Ha querido que la desafortunada cancelación del concierto de Murray Perahia, permitiera hacer su presentación, en el ciclo Grandes Intérpretes, al pianista uzbeko Behzod Abduraimov. Y con ello, el ciclo madrileño, ha logrado en tres conciertos consecutivos hacernos disfrutar y valorar a tres de los mejores pianistas de la fructífera generación de los 90: Benjamin Grosvenor, el pasado octubre (del que ya escribimos en esta publicación una crítica), Abduraimov y el canadiense polaco Jan Lisiecki, que cerrará el ciclo 2018 en diciembre. A esta generación pertenecen también Danil Trifonov y Rafal Blecharcz (que ya han pasado por el ciclo en años pasados).
Evidentemente cada uno de ellos con valores pianísticos distintos, pero que no dejan de mantener en común dos elementos potencialmente atractivos: técnica difícilmente mejorable y espíritu abierto en su interpretación de cada pieza (no son, por decirlo coloquialmente, representantes del piano eminentemente objetivo). Su referente más razonable, entre los pianistas “grandes” actuales, podría ser Yevgueni Kisin.
Lo que está claro es que, alguno de ellos, puede llegar a ser un digno sucesor del ruso. Bien podría ser el uzbeko, que en su concierto presentación desplegó lo mejor de su talento. Ferviente admirador de Liszt, no dudó en exponerse a lo más complejo de su repertorio, la Sonata en si. Interpretación sobresaliente, que no alcanzó el cum laude (últimamente un poco desprestigiado…), que es cierto pocos logran, por la dificultad que supone sostener el tono emocional a lo largo de todo el periplo de la obra. Cuestión de tiempo. Mejor fue su inicio de programa con la muerte de amor de Isolda (transcripción de Liszt).
Emotivo, brillante, melancólico, enérgico… Una auténtica fantasía. Desde la melancolía profunda de Liszt saltó, en la segunda parte, al virtuosismo “a la rusa”. Diez piezas para piano, opus 75, del Romeo y Julieta de Prokofiev. Cómo se nota la formación diferencial, en este repertorio, de las antiguas escuelas soviéticas. Una versión que te impide desconectar, de la inagotable imaginación temática de Prokofiev, ni un solo segundo. Abduraimov se mostró seguro, detallista y a la vez brutal (fantástico uso del pedal…). Nos dejó sin aliento. Está claro que volverá, puesto que el éxito resultó apabullante. Eso sí, no dejamos de echar de menos a Perahia…
Juan Berberana
Behzod Abduraimov, piano. Obras de Wagner (Liszt), Liszt y Prokofiev
Auditorio Nacional, Madrid.
(Foto de Ben Ealovega / Decca)