Había que sobreponerse a la mala noticia para la OSCyL y los aficionados, que confirmaba el rumor que venía circulando sobre la marcha en esta misma semana, del Gerente de la Orquesta y Director de Programación de las Salas de Música del CCMD de Valladolid, Jesús Mª Herrera, tras dos años de fructífera labor en todos los ámbitos de su tarea, elevando el trabajo artístico, de difusión y promoción, a niveles que se habían olvidado, poniendo Salas y Orquesta a nivel europeo.
A pesar de esta sensación, todos supieron sobreponerse y ofrecer un décimoquinto programa de Temporada, del que el Titular Thierry Fischer y la soprano invitada Hera Hyesang Park (Corea del Sur, 1988; alumna de la Universidad Nacional de Seúl y de la "Juilliard" de New York, Premios en Operalia'15 y en las Fundaciones Lissner'16 e Hildegard Behrens'18), apoyados también en el repertorio adquirido por la OSCyL en sus 33 años de historia, que le han llevado a este excelente momento de madurez técnica y artística, pleno de calidad e interés.
Mozart y Mahler ocuparon los atriles, con Obertura de "La flauta mágica", K 620 (1791) y el motete religioso Exultate, jubilate, K 165, en Fa M., para voz y orquesta (1713) del 1º y la Sinfonía nº 4 en Sol M., con soprano, (1899-1900), del 2º.
Fischer propuso lógica cuerda reducida (32) para el de Salzburgo y una interpretación (5ª vez en la OSCyL) de la Obertura, más próxima a la de Spinosi en su día que a las que sirve la tradición, a veces infiel a lo que el autor escribió. Así, se tocó limpia y enérgica, con un inicio solemne, homofónico, reposado, que dio paso al alllegro (que parece inspirarse en dos compases de la Sonata op. 24/2 en Sib M. de Clementi), caminar al armonioso final y presentar rápidas dinámicas que parecen complicarlo; fue absolutamente clásica la lectura, también en la fraccionada coda, de numerología relacionada con lo masónico, que fue quien encargó y pagó esta ópera, última producción completa del autor. A destacar los metales por su color uniforme y conjunción. Tuvo una calurosa acogida.
El motete, que Mozart escribió en su tercer viaje a Italia, al escuchar al famoso castrato Ranzzani y quedar prendado de su voz, se estructura como si fuese un aria de concierto, siguiendo el texto religioso latino al que Fischer pudo dar toda la alegría que encierra, porque la soprano lírica con coloratura, Hera Hyesang Park, de voz limpia, sin ningún vibrato, y enorme y controlada facilidad para el agudo y agilidades, volumen suficiente y capacidad de ajustar la emisión a la intención del texto, se lo permitió holgadamente tanto en el allegro Exultate, como en el recitativo Fulget amica dies, con apoyo de órgano y continuo, como en el andante Tu virginum corona, hecho con unción su último verso a solo, para cerrar, en el máximo de allegro con el Alleluia famoso, que exige total virtuosismo de la cantante, tanto en tono, tesitura, agilidad y vocalidad. Como Director y orquesta anduvieron claros, atentos, unidos y expresivos, el éxito fue importante, con tres notorias salidas.
Pero aún de más interés musical fue la labor de Hyesang Park en la 4ª de Mahler cuyo 4º movimiento, que él mismo señala como "clave de su edificio", por cobrar su timbre mayor belleza y un fraseo adecuado a cada palabra del poema "La vida celestial", coloreándolas según el sentido infantil con que el niño las narra.
La OSCyL cumplió fielmente la idea de su Titular Fischer, que resultó unitaria y fiel a la lírica mahleriana, que con esta Sinfonía cierra sus 4 primeras como independientes en su producción. Su inicio Prudente, casi indefinido en tonalidad hasta el clarinete que la asienta en el Sol M. que la define, sus sencillos temas populares bailables; flautas creando un buen clima y la trompeta bien en su seña l y estupendo remate final. Lo cómodamente impulsivo, tuvo acertadas maderas para dar adecuado humor grotesco al scherzo; concertino invitado excelente en sus temas a "scordatura" (su otro violín un tono más alto), como "violín de los muertos" que marca el paso de lo terreno a lo celestial, acompañado por trompas (exactas en todas sus importantes intervenciones), trompetas juntas y nítidas, brillante el arpa y el Trío, lucido, con protagonismo para clarinete y fagot. Quizá el mejor Adagio de los del autor, se inició en íntimo pianísimo de violines II, sumándose los I y oboes con idéntico sentir, más contrabajos justos en pizzicato. El Director exigió esos sublimes instantes con mano izquierda expresiva, hasta que el canto triste del oboe, los graves del arpa y las flautas, más el concertino, cerraron emotivos el movimiento.
Y volvemos a ese muy cómodo aludido 4º movimiento, que recupera los temas populares del 1º, que van cediendo (campanillas siempre muy contenidas), para ir disponiendo la entrada del canto sereno y tranquilo, que resultó maravilloso, tanto en sus 4 estrofas como en la paradisíaca coda que lo despide, que hace exclamar: "no hay música así en la Tierra" en sereno y feliz final, con sutil cierre de cellos, arpa y clarinetes, no sin consignar los finos interludios pastoriles que la OSCyL fue intercalando. Esta 10ª vez que se tocó esta Sinfonía, ha sido la que mayor grado de satisfacción produjo al enardecido Auditorio, por parte de todos sus intérpretes.
José Mª Morate Moyano
Hera Hyesang Park, soprano
Orquesta sinfónica de Castilla y León / Thierry Fischer
Obras de W. A. Mozart y G. Mahler
Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid