Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / El realismo crudo de Jenufa - por Francisco Carlos Bueno Camejo

Valencia - 24/01/2023

Jenufa es una ópera de crudo realismo, descarnado, en donde los egoísmos y crueles convencionalismos sociales instigan al infanticidio. Empero, la redención, finalmente, impera. Desde el punto de vista de los papeles canoros, esta obra es un tándem repartido entre la soprano, Jenufa, y la mezzosoprano, encarnada por la madrastra Kostelnicka, quien comete el asesinato. En rigor, es Kostelnicka el centro de la trama argumental, al menos en el Acto II.

La orquestación es sórdida. Un solitario solo de violín se convierte en náufrago en medio de un continuum sonoro con muchas notas pedales, sacudidas por enérgicos golpes de timbal. Ciertamente, la paleta orquestal no busca subrayar diálogos, personajes, sus sentimientos u objetos, sino mantener viva la descarnada historia. En la armonía, muy pocas resoluciones cadenciales, preservando la teoría de Brahms y Mahler (heredada de Beethoven) de mantener el fuego alto del hervidero dramático hasta el último minuto. En el Acto II hubo un momento de sosiego cuando Jenufa reza la oración mariana.

La escenografía está muy conseguida, a base de arquitecturas abiertas frontalmente, para que el público pueda distinguir las distintas dependencias. Aunque la acción del Acto I se desarrolla en un molino, tan sólo la presencia de agua accionada por presión es lo único que lo recordaba.

En cambio, los Actos II y III tienen lugar en la casa de la madrastra, Kostelnicka, con una escenografía mucho más elaborada. Al abrir la ventana, se observa como nieva, para simular el invierno del Acto II. El baño, con ducha y retrete, juega también su papel. Los vestuarios, del siglo XX.

De entre ellos, sobresale el figurante ataviado con pantalón corto, vaquero, quien parecía haber salido de otra ópera y se hallaba en “Jenufa” por despiste; o bien, trátase del eslavo que se envalentona a cuerpo semidescubierto ante los rigores del invierno del clima continental, un poco dulcificados en la República Checa (en donde fácilmente no pasan de los 0º Celsius de máxima durante algunos días del mes de enero).

Los cantantes, bien, en líneas generales. Espectacular la mezzosoprano alemana Petra Lang, quien se convirtió en el centro de la ópera a partir del Acto II. La germana, frisando las seis décadas de edad, seguro que se ha convertido en paradigma de los jóvenes intérpretes: una gran actriz y maravillosa cantante. Esta mujer tiene una voz muy carnosa, apropiada para papeles wagnerianos.

A su lado, la soprano norteamericana Corinne Winters encarnando el papel estelar anduvo un poco fría en el Acto I. A menudo, debía luchar con una belicosa orquesta que le ocluía su emisión sonora. Afortunadamente, todo cambió en los actos postreros, II y III, en donde pudimos escuchar -ahora sí- una voz rica en medias tintas, a medio camino entre lo lírico y lo dramático. Yo no tendría inconveniente en clasificarla como soprano lírico-dramática.

La tercera voz femenina, con toda justicia, es la de la contralto rusa Elena Zaremba; una sólida cantante que parece disfrutar con los papeles catacumbarios femeninos.

El tenor estadounidense Brandon Jovanovich sirve tanto para un roto como para un descosido. Posee un buen instrumento, dúctil, a medio camino entre el lírico y el spinto, y desarrolla con soltura tanto escenas líricas como dramáticas. Su compatriota, de Carolina del Norte, Norman Reinhardt, es más lírico, con una voz algo más menuda. Correcto el bajo Scott Wilde en su papel edilicio, un buen actor.

La orquesta, espectacular, aunque el torrentoso caudal sonoro del Acto I -comprensible, pues había que mantener el pathos argumental- dificultó la audición de algunos cantantes. Excelente cometido del coro. El director es una buena batuta, sacándole jugo a la trágica sabia de la ópera, que mana a borbotones.

Francisco Carlos Bueno Camejo

 

Jenufa, Ópera en 3 actos con libreto y música de Leos Janácek.

Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dirección musical: Gustavo Gimeno.

Elena Zaremba, contralto (Abuela Buryja); Brandon Jovanovich, tenor (Laca Klemeñ); Norman Reinhardt, tenor (Steva Buryja); Petra Lang, mezzosoprano (Kostelnicka Buryja); Corinne Winters, soprano (Jenufa); Sam Carl, barítono (Starek, capataz del molino); Scott Wilde, bajo (El Alcalde); Amparo Navarro, mezzosoprano (esposa del alcalde); Laura Orueta, mezzosoprano (Hija del Alcalde y nueva prometida de Steva).

Dirección de escena: Katie Mitchell. Escenografía y vestuarios: Lizzie Clachan. Dramaturgia: Klaus Bertisch. Iluminación: James Farncombe.

Palau de Les Arts, Sala Principal, 22 de enero de 2023.

 

Foto © Miguel Lorenzo - Mikel Ponce / Les Arts

163
Anterior Crítica / Peter Moore: trombón cósmico en Stargaze - por Ramón García Balado
Siguiente Crítica / Trastornos de amor - por Genma Sánchez Mugarra