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Crítica / Elim Chan, magnífica directora para cerrar la temporada (OSCyL) - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 26/06/2021

El 19º programa de temporada OSCyL suponía su clausura. Debutaron en él el percusionista holandés Dominique Vleeshouwers, Director, compositor, Premio de la Música Holandesa 2020 y Profesor en la Academia de Jóvenes Talentos "Sweelinck" y en la Alta Escuela para Música de Detmold; y su pareja Elim Chan (Hong Kong, 1986), Titular de la Sinfónica de Amberes, Principal invitada de la Real Orquesta Nacional de Escocia y ganadora del Concurso de Dirección "Donatella Flick" 2014, lo que la lanzó a la fama internacional.

El repertorio se inició con el estreno en España del Concierto para Percusión nº 2 del escocés  James McMillan (Kilwinning, 1950), dedicado al percusionista C. Currie que lo estrenó, y que recoge ahora su colega Vleeshouwers. En un sólo movimiento mezcla de espectáculo y reflexión, el solista maneja hasta 23 instrumentos, algunos fruto de su investigación sonora y material como el alufono, panel de conos de aluminio afinados golpeados con mazillo, o un tambor metálico tocado en el suelo con dos varitas de madera, o dos paneles de  cencerros afinados, más sirena, bombos, timbales (qué bien la timbalera todo el concierto), láminas de madera y metálicas, cajas, piano, etc.

La composición, sin programa ni objetivo, resulta efectiva tras la inicial llamada del tutti orquestal, cuerdas golpeadas con el arco y un motivo que vuelve en momentos clave, el fagot ronca y se llega a cierta espiritualidad (no en vano McMillan es terciario de la Orden de Predicadores) con ecos exóticos y de folk escocés. El solista discute musicalmente con la orquesta e incorpora 3 marimbas (él y dos solistas de la OSCyL) como grupo de cámara que hace la llamada "metamarimba", bello juego de temas y  diferentes octavas cada uno. Como himno procesional central muy musical, se unen al citado tambor, piano, arpa, flautas, contrabajos y una áspera viola, donde surgen reposo y calma. El final es una especie de coral creciente hasta el brillante final. El holandés fue muy aplaudido y regaló a la marimba corta una rica pieza en acentos, colores, dinámicas, ritmos y expresión, que probó cómo una percusión bien tocada, hace música como cualquier otro instrumento; de nuevo hubo aplausos para todos.

Hay que hablar ya de Elim Chan como Directora, motor activo en todo lo escuchado; sin batuta, hace con sus brazos lo fundamental: unitarios y de golpe proporcional, lo que le dota de gran claridad de gesto y mantenimiento de la tensión rítmica exacta; sus manos son un arma expresiva: anacrusas nítidas, anticipación a cada familia a la que respeta y deja oír dentro del conjunto, siempre controlado y atento a toda agógica escrita. Fue una lección de técnica y de música, lo que redundó, como es lógico, en dos buenísimas lecturas.

La Sinfonía nº 10 en Mi m., op. 93 (1953) de Shostakovich, era abordada por la OSCyL por 4ª vez. Elim Chan asemeja su programa anti Stalin, a lo que sufre su Hong Kong natal en su incorporación a la República China, de ahí su acierto al planificarla y un punto menos de drama interno en el largo Moderato inicial, pero siempre convincente por su atención al detalle y por el hermoso sonido que obtiene en todo momento (las cuerdas agudas y las trompas especialmente). El amplio elenco de solistas estuvo estupendo de inicio a fin: clarinete, flauta, flautín (delicado), fagot, trompa, oboe y todos junto a cada familia, conducidos por una Chan que lo daba todo en cada nota; sólo una leve duda en el complicado contrapunto del Allegro final que duró un instante; que hizo el baile cosaco jopak intenso y vivo y que recuperó plena la firma DSCH del Allegretto con la brillante timbal. La Sala, al completo sanitario autorizado, fue un clamor, con ovaciones y saludos repetidos. Buen final.

José María Morate Moyano

Dominique Vleeshouwers, percusión, Orquesta Sinfónica de Castilla y León / Elim Chan.

Obras: J. McMillan y D. Shostakovich.

Sala sinfónica "Jesús López Cobos" del CCMD de Valladolid.

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