El pasado viernes, día 12 de noviembre, los miembros de la Orquesta y Coro Nacionales de España ofrecieron, como parte de su sexto concierto sinfónico de la actual temporada, un programa integrado por dos de las composiciones particularmente representativas del repertorio perteneciente a los ámbitos que comprenden el mundo sinfónico, el del viento, conformado por la Serenata número 10 en si bemol mayor, con la denominación de Gran partita, de Wolfgang Amadeus Mozart, obra en la que muestra un completo conocimiento de los diferentes instrumentos de viento en una creación trascendental para muchos de los tratamientos que habían tenido hasta ese momento, y el de la cuerda, conformado por la Noche transfigurada de Arnold Schönberg, obra temprana en su producción, heredera también de una tradición eminentemente característica de las nuevas estructuras formales del siglo XIX, como el poema sinfónico, en la que se observa un lenguaje todavía dentro del marco de una tonalidad cromática y con un tratamiento particularmente evolucionado. La agrupación, dividida de forma consecuente, fue dirigida por la coreana Shiyeon Sung.
En la primera parte, partiendo de una combinación de diferentes instrumentistas de viento de la formación, se abordó la interpretación de una Gran partita en la que se ofreció una propuesta bastante centrada, a nivel sonoro, pero en la que también se pudieron echar en falta determinados equilibrios en los balances correspondientes entre las secciones, con poca preponderancia de los fagotes o de los oboes, e incluso en el acompañamiento, que mostró por momentos una base poco sólida para la mejor edificación del discurso. Resultó especialmente reseñable la inclusión del contrafagot en sustitución del contrabajo, que refuerza el componente sonoro, y que en esta ocasión fue introducido posiblemente como consecuencia de la búsqueda de una aparente contraposición visual entre la cuerda y el viento por separado. Este experimento, no obstante, no ofreció seguramente el resultado esperado, al perderse una parte de la esencia y de la resonancia natural que proporciona el homónimo consiguiente de la cuerda. En el ámbito interpretativo, destacaron fraseos elegantes y una estructura bien ordenada en la sucesión de los diferentes movimientos, con una mención particular al tercer movimiento, integrado por delicadas construcciones melódicas y por una intimista elaboración, con tempi adecuados a la resonancia natural de la sala, aunque en ocasiones puede que poco acertados para un espacio tan grande, y aportaciones ornamentales bastante interesantes por parte de instrumentistas concretos, en particular por los clarinetes, quienes otorgaron una amplia diversidad al componente emotivo, como parte de un exuberante y extrovertido discurso, pero que también pudieron no encontrarse sumamente integrados estilísticamente de manera continua. La dirección no aportó una especial relevancia, incluso pudo parecer que la propia directora invitada Shiyeoun Sung permaneció poco conectada con la música en momentos concretos, debido además a que el combinado funcionó adecuadamente como un gran grupo de música de cámara, cohesionado y unificado también en los parámetros relacionados con la dinámica, la articulación y el colorido particular de los timbres contenidos en una partitura exigente idiomáticamente, así como de una especial preponderancia en la literatura expresamente destinada a esta familia.
En la segunda parte, la versión para orquesta de cuerda de la Noche transfigurada encontró una de las más cálidas sonoridades que hemos tenido la ocasión de escuchar al combinado nacional, destacando un más que positivo balance entre las partes principales y las partes secundarias, con un discurso íntimo, introvertido y de amplio espacio para unas melodías que forman parte de una creación que se presentó en un continuo desarrollo y evolución en la propuesta. Como complemento, destacaron las precisas intervenciones sonoras tanto del concertino como de la solista de violas, quienes propiciaron con sus instrumentos una perspectiva afectiva, emocional y sensorial de impactante emotividad. En la visión de la directora, con gesto fluido, aunque en ocasiones puede que posiblemente poco arrebatado, con comedimiento en unas secciones de impactante extroversión emocional, la propuesta mostró claramente una contraposición de las escenas en las que se basa esta creación, en la que el hieratismo se combinó completamente con los sentimientos propios del amor.
Abelardo Martín Ruiz
ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA
Ciclo Sinfónico 06
Auditorio Nacional de Música
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)
Serenata número 10 en si bemol mayor, K. 361/370a “Gran partita”
Arnold Schönberg (1874-1951)
Noche transfigurada, opus 4
Orquesta y Coro Nacionales de España
Shiyeon Sung, directora