El concierto número 12 del Ciclo Satélites de la Orquesta y Coro Nacionales de España anunciaba el concurso del Coro Nacional de España en la cita bajo la dirección del maestro invitado Pedro Teixeira. Éste, viejo conocido del público madrileño, así como de los músicos profesionales patrios, Teixeira fue el director titular del Coro de la Comunidad de Madrid desde 2012 hasta 2017, confeccionó un programa de indudable belleza que haría las delicias del público, pero que también fuera del agrado y gusto de los propios intérpretes.
Así, en vísperas de la tan amada, pero también denostada, celebración actual de San Valentín, ese sacerdote romano del siglo III lapidado y decapitado el 14 de febrero del año 269 por celebrar en secreto matrimonios de jóvenes enamorados, dado que el emperador Claudio II ‘el Gótico’ consideraba que los solteros sin familia eran mejores soldados, Pedro Teixeira explicó nada más salir a escena a la audiencia de la sala de cámara que la temática de la velada estaría dedicada en su totalidad a amor, primeramente con la interpretación del delicioso ciclo Liebeslieder Waltzer (‘Valses que cantan al amor’), op. 52 para coro mixto y piano a cuatro manos de Johannes Brahms (1833-1897), al que seguiría un arreglo para coro femenino y piano del lied de Clara Schumann (1819-1896) Liebst du um Schönheit (‘Si amas la belleza’). El segundo bloque del concierto, de temática menos explícitamente amorosa, pero sí de exaltación de un sentimiento hacia alguien, ya sea religioso o profano, estuvo conformado por la revisión del compositor portugués Joly Braga Santos (1924-1988) de cuatro populares poesías renacentistas españolas, y de dos visiones anglosajonas del bíblico Salmo 100, O be joyful in the Lord de Charles Villiers Stanford (1852-1924) y Jubilate Deo de Benjamin Britten (1913-1976). Entre estas dos piezas, además, pudimos escuchar dos breves, pero interesantes, piezas para órgano de Edward Elgar (1857-1934) y del propio Stanford.
La energía arrolladora de Pedro Teixeira dio comienzo al ciclo de Johannes Brahms para ir descubriendo las perlas de estos valses amorosos de los que la propia Clara Schumann afirmó que eran “deliciosamente delicados y encantadores”. El Coro Nacional de España, no al completo, demostró su indudable potencia sonora desde el comienzo, pero también supo regalarnos sutiles momentos embaucadores, como en el número 4, Wie des Abends schöne Röte (‘Como el hermoso rubor de la noche’), supieron hacerlo especialmente las féminas, más delicadas y gráciles que sus compañeros varones.
De entre los propios cantantes del coro, pudimos escuchar a dos excelentes solistas vocales. Así, en el número 7, Wohl schön bewandt war es (‘Qué felices parecían ser’) la soprano solista fue Rebeca Cardiel, quien, desprovista de partitura, mantuvo una elocuente, expresiva y convincente transmisión de la melodía, a la vez que mostró una intachable dicción del idioma germano, mostrando un generoso pero delicado timbre. Diego Blázquez fue el tenor solista que nos embelesó con su dulce timbre en el número 17, Nicht wandle, mein Licht (‘No te aventures, luz mía’).
Sergio Espejo y Jesús Campo fueron unos pianistas de verdadero lujo durante todo el ciclo brahmsiano, mostrando una compenetración asombrosa en la interpretación del piano a cuatro manos, aportando una extrema vitalidad, precisión y absoluta disciplina en los tempi, a la vez que fueron un garante absoluto de lo transmitido por el director para servir de sólida base férrea sobre la que el coro se sostuvo. Un momento que podemos destacar fue el desempeñado por ambos en el número 9, Am Donaustrande (‘A orillas del Danubio’), en donde sus arpegios fueron una delicia y un perfecto sostén del número con continuos y exigentes contrastes, o en el número 15 Nachtigall, sie singt so schön (‘Ruiseñor, qué dulce es tu canto’), en donde sus constantes motivos a contratiempo fueron de una absoluta pulcritud ejemplar que permitieron la óptima escucha del elaborado entramado ideado por Johannes Brahms.
Pedro Teixeira fue un director modélico durante la ejecución de todos los Liebeslieder, mostrando una contagiosa vitalidad y apasionada lectura de todos y cada uno de sus números. Fue asimismo reseñable su absoluta claridad en el control de los tempi, permitiendo un control férreo de los 38 cantantes del coro junto a los dos pianistas durante la media hora aproximada que dura el ciclo, manteniendo ese vigor férreo y sin desmayo.
Uno de los momentos más destacados de la velada fue Liebst du um Schönheit de Clara Schumann, para coro femenino y piano, en donde el registro central de la pieza sonó con una belleza especial, y en donde la prosodia del texto y un trabajado y disciplinado trabajo en la colocación de las consonantes (como en el resto del programa) denotaron el buen y laborioso trabajo que el director portugués ha mantenido durante la pasada semana con el Coro Nacional de España.
Las sencillas y transparentes visiones de las conocidas melodías renacentistas que ideó Joly Braga Santos para coro a capella seguro que fueron un excelente ejercicio de afinación y trabajo que permitieron lo que a veces falta en el día a día de trabajo de un coro sinfónico: la escucha de la desnudez del sonido puro y su necesaria puesta a punto desde una conjunción camerística humilde.
Las dos breves piezas que Jesús Campo interpretó en el órgano de la sala de cámara, Vesper Voluntaries, op. 14 de Edward Elgar y Prelude on a theme of Orlando Gibbons op. 105 nº 2 de Charles Villiers Stanford, permitió la rara escucha como solista del magnífico instrumento que la sala posee. Ensombrecido por el gran órgano de la sala sinfónica, por sus superiores posibilidades de registros y repertorios, además de haber experimentado un insólito aumento de sus interpretaciones gracias al exitoso ciclo Bach Vermut que el CNDM ha sabido implementar, el órgano que tuvimos la suerte de escuchar fue construido por Gabriel Blancafort en enero de 1981, y aunque alejado de las potencialidades de su hermano mayor, dispone de un buen número de registros y se compone de tres cuerpos distintos, que Jesús Campo mostró de un modo eficaz y brillante que reivindican su utilización: un pedalier de 30 notas y 6 registros, el órgano mayor en sí, de 56 notas y 11 registros y el cuerpo expresivo, de 56 notas y 8 registros. Jesús Campo demostró su versatilidad, como pianista y como organista, realizando una formidable labor especialmente en la espectacular composición de Stanford, en donde los registros más sonoros muestran el poderío sonoro del instrumento, del que pudimos observar su perfecto estado y afinación.
Las dos piezas sacras que cerraron el concierto fueron similares en cuanto a concepción, repletas de unísonos entre las distintas voces del coro, que mantuvieron un perfecto diálogo con un siempre atento Jesús Campo en el órgano, pese a la gran distancia y a su obligatoria disposición de espaldas al maestro.
En definitiva, una agradable velada en donde el trabajo coral y su esfuerzo con estos intachables músicos -director y los dos pianistas/organista- fueron cálidamente recibidos por una agradecida sala de cámara que solicitó efusivamente una propina que no fue finalmente concedida.
Simón Andueza
Amor, poesía y devoción.
Rebeca Cardiel, soprano, Diego Blázquez, tenor, Jesús Campo, piano y órgano, Sergio Espejo, piano.
Coro Nacional de España, Pedro Teixeira, director.
Obras de Johannes Brahms, Clara Schumann, Joly Braga Santos, Edward Elgar, Charles Villiers Stanford y Benjamin Britten.
Ciclo Satélites de la Orquesta y Coro Nacionales de España.
Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, Madrid. 13 de febrero de 2024, 19:30 h.