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Crítica / Elisabeth Leonskaja: quién tuvo retuvo - por Juan Berberana

Madrid - 07/10/2021

La pianista georgiana Elisabeth Leonskaja no visitaba el ciclo Grandes Intérpretes desde 2011, aunque es cierto que ha seguido frecuentando nuestras salas de concierto patrias con asiduidad (este mismo verano en Granada). Auditorio Nacional a un tercio de entrada, sin que el reciente aumento en aforos se haya trasladado en más audiencia. Esperemos que esta tendencia cambie.

Once años después, Leonskaja sigue mostrando una envidiable energía (pese a sus casi 76 años), un impagable interés por la novedad en el repertorio (del concierto de hace 10 años siempre recordaremos su aproximación a las Sonatas de Enesco. Tan poco visitadas por sus colegas…) y una absoluta generosidad en la construcción de sus programas (largos y con innumerables propinas).

Lo que no podemos negar es que los años también empiezan a hacer algo de mella. Problema: ninguno. A algunos les podrá inquietar unas pocas notas falsas, la posibilidad de que omita alguna repetición (en la primera de las 3 piezas D.946 de Schubert) o que pasara apuros con la compleja ordenación, en el atril, de la partitura de la Jörg Widman. Pero la hondura musical de la georgiana y su vitalidad al piano superan con creces cualquiera de estas anécdotas (como también lo fueron, una vez más, los timbres de teléfonos… cada vez más estrafalarios, por cierto).

Las 3 piezas para piano D. 946 abrieron el programa. Siempre Schubert, dirán algunos (el programa de este verano, en Granada, fue dedicado en su integridad al compositor). Lo cierto es que su lectura resultó contundente, arrebatadora, aunque en algunos momentos algo precipitada (pero no tanto como el Pollini de los 80, en estas piezas. Veremos el del SXXI, en el próximo concierto del ciclo). La madurez podría hacernos pensar en una lectura de Schubert más “crepuscular” (como se supone debería ser este misterioso, en su origen, D. 946).

Nada más alejado de tal presunción. La georgiana ilumina la partitura de las 3 piezas con contundencia y vigor juvenil. Poco gustó, entre algunos de los presentes, la selección de 8 Humoreskes del polifacético (compositor, clarinetista, director…) Jörg Widmann (Munich, 1973). Uno de los talentos recientes de las escuelas centroeuropeas. Una pieza con obvias reminiscencias Schumannianas, que transmite el innegable interés del autor por el timbre (llevadas al disco por otra pianista de talento: Luisa Imorde). Pese al disgusto de algunos, puede que fuera lo más relevante del concierto, no solo por el comentado afán por la novedad, de nuestra pianista, también por su pasmosa interpretación. Dejaba para el final nada menos que la Sonata opus 5 de Brahms. Como en Schubert, repleta de energía y resonancias sinfónicas (con un uso del pedal, como dirían algunos, sin complejos). La vitalidad de esta mujer doblegó el cansancio que podría ocasionar la duración de la Sonata, tras un concierto nada fácil.

El público agradeció el esfuerzo, como también lo hizo a las innumerables propias (preciosas las incursiones en Mozart y Chopin). Como ya hemos comentado, próxima parada, Maurizio Pollini. Su último concierto en el ciclo nos dejó un regusto agridulce. Leonsjaka logró superar ese riesgo. Esperemos que Pollini también lo consiga, en el próximo. Lo contaremos.  

 

Juan Berberana

Elisabeth Leonskaja

Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)

Auditorio Nacional de Música, Madrid

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