Mark Padmore nunca ha poseído una voz atractiva, abusa del falsete y algunos agudos no siempre los resuelve con facilidad, pero qué pedazo de intérprete. El paso de los años es evidente en su instrumento, pero estos no han afectado en absoluto a su incuestionable capacidad para desentrañar hasta los más recónditos recovecos de ese mundo complejo que es el de los lieder. Una vez más, en esta ocasión, en el Ciclo de Lied del CNDM en el Teatro de la Zarzuela, Padmore mostró su extraordinaria expresividad y su enorme talento dramático.
Aprovechó el repertorio elegido en esta ocasión, los Doce poemas de Justinus Kerner y el insuperable Amor de poeta, de Heinrich Heine, puestos en música por Robert Schumann, para proporcionarnos una lección de su exquisita sensibilidad y maestría.
Efectivamente se le notó muy apurado en Lágrimas silenciosas (Stille Tränen) en la primera sección del concierto, aunque también nos regaló joyas como Canción del viaje (Wanderlied), A la copa de un amigo fallecido (Auf das Trinklass eines verstorbenen Freundes) o Pregunta (Frage).
Todo estuvo más asentado en el Amor de poeta, donde de nuevo, a pesar de sus notables aciertos en algunos de los lieder del ciclo, se hizo evidente el declive vocal del cantante, por lo que tuvo una reducida pero cariñosa recepción del público.
Kristian Bezuidenhout, quizá no fue el compañero totalmente inspirado que precisan estas composiciones, pero tuvo una precisa intervención.
Francisco Villalba
Mark Padmore, tenor. Kristian Bezuidenhout, piano
Robert Schumann: Doce poemas de Justinus Kerner y Amor de poeta de Heinrich Heine
XXVIII Ciclo de Lied, CNDM
Teatro de la Zarzuela, Madrid
Foto © Rafa Martín