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Crítica / El Romanticismo musical de Lord Byron - por Jerónimo Marín

Madrid - 21/01/2025

Es una excelente idea que tanto nuestra Orquesta Nacional, afincada en Madrid en su sede del Auditorio Nacional, viaje por provincias a ofrecer muestra de su buen estado de forma actual en otros auditorios distribuidos en el territorio que también son excelentes y tienen un público fiel, como que orquestas del país vengan a ofrecernos su buen hacer, y todo esto dentro de las temporadas oficiales de ambas formaciones. Fue todo un lujo escuchar a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León con su actual titular desde septiembre de 2022, el suizo Thierry Fischer.

Para ello seleccionaron un programa coherente, un programa dominado por la figura literaria por su importancia en la expresión del romanticismo Lord Byron, en el que solo figuraban dos obras: Harold en Italia del avanzado a su época Berlioz, y la poco interpretada en las salas de conciertos Sinfonía Manfred de Chaikovski. La primera de ellas, estrenada en París el 1 de febrero de 1842, es una pieza a mitad de camino entre la sinfonía y el concierto, en este caso de viola, y voluntariamente Berlioz hace este experimento a pesar de que, aun cuando en determinados momentos la viola tiene un papel virtuosístico claro, es más la vena melódica de este instrumento la que predomina, melodismo que representa al mismísimo poeta.

La versión contó con la participación del afamado Antoine Tamestit, uno de los principales violistas de la actualidad, que hizo gala de una paleta de colores y un sonido robusto. Además, y esto es un acierto mayúsculo, dramatizó su intervención presentándose en el escenario tras haber sonado la larga introducción del primer movimiento, Harold en las montañas, situándose al lado del arpa para interpretar juntos ese pequeño dúo con el que principia su intervención; o, deambulando entre las filas de la orquesta mientras tocaba, o desapareciendo del escenario durante gran parte del cuarto movimiento, ya que Berlioz lo abandona durante casi todo este movimiento final. La dirección de Fischer, muy seguro rítmicamente y dejando a la viola todo el protagonismo que merece, fue todo un prodigio de concertación, creando momentos memorables como la sección de los arpegios de la viola con acompañamiento sutil de la orquesta en el segundo movimiento Marcha de los peregrinos.

La Sinfonía Manfred, Op.58, es cuarenta años posterior a la obra de Berlioz. Chaikovski estaba aún velando sus armas sinfónicas y esta sinfonía, con todos los pasajes interesantes e invención melódica que posee, no tiene la redondez de, pongamos como ejemplo, las tres últimas, resultando en algunos momentos un tanto farragosa en su hechura.

Todo esto no fue ápice para que la Orquesta Sinfónica de Castilla y León desplegara el brío necesario cuando era preciso, al mismo tiempo que la delicadeza máxima, todo ello posible por unos solistas de viento entre los que resulta difícil destacar a alguno: desde la melodía principal expuesta por el clarinete bajo, hasta la belleza del sonido del flauta solista, incluido el registro sobreagudo, como la pareja de oboes, todos demostraron un nivel excepcional en sus intervenciones. La cuerda tiene una solidez y empaste magníficos, y para el público madrileño, que aplaudió largamente el concierto al final, fue toda una sorpresa poder disfrutar de esta orquesta.

Thierry Fischer, generoso en destacar a las distintas secciones de la orquesta para que recibieran su cuota de aplausos al final, fue un claro triunfador de la velada, al ofrecer una interpretación orgánica y llena de emoción de estas dos obras derivadas de la prosa de uno de los autores más admirados del Romanticismo, Lord Byron.

Jerónimo Marín

 

Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

Antoine Tamestit, viola.

Thierry Fischer, director.

Harold en Italia de Berlioz. Sinfonía Manfred Op.58 de Chaikovski

Auditorio Nacional de Música, Madrid. 17-01-2025

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