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Crítica / El Puccini menos habitual en Las Palmas de Gran Canaria - por Juan F. Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 04/03/2025

La apertura de la 48 temporada organizada por los Amigos Canarios de la Ópera se encomendó a dos títulos breves de Puccini: Il Tabarro, que subía a las tablas del Pérez Galdós por segunda vez después de 40 años y Le Villi, estreno local absoluto.

Separadas por muchos años, se encuentran situadas en los extremos estilísticos de su autor. Il Tabarro es una obra de plena madurez, cuando Puccini mundialmente famoso buscaba nuevos caminos, experimentando con armonías e instrumentación más audaces, que incluyen notorias disonancias. Le Villi, en cambio, es su primera ópera. Pieza de un autor bisoño que aún no ha encontrado una voz propia. La versión elegida es la segunda, en dos actos, incluyendo un narrador en italiano para los versos explicativos que relatan los acontecimientos que no vemos en escena.

Ambas tuvieron un mismo elenco de cantantes encabezado por el tenor Jonathan Tetelman, El norteamericano de ascendencia chilena, volvía tras su exitosa Fedora de la pasada temporada. Nuevamente admiró por la calidad de sus medios de tenor lírico con cuerpo, de agraciado timbre, buen volumen y segura proyección. Tetelman está especialmente dotado para los héroes puccinianos, pues su canto extrovertido y valiente, de fraseo ardoroso, casa perfectamente con el estilo del autor italiano. Triunfó tanto en Luigi de Il Tabarro, al que dotó de su carácter desesperado e insatisfecho, aprovechando especialmente el torturado lirismo de solos y dúos con la protagonista, como en Roberto de Le Villi, cuya incandescente interpretación del aria del segundo acto visó, tras las interminables y entusiastas ovaciones del público.

Carmen Giannattasio le dio adecuada réplica como Giorgetta y Anna, con su voz de soprano lírico-spinto, de centro corpóreo, certera en los agudos y con un solvente registro grave, tan demandado por Puccini a sus sopranos.

Dario Solari, Michele y Guglielmo, cumplió plenamente con su robusta voz baritonal, de timbre no muy agraciado, pero segura en la emisión, de holgada tesitura y agudos sonoros, al que ayudó un físico monumental acorde a los personajes, especialmente el amenazador Michele.

Impecables los secundarios: Max Hochmuth, Il Talpa, David Barrera, Il tinca, Alessandra della Croce, La Frugola, Francisco Navarro, Vendedor, y Marina Díaz y Giacomo Cappita, dos enamorados.

Cumplidor el Coro de los Amigos Canarios, con sopranos de amplio vibrato y muy resolutiva la decisiva participación de la Compañía de Danza Natalia Medina en Le Villi.

Lorenzo Passerini se encargó de concertar la parte musical, con flexibilidad y atención a la escena, diferenciando claramente ambas piezas, sombría y moderna Il Tabarro, sin esconder las frecuentes disonancias, y luminosa y romántica Le Villi, contando siempre con una Filarmónica de Gran Canaria en excelente forma, a la que la seca acústica del Galdós impidió brillar como merece.  

Daniele Piscopo recreó con acierto los opresivos muelles de la ribera del Sena de Il Tabarro, con iluminación sugerente y tonalidades oscuras, que mutaron en rutilante colorido en Le Villi, con un inteligente uso de proyecciones tanto en el fondo como en la boca del escenario, diferenciando el carácter pastoral y demoniaco de los dos actos que la componen.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Jonathan Tetelman, Carmen Giannattasio, Dario Solari, Max Hochmuth, David Barrera, Alessandra della Croce, Francisco Navarro, Marina Díaz, Giacomo Capitta, Guiseppe Reggiori. Natalia Medina Compañía de Danza.

Coro de Amigos Canarios de la Ópera. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria/Lorenzo Passerini.

Escena: Daniele Piscopo.

Producción Amigos Canarios de la Ópera.

Teatro Pérez Galdós, Las Palmas de Gran Canaria

 

Foto © Nacho González

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