La presencia de una de las orquestas más importantes de Alemania y de Europa como es la Filarmónica de Múnich en el escenario del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) ha supuesto uno de los puntos culminantes de la programación de la temporada bajo la dirección de Lahav Shani, que ha sido elegido su director titular a partir de septiembre del próximo año 2026, y la participación de la violinista Esther Yoo, que venía sustituyendo a la admirada Hilary Hahn inicialmente anunciada. Dos obras de enorme atractivo iban a constatar la expectación que había suscitado esta cita: el famoso Segundo concierto para violín y orquesta en Mi, Op. 64 de Felix Mendelssonhn y la Novena Sinfonía en Re menor de Anton Bruckner, última e incompleta de su importante corpus sinfónico.
Desde su casi inmediata entrada en la obra concertante, la violinista de origen coreano mantuvo un impronta expresiva correcta en el aspecto técnico y sobria en sonido, cuestión esta última que no suele ofrecerse en las interpretaciones al uso que buscan más el lucimiento que la delicadeza estilística que propone Mendelssohn, que exigía un difícil equilibrio por parte de la solista ya ante su entrada casi inmediata en el segundo compás del apasionado allegro que abre la obra y la oposición dinámica que tuvo que realizar ante los clarinetes que sobresalían en intensidad al resto de la sección de viento madera en el segundo tema. El director, con gran criterio musical, fue modulando la sonoridad orquestal respetando la ductilidad que pide su desarrollo antes de la cadenza que precede a la reexposición, pasaje en el que se pudo admirar el dominio de la solista sobre su instrumento, un violín construido por el famoso lutier cremonés Antonio Stradivari en 1704 conocido por los sobrenombres de Obolensky e Hirt por los apellidos de dos de sus propietarios a lo largo de sus más de trescientos veinte años de existencia. En la impulsiva coda de este tiempo dejó una constancia de su distinción musical antes de abordar de forma inmediatamente seguida el Andante central de este concierto, que trató con ondulante dulzura hasta enlazar con último movimiento respetando el fraseo que exige el estilo recitativo de su introducción antes de su desarrollo, en cuya parte central pudimos apreciar la belleza de sonido de los vientos de los filarmónicos muniqueses resaltado por ese logrado pasaje contra-melodioso entre la trompa y la sección de cuerda que precedía al discurso final de la obra en la que la solista iba creciendo en fantasía expresiva. Ésta cualidad quedó confirmada en la exquisita ejecución de la emotiva zarabanda que ocupa el tercer tiempo de la Segunda Partita para violín solo en Re menor, BWV 1004 de Juan Sebastián Bach, sustancial pieza que tocó como bis ante un público que con su prolongado aplauso reconocía su destacable sentido musical y capacidad de canto con tan excepcional instrumento.
Como requieren los trascendentes postulados meta-musicales que contiene la postrera sinfonía de Anton Bruckner, destinada “Ad majorem Dei gloriam”, necesita de una especial predisposición trascendental por parte del director que se proponga hacerla sonar. Esa actitud quedó reflejada de inmediato por parte Lahav Shani ante sus futuros pupilos desde el solemne zumbido con el que se inicia la obra preparando al oyente para el advenimiento de un musical conflicto misterioso que deriva en un desgarrador tema principal que fue expuesto en un explosivo tutti descendente, que sirvió para que el auditorio tomara conciencia de la magnitud de la máquina orquestal que estaba funcionando a plenitud en el escenario del auditorio alicantino. Sin duda, una de las formaciones más prestigiosas de Europa desde el recuerdo a dos legendarios titulares artísticos como fueron Rudolf Kempe, de 1967 a 1976, y el mítico Sergiu Celibidache, entre 1979 y 1996, que protagonizaron dos etapas admirables de su larga trayectoria, sin contar las eminentes figuras históricas que ocuparon su pódium a lo largo de sus más de ciento treinta años de historia.
Desarrollando un notable poder de persuasión técnica y asunción estética, el director propulsó el desarrollo de su primer movimiento en un modo de tensión continua que supo derivar en una coda apocalíptica en la que realzó su formulación armónica abierta en la que se lograba una intensidad dinámica de los metales con un efecto de ilimitada potencia, que llevaba a imaginar la inspiración que le supuso al compositor la trompetería del gran órgano de los dos que tiene la Basílica del Monasterio de San Florián en Austria, instrumento del que Bruckner fue titular, implementada por el sonido, singular por su belleza, de las cuatro tubas wagnerianas que se utilizaron en esta actuación.
Con un planteamiento ágil pero no menos contundente, el joven maestro israelí condujo el inquietante y agitado Scherzo situado en el centro de la sinfonía, acentuando el crujiente punteo y rebotes de los arcos en sus partes extremas contrastado por la saltarina ingenuidad de su trío, que permitió disfrutar al oyente del mejor color que puede ofrecer esta extraordinaria formación orquestal.
Finalmente expuso el Adagio con esa solemnidad que pide el autor en su intención de lograr un verdadero éxtasis espiritual, llegando a expresar un fervoroso apasionamiento musical en su conclusión después de repasar los distintos motivos que le llevaron a transmitir la coda con un sentido de serena resignación, que reflejaba el carácter de despedida de la vida que tiene este movimiento para el compositor, lo que significaba un ejemplo propicio para que quedara de manifiesto la sólida madurez musical del maestro Lahav Shani, claramente llamado a alcanzar una exitosa trayectoria en su nueva etapa como director titular de esta sensacional Filarmónica de Múnich enriqueciendo aún más su ya importante carrera.
José Antonio Cantón
Orquesta Filarmónica de Múnich
Solista: Esther Yoo (violín)
Director: Lahav Shani
Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 5-II-2025
Foto © Marco Borggreve