Con la desolación y la perdida de agarraderas emocionales que está provocando la pandemia que nos asola, la celebración completa, en su integridad, del XXIV Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza (FeMAUB) nos proporciona un respiradero por el que se cuela el alivio que la música, y el arte y la cultura en general, nos otorga para sanación de nuestras mentes y cuerpos.
A pesar de la reducción extrema del aforo, de los desplazamientos necesarios de los implicados, artistas y técnicos, de la normativa vigente en este diciembre de 2020 que obliga al cierre de todo establecimiento a partir de las 18h -lo sentimos, artistas, os quedáis sin cenar-, de la distancia entre componentes de un mismo elenco, el Festival ha conseguido celebrar los 35 conciertos programados en los dos ciclos propuestos: 18 para el ciclo Vandelvira, que dota a una veintena de pequeños municipios de la posibilidad de escuchar música, y 17 para el Ciclo Música Humana, con las sedes alternantes de Úbeda y Baeza.
Para ello, Javier Marín, su director, ha demostrado una cintura envidiable, y loas merece también todo su equipo por la flexibilidad mostrada para reubicar casi toda la programación, pues tuvieron que simultanear conciertos para evitar la cancelación de estos contratos a unos artistas tan precisados de ayuda y trabajo.
La gran novedad, y que ha catapultado al Festival a un prestigioso primer plano, ha sido la emisión de todos los conciertos, bien en directo, bien con pocas horas de diferencia en diferido, además de habilitar la posibilidad de su visionado indefinidamente en este link:
https://linktr.ee/FeMAUB
Esta política difusora de los conciertos en streaming y su almacenamiento para visionarlo en cualquier momento, redunda en la creación de un grupo de interesados que han podido y podrán disfrutar de la calidad de los conciertos.
Estando así la situación, comentaremos aquí solo aquellos conciertos en los que hemos tenido presencia real, los de los días 6 y 8 de diciembre.
El domingo 6 de diciembre en la fastuosa Sacra Capilla del Salvador tuvo lugar el que es una cumbre de la música española, y podría ser uno de los hitos de este Festival, el Officium Defunctorum de Victoria interpretado por Nacho Rodríguez y Los afectos diversos, con el aditamento de unos motetes del portugués Manuel Cardoso magníficamente cantados, con el apoyo de órgano y arpa.
El día se completó con el recital del sevillano, pero afincado en Basilea, Miguel Rincón en el Paraninfo de la Universidad Antigua de Baeza, en donde, con un sonido robusto y limpio, mostró la poca distancia que existe entre el Bach de la Partita nº2 BWV 1004, y la música instrumental, exclusivamente para laúd, de Silvius Leopold Weiss y su Partita nº6, también en la tonalidad de Rem. Admirable en todo momento la capacidad de ornamentación en las repeticiones de las secciones de Miguel Rincón, habilidad que realza siempre la musicalidad del artista y atrapa al oyente por su deseo y maravilla de escuchar atentamente.
El día 8 de diciembre, tradicionalmente el último del Festival, aunque este año ha podido incluir dos conciertos más el fin de semana siguiente, Joan Boronat al órgano ofreció uno de los más memorables conciertos que se han dado en el órgano restaurado de la Iglesia de San Andrés de Baeza.
Con el incitante título de “¡Luces, órgano… acción!”, Boronat propuso un recorrido de música pictórica, música que trata de dibujar con los sonidos las acciones propuestas en el título, corriente muy en boga desde el Renacimiento hasta nuestros días, de la cual el ejemplo más famoso y conocido son las Musicalische Vorstellung einiger biblische Historien, Leipzig, 1700 de Kuhlau. Justamente de estas nos regaló la Sonata Historia bíblica del combate entre David y Goliath, con el complemento del Capriccio sobre la Partida sobre del hermano amada BWV 992, La Batalla de W. Byrd y algunas canzonas sobre cucos y gallinas de Kerll y Poglietti, en las que pudo exhibir la importancia de la correcta registración de cada movimiento y la perfecta articulación de las frases musicales para realzar su lógica en la escritura. Además, el hecho de que anunciara cada pasaje a viva voz permitió a todo el público seguir las ilustraciones musicales.
Y para terminar la jornada, en el Auditorio recientemente remodelado del Hospital de Santiago, Patricia Gil, ganadora del 2º Premio de la I Edición del concurso de Música Antigua de Juventudes Musicales de España, dio un recital bajo el título de Beethoven, der Spaniard donde alternó dos de las sonatas totémicas del autor de Bonn, la Patética y la Waldstein, con la Sonata en MiM de Marianna von Martinez, discípula de F. J. Haydn, y el Nocturno Isla de la Cascada de Aranjuez de Pedro Álbeniz y Basanta, nuestro compositor que propició la transición al romanticismo. Con un pianoforte recién construido en Holanda siguiendo un modelo Broadwood de 1834, nos acercó al mundo sonoro en que las obras fueron escritas con profundo conocimiento de los rasgos estilísticos e interpretativos de este periodo, aunque la elección de los tempi no fuera la más acertada en momentos puntuales.
El Festival ofreció también un foro con seis encuentros sobre el impacto de la pandemia en la música antigua, y donde programadores, agentes y artistas expusieron sus dificultades y una panoplia de soluciones para adaptarse a las circunstancias actuales. Pero no hay mayor ejemplo que el llevado a cabo por el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, donde se han realizado todos los conciertos y actividades previstos, y no se ha notificado ningún contagio, prueba evidentísima de la labor bien realizada.
Juan de Vandelvira
XXIV Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza (FeMAUB).
Diversos intérpretes y escenarios.
Foto: “En la fastuosa Sacra Capilla del Salvador, tuvo lugar el que podría ser uno de los hitos de este Festival, el Officium Defunctorum de Victoria interpretado por Nacho Rodríguez y Los Afectos Diversos” / FeMAUB