Una de las cosas que se ha propuesto hacer Ludovic Morlot como titular de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) es descubrir al público creaciones de hoy mismo de la escena internacional. Lo hizo en el programa inaugural con la fascinante Let me tell you, de Hans Abrahamsen, y lo volvió a hacer el pasado 21 de octubre con f(x)=sin2x–1/x de la estadounidense Gabriella Smith (n. 1991). No, no es que el teclado se haya vuelto loco. La obra lleva como título una función matemática que describe su estructura: una curva que a nivel musical se traduce en términos de energía y dinámica. Para alguien como yo de letras, una serie así de signos y números incomprensibles espanta y hace temer una partitura de esas tan cerebrales como áridas que tan flaco favor hace a la música contemporánea. Y, sin embargo, no es el caso.
La obra de Smith, tan condensada, casi aforística, se sigue bien, muestra a la perfección la oscilación de esa curva, a la vez que juega con los timbres de la orquesta y una pulsación rítmica constante. Una obra, pues, atractiva y sugerente.
El programa continuó con el Concierto para violín n. 1 de Bartók, interpretado por la noruega Vilde Frang. Aunque mucho menos conocido que el segundo del maestro húngaro, y de una vena romántica que difícilmente se asocia con él, es una pequeña joya que la violinista delineó con primor.
Su interpretación del Andante sostenuto inicial fue un prodigio por su sentido del fraseo y un sonido ligero, casi etéreo, mientras que en el Allegro giocoso mostró fuerza y flexibilidad a la hora de resaltar los contrastes del movimiento. Morlot la acompañó de modo espléndido, cuidando en todo momento que la orquesta la arropara sin ahogarla.
Se llegó así a la Sinfonía n. 15 de Shostakovich, una obra que remite al leitmotiv de la presente temporada de L’Auditori: “Muerte o retorno”. Testamento sinfónico de su autor, es una partitura repleta de enigmas en la que se concentran citas propias, de Glinka, Rossini y Wagner, técnicas musicales diversas (de la passacaglia al dodecafonismo), contrastes extremos (de la desolación a la mueca sarcástica)…
Es una obra extraña, inquietante y… anímicamente devastadora. Morlot acertó a mostrar todos sus contrastes y contradicciones, sus aristas y sus momentos de paz; su lectura fue alegre y vivaz cuando tocaba, agresiva e hiriente cuando la situación lo requería, solemne y recogida cuando era necesario. La OBC le respondió de un modo impecable e implacable, con fuerza y contundencia, pero sin perder nunca el control. Mención especial merecen algunos de los solistas en los expresivos solos que contiene la partitura, como el trombonista Eusebio Sáez y el violoncelista José Mor.
En definitiva, un gran concierto. Por lo que apuntan los tres que hasta ahora ha dirigido Ludovic Morlot, su elección como titular ha sido todo un acierto.
Juan Carlos Moreno
Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya / Ludovic Morlot.
Vilde Frang, violín.
Obras de Smith, Bartók y Shostakovich.
L’Auditori, Barcelona.
Foto: Vilde Frang / © May Zircus