su concepción melódica y tratamiento temático, extrayendo un bello sonido de la orquesta que nos recordó a las versiones de los grandes maestros.

La interpretación de la Séptima Sinfonía de Anton Bruckner en la segunda parte del concierto fue recibida con gran expectación, la cual no fue defraudada, pues resultó una experiencia que puede definirse dentro del ámbito de lo sublime y lo majestuoso. Desde los primeros acordes contenidos en las cuerdas, Eschenbach demostró una comprensión innata de la arquitectura sinfónica de Bruckner. El director fue definiendo el universo sonoro de la obra paso a paso, desde los primeros sonidos del Adagio introductorio. Este maestro de la batuta, que ha demostrado en repetidas ocasiones su afinidad por el repertorio romántico centroeuropeo, desplegó una cohesión y expresividad de los efectivos orquestales muy a propósito para la partitura; situó las violas en primer plano – enfrentadas a los violines-, potenciando así el especial protagonismo que tienen en la obra bruckneriana y, particularmente, en esta sinfonía. El Allegro spiritoso, marcado por su atmósfera serena y sus frases largas y melódicas, fue interpretado con una suavidad y claridad que permitieron al oyente sumergirse completamente en el paisaje sonoro del autor.

El Adagio, conocido por su solemne belleza y dedicado a la memoria de Richard Wagner, fue quizás el punto culminante de la noche. Eschenbach logró extraer de la orquesta una profundidad conmovedora, dando espacio a cada frase para desarrollarse plenamente. Las cuerdas – particularmente los chelos secundados por las violas en un perfecto empaste – expusieron un discurso cargado de expresividad, hábilmente gestionados por Eschenbach y buscando el equilibrio con una poderosa sección de metales, en un diálogo constante que evitaba cualquier tipo de exceso y lograba una grandeza espiritual de gran emotividad. La interpretación del motivo principal fue de una elegancia majestuosa, y cada nota estuvo cargada de significado y emoción contenida.

En el Scherzo, quizás el movimiento más conocido de esta partitura, la orquesta mostró su capacidad para manejar los contrastes dinámicos con agilidad y precisión, siempre bajo la magistral dirección de un Eschenbach contenido en el gesto, que aborda con una precisión rítmica impecable la partitura y la dota del impulso necesario para garantizar la continuidad narrativa. La energía rítmica y el juego de texturas fueron manejados con destreza, creando una sensación de movimiento y vitalidad que mantuvo al público en expectante atención hasta el final del movimiento.

El Finale que cierra la obra fue la culminación apropiada para esta magnífica interpretación y una verdadera exhibición de poder sinfónico. Eschenbach condujo la orquesta con una autoridad tranquila, permitiendo que cada sección brillara en su momento. El uso de los crescendos y los cambios dinámicos fue especialmente efectivo, llevando la obra a una conclusión apoteósica que resonó con fuerza en el patio del Palacio de Carlos V.

La interpretación de la Sinfonía número 7 de Bruckner por la Orquesta Sinfónica de RTVE, bajo la dirección de Christoph Eschenbach, fue una experiencia memorable. Su interpretación se caracterizó por un equilibrio perfecto entre la energía contenida y la liberación sonora, logrando un arco dinámico que mantuvo al oyente en constante expectación. Eschenbach, con su profunda comprensión del lenguaje musical romántico y su habilidad para extraer lo mejor de la orquesta, ofreció una lectura que combinó emotividad y perfección técnica, adecuada a la grandeza de Anton Bruckner. El auditorio granadino prologó su ovación durante más de diez minutos, obligando al director a salir a saludar en cinco ocasiones en reconocimiento a su maestría.

Gonzalo Roldán Herencia

 

73 FESTIVAL DE GRANADA

Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española 

Programa: Wolfgang Amadeus Mozart, Sinfonía núm. 36 en do mayor k. 425 “Linz”; Anton Bruckner, Sinfonía núm. 7 en mi mayor WAB 107.

Director: Christoph Eschenbach

Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 16 de junio de 2024

 

Foto © Fermín Rodríguez | Festival de Granada 2024

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