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Crítica / El legado Cañizares - por Juan Manuel Ruiz

Madrid - 02/10/2024

Con el título Cañizares Sinfónico tuvo lugar, el pasado viernes 27 de septiembre en el Teatro Monumental de Madrid, un destacado evento protagonizado por dos artistas nacidos en Sabadell: el guitarrista y compositor Juan Manuel Cañizares, por un lado, y el director Santiago Serrate, por otro, acompañados por la Orquesta y Coro RTVE. El motivo de la actuación fue la presentación en la capital de los dos últimos conciertos para guitarra y orquesta compuestos por Cañizares, que serían grabados en directo para su propio sello discográfico en primicia mundial.

Cañizares, galardonado con el Premio Nacional de Música (intérprete) 2023, es bien conocido por su interés en el repertorio clásico español, al que ha dedicado muchos de sus registros discográficos con sus versiones de Falla, Rodrigo o Granados, reinterpretando a estos grandes maestros con su personal estilo de fusión del flamenco con la música clásica sinfónica. En el concierto que reseñamos se hizo más que evidente esta unión tanto espiritual como estética en las dos obras presentadas: el Concierto Mozárabe y el Concierto Mediterráneo a la memoria de Joaquín Rodrigo.

Ambas composiciones presentan rasgos comunes que las emparentan también con su anterior Concierto Al-Andalus a la memoria de Paco de Lucía, lo que muestra una línea de trabajo sólida y continua en la forma en la que Cañizares concibe la música. Todos ellos destacan por su desinhibido tonalismo, el color modal de los temas melódicos, la inventiva rítmica que da empuje y brillo a los movimientos rápidos, su refinada orquestación en las variadas texturas melódicas y contrapuntísticas -muy bien encajadas con el discurso guitarrístico-, todo ello con un lenguaje directo, con ciertas reminiscencias de la música para el cine, unido al dominio formal y temporal que hace que todo fluya con naturalidad y en justa proporción.

Los dos conciertos interpretados tienen forma tripartita, según el canon, con movimientos extremos de carácter rítmico y festivo entre las que se sitúan los tiempos lentos, de expresión más lírica e introspectiva. Respecto al balance de la formación orquestal con la guitarra, el planteamiento de Cañizares solventa, en general, la diferencia de volúmenes con diálogos alternados entre ambos agentes sonoros, si bien, en alguno de los tutti la guitarra queda algo amortiguada por el peso orquestal. Si las partes rápidas resaltan por su pulso vital, acentuadas por los diálogos entre secciones instrumentales con el solista, que se luce con virtuosas tiradas de escalas y rasgueos vertiginosos en su instrumento, es en los movimientos centrales donde el maestro flamenco se siente más cómodo a la hora de desplegar su profunda expresividad. Los temas de delicado lirismo en la guitarra, como el del segundo movimiento del Concierto Mozárabe, exhalan colorido exótico y modal en las maderas –con ecos de Falla–, en cuya Cadenza Cañizares exhibe sus grandes dotes naturales para la guitarra, con su especial “toque” a la hora de utilizar vibratos transversales en el diapasón, acentuar los puntos relevantes de la melodía para intensificar su expresividad, así como por la colorida armonía que subyace bajo ésta, creando ambientes sonoros que nos retrotraen al crisol  cultural del Sur de España.

Otro momento de inspirado lirismo es el plasmado en el lento del Concierto Mediterráneo, con el fraseo de violonchelos y guitarra sobre el trémolo de la sección de cuerdas, cuya melodía, desarrollada en la Cadenza, nos recuerda veladamente al motivo principal de una película icónica de los 70, lo que es connatural a la fusión de géneros propia de Cañizares.

El maestro Santiago Serrate, que conoce profundamente la música y maneras de interpretar de Cañizares, fue la columna vertebral que sustentó el difícil equilibrio entre solista y formación, dotando de vitalidad y, a la vez, control, a cada una de las obras y movimientos que las conforman. Seguro y acertado en el pulso rítmico de las partes rápidas, Serrate apuntaló cada detalle en las intervenciones de las secciones instrumentales o en los episodios contrapuntísticos, como ocurrió al comienzo del tercer movimiento del Concierto Mediterráneo, con el destacado papel del trombón, dirigiendo con amplio e inspirado fraseo en los tiempos lentos en total connivencia con el solista y compositor. Serrate y Cañizares formaron un gran tándem con un más que evidente entendimiento mutuo a la hora de abordar este repertorio.

Sólo mencionar que la excesiva microfonización de la guitarra en la sala restó cierta calidez al sonido del instrumento, inconveniente que esperamos sea solventado en el registro discográfico del concierto.

Cañizares mostró en este especial evento su legado en su doble vertiente de intérprete de la guitarra flamenca y compositor, con el talento y sinceridad que le son inherentes, ofreciendo unas creaciones elaboradas con rigor e inspiración, muy directas, que hunden sus raíces en la mejor música clásica española dando continuidad a esta tradición con visión propia.

Muy ovacionados por el público presente, se repitió el tercer movimiento del Concierto Mediterráneo como bis de esta exitosa actuación.

En programa, abrieron cada una de sus dos partes dos piezas de Federico Chueca: Preludio de El Bateo y Preludio de Agua, azucarillos y aguardiente, ambos interpretados con la energía, gracilidad y entrega que sólo pueden mostrar aquellas formaciones que tienen en sus venas este popular repertorio, como es el caso de la Orquesta y Coro RTVE bajo la elocuente dirección del maestro Serrate.

Juan Manuel Ruiz

 

Cañizares Sinfónico.

Orquesta y Coro RTVE. Obras de Cañizares y Chueca.

Teatro Monumental. Madrid.

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