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Crítica / Elisabeth Leonskaja y el Beethoven final - Juan Berberana

Madrid - 19/05/2024

Aunque la pianista georgiana Elisabeth Leonskaja se ha convertido en casi habitual en nuestros escenarios (su última visita en este ciclo fue en 2021), no deja de ser un acontecimiento poder disfrutar de su piano nuevamente. El programa que nos dedicó, en el ciclo de Grandes Intérpretes, es el mismo que interpretó en Cáceres el febrero pasado, las tres sonatas finales de Beethoven. Un programa de garantías para ella (y para el oyente), que ya llevó al disco en el sello DG en 2010. Con todo, llama la atención que la georgiana solo haya grabado un puñado de sonatas de Beethoven, con el paso de los años. Como ocurrió con la otra georgiana de oro, Khatia Buniatishvili en el primer concierto de esta temporada, el recital se llevó a cabo sin intermedio. Sana costumbre, que desearíamos se extendiera entre otros intérpretes.

Junto a las Variaciones Diabelli, las sonatas num. 30, 31 y 32 son las obras más complejas y avanzadas del corpus pianístico del de Bonn. Casi un testamento musical para el instrumento. Su interpretación requiere de una marcada madurez, desde cualquier punto de vista. Leonskaja, en ese sentido, mostró un entendimiento excepcional. También son técnicamente complejas, y para nada notamos la más mínima duda en la ejecución, pese a que en poco tiempo cumplirá los 80 años. Su lectura fue especialmente analítica, sin que ello desgastase el espíritu romántico, casi crepuscular, que las envuelve. Un piano amplio en dinámicas y que se oye con claridad desde cualquier lugar de la enorme Sala Sinfónica (a media entrada) de nuestro Auditorio Nacional. La georgiana cuenta con una mano izquierda especialmente contundente y con un uso del pedal equilibrado, pero conscientemente adaptado a la amplitud de la sala.

El Beethoven de Leonskaja es, como ya indicamos, analítico y, en estas sonatas, intencionadamente reposado. Quizás fue en la Sonata num. 30 donde menos se notó este enfoque, lo que resultó en una versión ligera y repleta de virtuosismo, sobre todo en el Andante final. Más reposada fue la lectura de las dos siguientes y, sin lugar a duda, de los dos Adagios finales apasionadamente reposados e introspectivos. El de la Sonata num. 32 supone un salto final en la evolución musical de Beethoven (frustrada con su muerte) y nuestra pianista hace de su ejecución un evidente análisis musical. En conjunto, una lección magistral.

El público se mostró innegablemente agradecido hacia nuestra pianista. Se nota que es una “habitual” de nuestras salas de concierto. Siguiente parada del ciclo, el próximo mes de junio, el pianista británico Paul Lewis en el que será último concierto de las sesiones 23/24.

Juan Berberana

 

Elisabeth Leonskaja, piano

Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)

Obras de Beethoven

Auditorio Nacional, Madrid

 

Foto © Marco Borggreve

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