El 6º Concierto del Abono de temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en su sede vallisoletana, tuvo varios alicientes que hicieron que el Auditorio estuviera al completo. Por un lado, por 1ª vez desde su reciente creación, miembros de OSCyL Joven colaboraron para completar el orgánico exigido en la Parte II con 62 cuerdas; 2ª vez como Directora invitada Elim Chan (Hong Kong, 1986), que este Curso figura como Directora Asociada a la propia OSCyL; y en 3er. lugar, 17 años después de su debut aquí, volvió como solista invitado el pianista Alexei Volodin (San Petersburgo, 1977), en el lugar de la prevista Polina Leschenko, con un problema de salud.
La sesión comenzó con el estreno para la OSCyL de Esta medianoche (This Midnight Hour), encargo de la Orquesta Nacional Isla de Francia y la Sinfónica de Seattle a Anna Clyne (Londres, 1980), esta Temporada Compositora Residente en la propia OSCyL. Se inspira en dos Poemas: "La Música" de Juan R. Jiménez y "La Armonía de la tarde" de Beaudelaire (en concreto su 2ª estrofa, donde menciona el "vals" melancólico. Su 1ª idea para poner los versos en música, le vino al escuchar las cuerdas de la Isla de Francia, que juzgó capaces de aceptar innovaciones, como distribuir los violines en cuatro secciones separadas por 1/4 de Tono cada una, para imitar el sonido del acordeón; en sus palabras: ""si bien no se trataba de describir una narrativa específica, mi intención es evocar en el oyente la imagen del misterioso viaje de una mujer en la medianoche."" Inicia con mucha energía en trombones y tuba, sumándose cellos y contrabajos más timbal, para pasar a una parte melódica donde destacan oboe y flautas, con marcados esforzando muy unidos e íntimo cantábile de cuerdas y maderas, seguido de delicado solo de trompeta sobre finos metales. La pieza tiene atractivo e interés y tuvo acertada versión por la concentración de la orquesta (aquí con sólo 49 cuerdas) y la excelente labor de concentración y discurso musical de Elim Chan, cualidades que vertió también en el resto del programa.
El Concierto para piano nº 1 en Mib M. S. 124 (1849) de Liszt finalizó la I Parte en manos de Volodin al piano, que acreditó un magnífico estado de forma tanto en lo técnico como en lo musical (no en vano fue premiado en el "Paloma O'Shea" y ganó en Zúrich el "Géza Anda"), para venir realizando una brillante carrera tanto con los mejores Directores y Orquestas, como en cámara con solistas de alto nivel. Liszt hizo un Concierto de corte sinfónico, donde orquesta y solista compiten por igual sin que el piano pierda protagonismo. Chan y Volodin se entendieron a la perfección, señalando el "giusto" con precisión relojera, heroica entrada y el musical virtuosismo de la del piano, con una concertino que cumplió bien su papel; cuidadosos cellos igualados en gusto con el limpio sonido del pianista en el quasi adagio, con toque y pedal mimados y una orquesta atenta y fiel a todos los detalles que marcó la Directora; medido el triángulo en su parte, sin dar lugar a que fuese banal, con juego hábil del solista en lo que sería 3er. movimiento, para pasar a retomar todos los temas precedentes e ir a esa marcha triunfal en que se convierte la lírica melodía del adagio. La versión tuvo la intensidad y brillo que Liszt propuso, y el éxito en el público le igualó en ello, repetidos saludos y salidas hasta que Volodin hizo obligado regalo, en la misma línea de lo ya tocado con idéntica recepción.
La II Parte agrandó las virtudes de Elim Chan, al tocar ininterrumpidos los 14 números del "cuento danzado" El pájaro de fuego, en su versión original de 1910, con su Introducción y los dos Cuadros que configuran su único Acto, de Igor Stravinski. La labor hecha por la Directora con la OSCyL absolutamente entregada, fue extraordinaria. Su capacidad técnica le permitió marcar sin ningún problema todos los cambios de compás consecutivos que marca la partitura, sin choques ni pérdida del tempo impuesto, con lo que el brillo en los fortes y rápidos es broncíneo (por cierto, qué bien suena el nuevo trombón del solista) y en los lentos pianos, sus brazos se abren moldeando la música con gran expresividad, para satisfacción de los propios intérpretes que siguen con total ajuste cuantos matices y dinámicas salen con nitidez de su batuta, todo con una sonrisa de aprobación que contrasta con la inmensa energía que genera para todos desde su atril, sin necesitar de excesos ni aspavientos.
Así las cosas, la versión resultó fantástica como el Cuento, bien caracterizados todos los personajes, servidos con precisión por todos los solistas de cada sección; por la belleza de sus melodías y dificultad, citaríamos a la concertino, fiel colaboradora, y a trompa, fagot, flauta y oboe, en representación de todos a idéntico nivel. Lo mismo pasó con las Escenas, donde señalaríamos sólo la nº 3 Aparición del Pájaro de fuego perseguido por Iván Tsarévich (por su trascendente definición), el nº 7 Scherzo y sus bonitos juegos, el nº 10 Amanecer-Entrada de Tsarévich en el Palacio de Kaschéi y el deslumbrante Cuadro final y su exultante gozo general, que encendió a los oyentes por la precisión y belleza del sonido generado por Elim Chan y los suyos. No pudo haber mejor felicitación de Fiestas para todos.
José M. Morate Moyano
Alexei Volodin, piano
Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Elim Chan
Obras de A. Clyne, F. Liszt e I. Stravinski
Sala sinfónica “J. López Cobos” en el CCMD de Valladolid